En el cuarto post sobre las iglesias románicas de la Vall de Boí (Lleida), visitamos Sant Feliu de Barruera, y de la Nativitat y Sant Quirc de Durro.
Iglesias románicas de Sant Feliu de Barruera, y de la Nativitat y Sant Quirc de Durro (Vall de Boí) (4)
Municipio: La Vall de Boí. Comarca: Alta Ribagorça. Provincia: Lleida. Com. Autónoma: Cataluña
Web: centreromanic
Patrimonio Mundial de la UNESCO (2000)
Visita: 2022-2023
Índice
Iglesias románicas de Sant Feliu de Barruera y de la Nativitat de Durro y ermita de Sant Quirc de Durro. La Vall de Boí. Lleida
En este Post nos referiremos a las iglesias de Sant Feliu de Barruera y de La Nativitat de Durro y a la ermita de Sant Quirc de Durro.
Estas dos iglesias presentan plantas similares y diferenciadas del resto de las iglesias del valle. Avanzamos que son de una sola nave, mientras que tienen dos ábsides: un ábside mayor en la nave central y una absidiola precedida de una capilla que sobresale del muro en el lado sur. En el lateral norte también se anexan capillas externas.
Por su parte, la planta de la ermita de Sant Quirc de Durro es similar a la de Sant Quirc de Taüll.
Iglesia de Sant Feliu de Barruera
Coordenadas: 42°30′15″N 0°48′09″E. Altitud: 1.404 msnm. Población habitantes: 35 (1719), 210 (1900), 167 (2000), 240 (2022)
La iglesia parroquial de Sant Feliu de Barruera se encuentra sobre la llanura fluvial del lado derecho de la Noguera de Tor en la localidad de Barruera. De todo el conjunto de iglesias del valle es la única cerca del río. Aislada del casco urbano, estaba situada junto al viejo camino que unía los pueblos del valle. Como de costumbre, el cementerio parroquial al lado, todavía activo.
De las pocas noticias históricas de que se dispone se sabe que en 1040 estaba adscrita a la diócesis de Urgell, que, en 1077, Barruera pertenecía al señor de Erill, Raimon I, y que Raimon II d’Erill procedió en 1140 a la reconstrucción de templo, junto con otras iglesias del valle.
Entre los siglos XVII-XIX, se efectuaron importantes reformas, de las que hoy quedan las capillas de la parte norte y el porche de la puerta oeste.
Otras modificaciones fueron desmanteladas con motivo de una profunda restauración emprendida hacia 1970, destinada a aproximarse a la configuración románica.
En el caso concreto de Sant Feliu, es muy complicado realizar un análisis de la iglesia por las importantes variaciones y modificaciones del programa de construcción original ha sufrido, lo mismo que ocurrió con la Nativitat de Durro.
Parece que la fase más antigua de construcción correspondería a una iglesia de tres naves separadas por pilares circulares al estilo de los de Sant Climent i Santa Maria de Taüll o de Sant Joan de Boí. De esta primera fase sólo se conservaría el ábside central y una arcada sostenida por un pilar circular, ahora apoyado en el muro. A partir de estos elementos se situaría cronológicamente su construcción entre los siglos XI y XII.
Por el motivo que sea, la forma definitiva, todavía de estilo románico, terminó siendo de una sola nave, pero con capillas lateral que formarían un transepto; el del lado sur con una absidiola. No existen rastros del que pudo tener la capilla menor del lado norte.
Por su parte, la torre-campanario fue añadida posteriormente, y es de difícil datación.
Para entender mejor las particularidades exteriores de la iglesia de Sant Feliu parece conveniente empezar por presentar su planta, lo que ayudará a entender el sentido de los volúmenes del exterior en base a su función interior.
La entrada al templo se realiza por los pies, a través de un porche. Por el exterior, a continuación del porche, por el lado sur, se levanta la torre-campanario. Una torre de tres tramos. A nivel del presbiterio, se abre una capilla a cada lado, formando una especie de transepto en planta, pero que no se manifiesta en el interior del templo en la arquitectura en altura.
La capilla sur, del lado de la epístola, de forma cuadrada irregular, es de una anchura similar a la de la nave central, con una absidiola.
La capilla del lado del evangelio es un cuadrado más pequeño, sin ningún indicio de ábside. En el muro interior está precedida por otra capilla, aún de menor tamaño que sobresale en el exterior.
En el exterior, las diferentes dimensiones y formas de estas capillas darán una forma irregular a todo el conjunto.
El exterior
La iglesia, de una sola nave, presenta una única entrada por los pies del templo, protegida por un porche de un solo arco. La nave tiene unas dimensiones exteriores de unos 22 metros de largo incluido el ábside, por unos 8 metros de ancho, sin incluir las capillas exteriores.
En la fábrica del templo se observa fácilmente el paso por las distintas etapas de construcción y remodelación. Actualmente, todo el exterior es de piedra vista con partes de mampostería, y otras de sillarejo y sillería.
Adosada a la parte occidental del muro de mediodía se levanta la torre-campanario.
En el extremo oriental del mismo muro sobresale una gran construcción cuadrangular que en su interior aloja una capilla.
El porche, cubierto con un tejado de dos aguas en sentido longitudinal, es de estructura de madera y losetas de pizarra. Tiene planta rectangular, de la anchura de la nave, con una abertura a cada lado de arco de medio punto con dovelas de piedra. La arcada lateral del lado norte, la que da al cementerio, está tapiada.
Del lado del porche se accede al cementerio.
La torre-campanario
Desde el camino de acceso a la portada sobresale a la derecha, en el lateral sur, la torre-campanario de planta casi cuadrada, de unas dimensiones de 3,80 por 4,20 metros, con una altura de poco más de 18 metros.
Presenta tres niveles muy desiguales. El primer nivel que forma la base es de gran altura y sobresaliendo del muro del templo. Es completamente compacto, con sillares en las esquinas, y sólo presenta unas pocas aberturas irregularmente distribuidas, con forma de saetera para iluminar la escalera interior. Podría ser obra románica tardía.
Por encima, dos niveles de la misma altura delimitados por un friso sencillo sin decoración alguna, del siglo XIV, con modificaciones posteriores. Actualmente, en el segundo nivel se ven dos ventanas de arco carpanel, en los lados este y oeste, mientras que el tercer nivel, con las campanas, tiene una ventana por lado, de forma y dimensiones más o menos parecida a las inferiores, de poca calidad constructiva. La cubierta es la típica piramidal de pizarra, de la que sobresale un eje metálico con una pequeña campana.
En el campanario hay cinco campanas entre 46 y 89 centímetros de diámetro, instaladas entre los años 1641 a 1856.
Los ábsides y las capillas laterales
Ya se ha señalado que la iglesia de Sant Feliu sólo dispone de dos ábsides semicirculares en la cabecera, y que son de épocas diferentes.
En el lado sur, la absidiola está adosada a un gran bloque compacto que constituye la capilla, con dos pequeñas aberturas de iluminación en forma de saeteras semicirculares.
El tejado está a dos aguas, perpendicular al eje de la iglesia.
La absidiola ha sido reconstruida, sin decoración alguna.
El ábside central sigue el estilo lombardo, con dos arcuaciones ciegas entre cada lesena rectangular. Dispone de las tres aberturas trinitarias que aportan la luz al altar. La cubierta semi cónica sobre una cúpula de cuarto de esfera con pizarra.
El ábside se une a la nave a través del presbiterio, con cubierta a dos aguas de pizarra.
El lateral septentrional, una masa de sillarejo compacta de dos profundidades, con una única abertura. En conjunto, menos pesada que la del otro lado.
La capilla más pequeña sobresale menos.
La portada
La puerta de los pies del templo, protegida por el porche, es la más elaborada de las que hemos visto hasta ahora, pero con gran sencillez.
Unas simples arquivoltas atrompetadas, pero que no comienzan en la base del semicírculo, sino desde media altura de la puerta, rodeada por una chambrana. Da la sensación de que el nivel del suelo hubiera sido rebajado, lo que explicaría la extraña distribución en altura de los laterales de la puerta.
Hay que observar el cerrojo de la puerta, donde todavía hay una cerradura, cuya barra está decorada con varios grabados geométricos y, en un extremo, la figura de una cabeza de buey -que correspondería a una tipología gótica o posterior.
El interior
Como se ha señalado, la presencia de una columna circular -como las de San Clemente y Santa María de Taüll o de San Juan de Boí- en el ángulo de la nave con la capilla del lado norte, ha llevado a plantearse que inicialmente se hubiera proyectado como planta basilical, sin que llegara a ejecutarse, quedando reducido a un templo con una sola nave y dos capillas laterales.
La nave está cubierta por una bóveda de cañón sobre elevada, mientras que el arco triunfal del presbiterio presenta un arco que tiende a una forma de arco carpanel.
Se accede a las capillas laterales, que serían las que formarían el transepto, por aberturas de arco ligeramente apuntadas.
Los muros y los ábsides se han dejado de piedra vista, mientras que la bóveda está enlucida de blanco.
Al haber dejado la obra vista, se manifiesta una calidad de la fábrica muy poco esmerada y desprovista de ningún tipo de decoración arquitectónica ni escultórica. Lo que se manifiesta, por ejemplo, en la irregularidad de las formas de los arcos y en unos muros de sillarejo, que se acerca más a la masonería que al sillar.
El presbiterio lo forma un doble arco triunfal, con el ábside semicircular con cubierta de cuarto de esfera. Como es usual en el románico, el ábside semicircular que representa la unidad de Dios, con tres ventanas símbolo de las tres personas de la Trinidad.
En algún momento se embelleció el interior del ábside con un enlucido y encintado que dibujaba sillares más regulares, de lo que quedan alguna muestra en el muro.
En diversos objetos de culto que se exponen en el recinto se hace evidente como los cambios en las iglesias son el resultado de las generaciones adaptándose a los diferentes estilos artísticos y a las cambiantes normas litúrgicas y de los sentimientos religiosos a los que se apela.
Es el caso de la imagen del altar mayor que representa a Cristo en la cruz a la manera del barroco, buscando mostrar de forma realista el sufrimiento y la anatomía de la figura (venas, músculos…), lleva doble corona y en la cintura en el paño de pureza o perizonium se sujeta con una gran lazada. Antes de la restauración de la iglesia formaba parte de un retablo situado en la capilla de los Dolores.
La bóveda del templo está reforzada con arcos torales que descansan en ménsulas.
Por encima, la bóveda está protegida por una cubierta a dos aguas con losetas de pizarra.
Las capillas laterales están cubiertas por una bóveda de cañón perpendicular a la nave.
A la derecha, se observan restos de una puerta tapiada que abriría al exterior.
El altar de la capilla está situado en la absidiola, también de cúpula de cuarto de esfera de piedra vista.
Observamos claramente de nuevo la ausencia de decoración arquitectónica ni escultórica. Por contraste con las demás iglesias del valle, se me hace difícil creer que éste fuera el aspecto que presentaban los muros a la vista de los feligreses en el momento de la construcción. Podría pensarse que hubiera un encintado como en el ábside mayor, pero no parece que estuviese decorada con pinturas en los muros, que se habría reservado exclusivamente para las iglesias de planta basilical.
En ese espacio se presentan algunas muestras y objetos religiosos utilizados a lo largo de los siglos.
Esta capilla tenía una doble función: era el espacio de la Cofradía del Roser y durante la Semana Santa se dedicaba al «Monumento».
En el muro sur se ubicaba un retablo dedicado al Roser. La Cofradía del Roser se encargaba de recaudar las contribuciones por la asistencia a los entierros, velar a los enfermos, así como designar a los vecinos que ayudarían en cada entierro.
Durante la Semana Santa el «Monumento» ocupaba el altar. (En el post de la iglesia de Santa Eulàlia de Erill-la-Vall se puede ver uno de estos “monumentos”). Se sacaba la imagen del Sagrado Corazón y en su lugar se disponía la urna, seguida con una decoración en forma de arcadas y escaleras hasta el suelo, encima de éstos se ponían los «maigs» (mayos), finalmente en la parte inferior a ambos lados se situaban los dos armados que sostenían un cirio encendido en la mano. El «Monumento» se velaba desde el Jueves Santo hasta el Viernes Santo.
Estas dos imágenes probablemente formaban parte de un retablo que actualmente no se conserva, y podrían ser del estilo de los armados del “monumento”. Estas tallas de madera muestran un trabajo de tipo popular en el que se evidencia la voluntad de mostrar el movimiento, aunque sea mediante la disposición exagerada de partes del cuerpo y de los pliegues de los vestidos.
El confesionario es una pieza clave del rito católico.
A los pies del templo se incorporó un coro de madera elevado, utilizado por los cantores. Tradicionalmente, en la iglesia de Sant Feliu este espacio estaba reservado a los hombres del pueblo.
En el lateral norte, o del evangelio, a la izquierda una pequeña capilla, seguida del arco del transepto.
El siguiente es un retablo moderno, del siglo XX, que sigue las formas del neoclásico. En el coronamiento podemos observar el símbolo del Sagrado Corazón. Las imágenes del retablo son: a la izquierda el Sagrado Corazón, el medio San José con Jesús niño -esta fue donada por una casa de pueblo- y a la derecha San Isidro.
Al coro, montado sobre una tarima de madera, se accede por una escalera a los pies del templo.
Además de tener una perspectiva elevada sobre el interior del templo, existe un panel explicativo sobre el conjunto de la iglesia.
Al mismo tiempo, podemos ver un banco.
Otros elementos en la iglesia
En la Edad Media, el lugar del templo donde se ubicaba la pila bautismal no era arbitrario ya que se situaba en la zona más fría y oscura del recinto, en la esquina noroeste. Esta localización tenía el valor simbólico de anunciar que el niño antes de recibir el sacramento se encontraba en las sombras mortales del pecado original y que por medio del Espíritu Santo retornaba al bautizado a la luz de Cristo, representada por la cabecera y el altar.
Ésta es la disposición de la pila que se encuentra en la iglesia, justo en la esquina de la escalera de subida al coro. Como todo lo demás, la pieza maciza casi semiesférica de granito no presenta ningún tipo de decoración. Sólo una cubierta piramidal de madera protectora del agua, con estantes para objetos litúrgicos, de construcción barroca.
Otra imagen que podemos ver es la de un Cristo policromado en una cruz de madera. El estilo es de tradición barroca en cuanto a la disposición del cuerpo y al paño de pureza o perizonium.
Esta imagen es llevada por un capuchino durante el Vía Crucis de Barruera. Antes, durante el resto del año, se situaba en un pie de madera en el coro de la iglesia.
Iglesia de la Nativitat de Durro
Coordenadas: 42°29′53″N 0°49′15″E. Altitud: 1.376 msnm. Población habitantes: 51 (1719), 297 (1900), 102 (2000), 87 (2022)
Durro es la localidad que queda más aislada de todo el conjunto, colgada en medio de la montaña en el lado izquierdo de la Noguera de Tor, en un punto donde muere la carretera. Este mayor aislamiento explica la mejor conservación de la estructura popular del caserío, como vimos en el post de arquitectura tradicional en La Vall de Boí.
Por los datos de población del siglo XVIII, esta iglesia parroquial estaba al servicio de una pequeña comunidad que no llegaba al centenar de personas.
El pueblo se dispone en forma escalonada adaptada a la pendiente de la montaña, con la iglesia en la parte baja.
Como casi siempre, la iglesia parroquial de la Nativitat está situada en los márgenes del caserío, en el lateral occidental, con el cementerio parroquial todavía activo a su lado, rodeando la cara de mediodía y la cabecera del templo.
Al llegar, la iglesia ofrece la perspectiva de los pies del templo, con la torre-campanario de fondo.
Desde esta perspectiva aparece un edificio de dimensiones considerables, de unos 24 metros de largo por unos 10 metros de ancho y la torre-campanario de una altura de unos 26 metros.
La historia de la construcción de la iglesia de la Nativitat de Durro presenta una gran complejidad. No debemos olvidar que las iglesias, en tanto que espacios vivos, están sometidas a los cambios resultantes del paso del tiempo. Un crecimiento de la población, la aparición de nuevas devociones, las variaciones en la liturgia o la creación de una cofradía obligan a menudo a modificar su arquitectura y se convierten en testimonio vivo de la continuidad del culto.
En este caso, el origen corresponde a un templo románico de una sola nave coronada por un ábside semicircular hoy desaparecido. Esta edificación dataría del siglo XII. En una segunda fase, se habría construido un porche con cuatro arcadas en la fachada sur, protegiendo la entrada a la iglesia. En una tercera fase, se habría construido un transepto con dos absidiolas, en los siglos XII-XIII, dando como resultado una iglesia del tipo de una nave con transepto en forma de “T” con tres ábsides en la cabecera, ocupando el de la derecha una parte del porche.
La construcción de la torre se alojaría en el lugar del brazo izquierdo del transepto, haciendo innecesaria su absidiola. El muro del transepto correspondería a la base de la torre.
Posteriormente, se añadieron dos capillas de estilo gótico en el lado del evangelio, a continuación de la torre. Desde el punto de vista de la tipología serían de los siglos XVI-XVII.
Probablemente en el siglo XVIII, un conjunto de intervenciones afectó a la fachada principal, el transepto y la cubierta. Se derribaron los dos ábsides románicos que quedaban, construyendo una sacristía en el espacio liberado. El techo fue levantado por la construcción de una especie de buhardilla. El brazo sur del transepto se transformó en una capilla cubierta por una cúpula. También se añadió una capilla lateral en el lado sur, ocupando otro segmento del porche.
Por último, ya en el siglo XX, se llevó a cabo una intervención para rehabilitar y reacondicionar todo el conjunto.
El exterior
La llegada al recinto se efectúa por los pies del templo. Un muro de sillares, con refuerzos laterales y dos ventanas muy modificadas. El tejado se observa sobreelevado en una siguiente fase. En el extremo superior de las laderas del tejado a dos aguas, se elevan los restos de lo que podría haber sido una espadaña.
En el lateral derecho, correspondiente a la cara sur, se adosa un porche al que se entra por una gran abertura de arco de medio punto. La cubierta con estructura de madera da continuidad al tejado de la iglesia. Este porche fue edificado en época románica, poco después de la construcción de la iglesia, probablemente también a finales del siglo XII.
Los ábsides
Los tres ábsides semicirculares románicos que se supone que tenía la iglesia han ido desapareciendo a lo largo de los siglos.
Primero, la torre ocupó el lugar del brazo izquierdo del transepto, y el ábside fue derribado, quedando la forma del arco de acceso al ábside tapiada, como puede verse en las fotografías.
Después, en el siglo XVII, al instalar el retablo barroco plano, se recortó el ábside mayor, dejando de fondo una pared plana para soportar el retablo. Por el exterior permaneció una parte del ábside lombardo, claramente visible. Además, se abrió una puerta en la absidiola de la derecha para dar acceso a un recinto trapezoidal destinado a sacristía, que es el que se ve cubierto con un tejado piramidal.
Un friso con arcos ciegos de tipo lombardos con una cenefa de ajedrezado recorre el muro, bajo la cornisa del lado norte.
El muro norte tenía otro portal con arco de medio punto, sin elemento decorativo, actualmente no practicable.
La torre-campanario
Su construcción no puede ser posterior al siglo XIII. La torre se construyó a partir de dicho cuerpo preexistente. Las aberturas de los pisos superiores se transformaron durante dos intervenciones de las que no es posible determinar la simultaneidad. Una consistía en tapiar las ventanas inferiores y la otra abriendo grandes ventanales en la parte superior.
La torre-campanario no presenta ni el mismo estilo ni la esbeltez del resto de campanarios del valle, afectado también por sucesivas modificaciones, a pesar de ser la más alta de todas.
En las dos fotografías siguientes se puede comparar el estado de la torre en 1907, en el momento en que visitó la zona la “Misión arqueológica-jurídica en la raya de Aragón”, y el estado actual, donde se ha restituido la forma y elementos originales románicos.
Adosado a la fachada norte y junto a la cabecera del templo, se encuentra el campanario, una torre de planta ligeramente rectangular (6,6 x 5,1 metros de base y unos 26 metros de altura), de cinco plantas y una última que parece truncada por su pequeña altura. Es el más alto de todo el Valle de Boí
La base del campanario está formada por el brazo norte del transepto, del que ha desaparecido el ábside, pero donde el arco ciego señaló el arco de acceso.
Cada uno de los cuatro niveles superiores tenía cuatro aberturas, pero tanto en el primero como en el segundo piso, fueron tapiados, recuperados después de la rehabilitación.
En el segundo nivel las ventanas son geminadas, y triforadas las del tercer nivel, con arcos de medio punto. Con lesenas angulares en las esquinas.
La separación entre pisos, que sigue los esquemas decorativos lombardos de las iglesias del Valle de Boí, se determina por arcos ciegos que toman forma bajo frisos en forma de dientes de sierra.
En las dos plantas restantes, los grandes ventanales románicos se sustituyen por grandes aberturas con arcos apuntados similares a los de la iglesia del Coll. El nivel superior debió quedar sin terminar o fue parcialmente derribado. La torre tiene una cubierta piramidal de pizarra con cuatro taludes sostenidos por una estructura a base de vigas.
El campanario contiene cinco campanas, entre 40 y 100 centímetros de diámetro, de los años 1550 a 1800.
El porche y la portada
Al edificio original se añadió un porche formado por cuatro vanos de arcadas, dos de las cuales se transformaron en capillas, de las cuales la más occidental fue derribada en la última reforma del siglo XX, que ha dejado como resultado tres arcadas laterales de arco de medio punto sobre el cementerio y una arcada lateral, junto a poniente, por la que se accede al porche ya la iglesia.
El muro del fondo corresponde al lateral del transepto del lado de la epístola que sobresale del muro de la nave, por el que se entra en el templo.
La cubierta, de estructura de madera con losetas de pizarra, es la prolongación del tejado del templo.
La portada
La portada es una de las más elaboradas del conjunto de Boí. Está formada por cinco arquivoltas soportadas en tres chambas y dos columnas por lado, rodeada por una chambrana con relieves geométricos.
Las columnas tienen capiteles con relieves vegetales y zoomórficos bastante deteriorados.
La puerta de madera del templo es moderna del siglo XIX, pero tiene una notable cerradura de hierro forjado de origen medieval. La cerradura tiene una barra o cerrojo decorado con un arabesco reticulado de lentejuelas que acaba en representación de una cabeza de animal presuntamente una serpiente. La decoración de la placa que refuerza la cerradura es el elemento más interesante de este conjunto.
El interior
La planta
El interior del templo está formado por una sola nave, larga y estrecha de cuatro tramos con orientación canónica a levante, que había estado coronada con un ábside semicircular que fue recortado por un muro recto, con el añadido de un cuerpo de edificio de forma trapezoidal que sirve de sacristía. La cubierta del templo es de bóveda de cañón ligeramente apuntada, reforzada por arcos torales soportados en ménsulas.
Como ya se ha visto, desde su origen datado en el siglo XII, el templo ha sufrido tantas transformaciones sustanciales que, actualmente, su aspecto ya no tiene nada que ver con el original.
En la rehabilitación interior de la iglesia de la Nativitat no se ha querido devolverla al estilo y espíritu románico, sino que se ha respetado la organización espacial basada en la liturgia inspirada en el espíritu de Trento, así como la ornamentación y el mobiliario de la tradición barroca. Los cambios litúrgicos del Vaticano u otras transformaciones no han cambiado el interior de esta iglesia. Esta invariabilidad ha mantenido en el espacio interior un ambiente de sabor barroco popular digno de atención por su singularidad. A este ambiente se le añade la riqueza y variedad del mobiliario litúrgico, con piezas notables de una cronología variada.
El ábside central semicircular en origen fue descabezado en el siglo XVIII dejando forma de ábside recto, cubierto por un retablo barroco.
Está presidido por un gran retablo cortado, obra del barroco tardío.
Cada una de las cuatro capillas de la iglesia tenía su retablo y se conservan todos ellos.
La capilla situada más a levante, barroca en su configuración actual, se construyó en el transepto románico. Se accede por una bóveda de medio punto de perfil ligeramente apuntado. A la izquierda, un ábside con cubierta de cuarto de esfera, donde se abrió una puerta para acceder a la sacristía del siglo XVIII.
Puerta de enlace entre la sacristía y la capilla del sur, fechado en el siglo XVII-XVIII, siendo una pieza interesante dentro del conjunto.
Una pequeña puerta de arco de medio punto comunica el templo con el interior de la torre-campanario, en el lado septentrional.
Interior actual de la torre.
La perspectiva de los pies muestra claramente la cubierta de bóveda de cañón con los arcos torales, y dejan ver la altura bastante elevada de este templo en relación con las demás iglesias del valle.
Todo el primer tramo de los pies está ocupado por un coro elevado de madera, que actualmente realiza las funciones de zona museística.
Las capillas laterales
Dos grandes vanos de arco apuntado de estilo gótico, actualmente rebajadas en altura, dan paso a dos capillas unidas entre sí, cubiertas con arcos de crucería. Corresponderían a una ampliación del siglo XVII.
Objetos religiosos y parte museística
Como ya se ha visto en las iglesias de Santa Eulalia de Erill-la-Vall y de Santa María de Taüll, los descensos eran habituales en las iglesias románicas de la zona. En esta de la Nativitat también había un Descendimiento, del que quedan pocos componentes.
En la zona museística podemos admirar los restos de la figura de Nicodemo, la persona que desclavó a Cristo con unas tenazas mientras le sostenía el brazo.
El reflejo del cristal de protección no deja apreciar demasiado bien la figura.
En el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC), se expone el original la Virgen de este Descendimiento, de la segunda mitad del siglo XII. La talla en madera conserva restos de policromía al temple.
La pila bautismal románica del siglo XII, al igual que la que hemos visto en Sant Feliu de Barruera, es un bloque compacto semiesférico de granito muy rudimentario, de forma simétrica muy poco elaborada.
Un capuchón de cobertura del siglo XVIII protege el agua del recipiente.
Igualmente, escultóricamente poco elaborada es la pila de agua bendita.
El retablo mayor
El altar está presidido por el retablo mayor de Santa María, obra del barroco tardío de 1755.
Asimismo, cada una de las otras cuatro capillas de la iglesia alojaba su retablo, que se conservan todos in situ.
Se nos informa que en 1848 fue cuando se terminó de dorar el retablo.
Retablos de las capillas
En su ubicación original se conservan lo que resta de todos los retablos de las capillas. Con ellos, más el retablo mayor, disponemos del ambiente contrarreformista en el siglo XVIII, dentro de una arquitectura románica.
Retablo barroco, posiblemente dedicado a San Juan, de 1700-1720.
Retablo barroco de San Antonio, de 1732.
Retablo de la Inmaculada Concepción, renacentista de 1628.
Retablo barroco del Santo Cristo, de 1734.
Elementos museísticos
Además de los elementos repartidos por el templo en su lugar de uso original que hemos ido viendo, el coro se ha habilitado como espacio museístico con varias piezas de indudable interés.
Entre los muebles, un banco de madera, probablemente presbiteral, llama la atención por su excepcional carácter. y su importancia, con un respaldo formado por seis intradoses decorados, tres de los cuales corresponderían a la carpintería de los siglos XV-XVI. y otros dos tienen patrones cortados e interrumpidos, sin duda de origen románico reaprovechados.
Sitial del siglo XVI. La silla dentro de una iglesia se consideraba el asiento de mayor prestigio, en tanto que señalaba a su ocupante como personaje principal del grupo. El sitial era la silla para el oficiante de la misa y se situaba en un lugar destacado del presbiterio, normalmente a la izquierda, frente al banco del señor.
Pese a que los reflejos del vidrio de protección no permiten apreciarlos con claridad, estas tres planchas corresponden a tres tablas renacentistas que pertenecían a un retablo que sufrió un incendio. Hay que considerar que las iglesias con pocos recursos reutilizaban todo el material que perdía su uso primero, en este caso como escalones de la escalera del campanario. Fueron hallados en la restauración del templo en 1992.
Complementa este espacio paneles informativos de la evolución y la historia del templo de La Nativitat de Durro.
Ermita de Sant Quirc de Durro
Coordenadas: 42°29′43″N 0°48′42″E. Altitud: 1.494 msnm
A poco más de dos kilómetros de la iglesia de La Nativitat, hacia poniente, se localiza la ermita de Sant Quirc de Durro, que también forma parte del conjunto del Patrimonio Mundial de la UNESCO.
A mayor altitud que el pueblo, a unos 1.500 msnm, en posición dominante sobre el valle.
En el momento de la visita, no estaba permitido el acceso en coche hasta la ermita, a su vez cerrada, y, dadas las condiciones meteorológicas del día se nos aconsejó que no fuésemos andando. Nos tuvimos que conformar con observarla desde la distancia, como se aprecia en la siguiente fotografía, con la ermita vista desde la parte alta del caserío de Durro.
Por no dejar incompleta la presentación de todo el conjunto Patrimonio Mundial, he optado por aprovechar unas pocas fotografías de los fondos de Patrimonio y del Centro del Románico.
La ermita de Sant Quirc de Durro es un ejemplo de las numerosas ermitas rurales que había por todo el valle. Simbólicamente parece que se situaban en el límite entre los cultivos y el espacio de pastos, a los 1.400-1.500 metros, delimitando el paisaje agrícola del ganadero, de modo que cada capilla se convertiría en un lugar remarcable como espacio simbólico y social.
Edificada en el siglo XII en estilo románico, la construcción y la estructura es similar a la ermita de Sant Quirc de Taüll Por lo que se observa, la fábrica de sillares es de mayor calidad.
De una sola nave orienta canónicamente a levante, con ábside semicircular con una abertura en forma de aspillera, cubierta con pizarra, así como las dos vertientes del tejado del templo.
Aquí, a los pies se eleva una espadaña con dos vanos con campanas. Ambas campanas, de 50 cm, son modernas, de finales del siglo XX.
Ni el ábside, ni la puerta, ni las aberturas, presentan ningún motivo escultórico decorativo.
La puerta en el lado de mediodía, de arco de medio punto, es el único acceso al templo.
En torno a los siglos XVII-XVIII se hicieron reformas, construyendo una cubierta de bóveda de cañón y un pequeño coro a los pies.
El interior se ha conservado en el estilo barroco, y se presentan todas las superficies de muro y bóveda enlucidas. Un retablo plano, barroco del año 1708, esconde el ábside semicircular, convertido en pequeña sacristía, a la que se accede por las puertas en las que están representados San Pedro y San Pablo.
El altar está presidido por una figura gótica en alabastro que representa a Santa Julita con el pequeño Sant Quirc en los brazos sobre una peana.
En el frente del altar se ve una reproducción del frontal románico de Sant Quirc y Santa Julita que se conserva en el MNAC. Es de mediados del siglo XII. Pintado al temple sobre madera. La siguiente fotografía reproduce el original del MNAC.
Este frontal es un ejemplo de cómo se aprovechaban estos espacios para representar una iconografía sobre las vidas y los martirios de los santos, que siguen el ejemplo de Jesucristo, como modelos a imitar para conseguir la vida eterna.
Dentro de la mandorla central, como si fuera la Virgen con el Niño, están los santos mártires Julita y su hijo Quirc.
Las falles de Durro
Puede ser de interés terminar con una imagen de uno de los momentos culminantes del año en las tradiciones de la Vall de Boí: Las fiestas del fuego del solsticio de verano en los Pirineos: Falles, Haros y Brandons, declaradas Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.
A lo largo de los meses de junio y julio, cada pueblo organiza en días diferentes una bajada de fallas desde los altos de la vertiente de montaña en la que se encuentra cada localidad.
En Durro se toma como punto de partida la ermita de Sant Quirc.
Bases de información
Webs
Sant Feliu de Barruera
WHC-UNESCO, pp. 71 ss, 952
Nativitat de Durro
WHC-UNESCO, pp. 77 ss, 958
Sant Quirc de Durro
WHC-UNESCO, pp. 87 ss, 960