Una muestra permanente de Armas de Asedio medievales en el Castillo de Peracense (Teruel) nos permite establecer contacto sobre cómo sería un asedio a una fortificación en la Edad Media, y los trabajos y peligros para los soldados.
Armas de Asedio en el Castillo de Peracense
Armas de Asedio en el Castillo de Peracense
Castillo de Peracense. Municipi: Peracense. Comarca: La Jiloca. Provincia: Teruel. Com. Autónoma: Aragón
Visita: 2018
Índice
Las armas de asedio medievales
Un atractivo adicional a la visita al Castillo de Peracense lo constituye la exposición permanente de armas de asedio.
El acierto de la muestra se concreta en que se puedan ver estos artefactos, que hay que suponer que se han reproducido a escala natural, en un contexto físico real enfrentados a una fortaleza.
Este hecho permite apreciar la relación de volúmenes y tratar de imaginar las dificultades, fatigas y peligros en su uso para los soldados y la tropa.
La visualización de estas armas ayuda a comprender un poco más las condiciones que rodeaban al papel de los castillos y fortificaciones, así como las actividades de atacantes y defensores.
Como señalan en la entrada “Poliorcética Medieval” publicado en la web Arteguias: “La poliorcética o arte de atacar y defender las plazas fuertes resulta fundamental a la hora de estudiar el mundo de la guerra en la Edad Media pues, la inmensa mayoría de los enfrentamientos que tuvieron lugar en este período, se solucionaron ante los muros de las fortalezas o de las ciudades y no en campo abierto.”
En primer lugar, es interesante diferenciar las distintas técnicas de asalto empleadas durante la Edad Media para poder presuponer cuales deben ser las armas útiles para ello. Estas son las técnicas de ataque como las clasifica el artículo:
Técnicas de asalto
El asalto por sorpresa
El asalto por fuerza
El sitio o cerco (asedio)
A su vez, dividen estas máquinas de asalto y defensa desarrolladas en aquella época en tres grandes tipos:
Tipos de máquinas
Artillería: de torsión; de contrapeso de tracción manual; de contrapesos fijos; de tensión
Máquinas de golpeo
Máquinas para la superación de las murallas por altura: escalas i torres de asedio.
Las muestras de máquinas expuestas
Se trata de 15 máquinas de guerra que abarcan desde el siglo VII en el siglo XV.
En este Post me limitaré a presentar fotografías de las armas expuestas y del panel informativo que acompaña a cada una de ellas, incorporando su transcripción para facilitar la lectura del texto del panel, que en la fotografía se hace dificultosa.
Dabbabah (siglo VII)
“El dabbabah, también conocido como oruga, era una de las máquinas protectoras más comunes usadas entre los ejércitos musulmanes. tenía una estructura triangular en forma de cubierta a dos aguas, que se reforzaba con tablas de madera y, en la mayor parte de las ocasiones, quedaba protegida con pieles sin curtir. Para su desplazamiento disponía de cuatro ruedas, dos en la parte delantera y dos en la trasera, colocadas en dos ejes.
Este ingenio fue usado por el profeta Mahoma en el asedio de Taif, ya durante el siglo VII. Su empleo no tuvo éxito, ya que fueron quemadas con barras de metal incendiarias, lo que demuestra que sus recubrimientos carecían de la efectividad suficiente. A pesar de sus fracasos iniciales, continúo en uso como forma de protección a lo largo de toda la Edad Media.”
Lu’ab
“La más antigua de las piezas musulmanas de contrapeso, basadas en el sistema de tracción manual, era el lu’ab. Su bastidor era muy simple y constaba, básicamente, de un palo vertical con varias patas para apoyarse en el suelo. Horizontalmente, y encima de él, se disponía un palo unido al anterior por medio de un eje, equipado con una serie de cuerdas en un extremo, y en el otro un gancho para disponer la onda.
Por la simpleza de su diseño, su brazo podía ser movido en cualquier dirección, lo que facilitó que se convirtiera en una de las máquinas más versátiles para lanzar piedras. El alcance de lu’ab, que era el más pequeño de los manjaniqs propulsados por la fuerza humana, era bastante reducido, así como tamaño de los proyectiles que podía disparar. su versión de mano era operada por un solo hombre.”
Tigre agazapado (siglo VIII)
“Los ejemplares más potentes de las máquinas de tracción manual empleados por los ejércitos chinos y mongoles eran los de cuatro patas. Gracias a su especial anclaje al suelo gozaban de una mayor estabilidad, que también redundaba en la posibilidad de adoptar unas dimensiones mayores. En cuanto a sus diseños era muy variados, en función de la inclinación de las patas y de su número.
Todos estos modelos chinos iniciales, con ligera posterioridad, darían lugar a los ingenios conocidos en el mundo islámico como manjaniq franco y manjaniq turco. Estás piezas de artillería de tracción humana llegaron desde China hasta el mundo musulmán y Bizancio a través de los pueblos nómadas que se movían entre ambos territorios. Desde allí se extendieron hasta Europa occidental de la mano de los musulmanes, haciendo acto de presencia en primer lugar en la Península Ibérica, desde dónde fueron exportados al resto de Europa.”
Manjaniq turco
“Las piezas de artillería de contrapeso hicieron su aparición en el mundo musulmán en un momento indeterminado durante la primera mitad del siglo VII. Debieron llegar de la mano de los pueblos nómadas, que se movían en el espacio comprendido entre China y el Imperio Persa-Sasánida.
Uno de los modelos que describe al-Tarsusi en su tratado (1187) es el manjanic turco. Su marco era más simple de erigir de todos los manjanics complejos de tracción manual, pues estaba mucho más abierto que el resto de ejemplares contemporáneos. Sin embargo, el brazo rotatorio, la Junta y la Unión para las cuerdas eran muy similares.
A pesar de que el bastidor no disponía de unas medidas precisas, sí que era necesario que la viga horizontal se acomodara a unos cánones. Para cualquier manjanic de tracción humana, las medidas ideales radicaban en qué tres cuartos del brazo estuviera en el lado de la onda y tan solo una parte, en el extremo de las cuerdas desde donde se disparaba la máquina.”
Qaws-al-ziyar (siglo XII)
“La más común de las piezas de artillería musulmana De torsión era el QAWS-AL-ZIYAR, Que aparece representada en el Tratado de al-Tarsusi (1187). En cuanto a su diseño, resultaba totalmente innovador, pues la máquina estaba integrada por dos grandes piezas independientes.
La primera de ellas era una gran estructura con forma de cubo, dentro de la que se disponía el bastidor del arco, añadiendo un agujero en su parte frontal a través del cual era disparada la flecha. Madejas mixtas de pelo de caballo y de tendones se enrollaban alrededor del marco y su parte exterior, proporcionando la potencia para el funcionamiento de la máquina. La segunda de las piezas estaba formada por un complejo sistema de torno, desplazado por medio de rodillos y poleas.
Está elevada complejidad conducía a que el tamaño de la máquina supera ampliamente los seis metros de longitud por más de tres de altura, alcanzando un peso en torno a la tonelada. sin la ayuda del torno, sería necesario el concurso de 20 hombres para cargar la pieza, cuyos proyectiles estaban próximos a los 2 kg de peso.”
Ballesta de torno
“La pieza de artillería de tensión más popular durante la Edad Media fue la ballesta de torno, conocida en el mundo musulmán con el nombre de jarkh. Constaba básicamente de un cuerpo similar al de las ballestas de mano, pero con la novedad de presentar un arco de mayores dimensiones, cuya medida se situaba siempre por encima del metro.
En su parte posterior disponía de un torno o polea, elemento necesario para la carga de la pieza. A causa del elevado tamaño y peso del ingenio fue necesaria su instalación encima de una base dotada de una junta universal, que permitía apuntar en cualquier dirección y a cualquier altura.
Esta máquina fue usada con gran asiduidad durante los siglos XII, XIII y XIV, apuntando referencias y representaciones suyas en las fuentes documentales. Aunque estas piezas de artillería eran portátiles, también contaron con diseños más pesados, capaces de disparar flechas de medio kilo a una distancia de más de 400 m.”
Mantelete
“Las máquinas para la protección de los soldados resultaban fundamentales, de cara a las maniobras de acercamiento de las tropas a los muros, ayudando activamente en la protección de los obreros que realizaban las tareas de asedio o de minado. A pesar de que muchos asedios no se utilizarán las grandes máquinas de asedio, este tipo de ingenios no podían faltar si se quería evitar un elevado número de perdidas entre las filas atacantes.
Los ingenios protectores eran muy variados, así como sus nombres. Términos como vineae, mantas, manteletes, zarzos, gatas, bancos pinjados o paveses son empleados para describir máquinas con tipologías muy diferentes.
Tenían forma de parapetos, casetones o grandes escudos, pudiendo estar fabricados en madera y mimbre o cuero. También existía la posibilidad de que contarán con ruedas o carecieran de ellas, además de presentar saeteras o techos almenados, de tal manera que se veía incrementada su capacidad protectora. El modelo aquí presentado es muy simple y adopta la forma de muro frontal con ruedas, están dotados de aspilleras para permitir el disparo desde su parte trasera.”
Mantelete para artillería (siglo XIII)
“El mantelete fue la primera forma de protección adoptada por los ejércitos para acercarse hasta las murallas enemigas. Era una especie de muro formado por un panel de grandes dimensiones construido con tablas de madera. El modelo aquí presentado es más pesado que los previos, añadiendo la presencia de cuatro ruedas dispuestas en dos ejes, diseño que aumentaba su capacidad de movimiento.
Otra de las características interesantes de la máquina era que su estructura defensiva resultaba abatible, siendo el complemento perfecto de las primeras piezas de artillería de pólvora. Los cañones primigenios operaban con un proceso de carga y recarga extremadamente lento, por lo que se disponían detrás de estos manteletes abatibles, siendo abatido el panel frontal únicamente a la hora de disparar. Gracias a este peculiar diseño los soldados estaban siempre protegidos, exponiéndose tan solo durante un tiempo muy reducido.”
Máquina para la defensa de murallas (siglo XIII)
“En el mundo musulmán y oriental fueron numerosas las máquinas utilizadas para la defensa de las murallas. A causa del elevado número de combatientes que participaban en las operaciones de sitio, todas ellas se caracterizaban por su gran contundencia, lo que les permitía abatir varios soldados de un solo impacto.
Muchas de ellas utilizaban rodillos dotados de pinchos, cuyo fin era dejarlos caer sobre el enemigo cuando esté trataba de asaltar las murallas. Las máquinas aquí presentadas constan de una poderosa estructura dotada de ruedas, cuya disposición permitía el desplazamiento lateral a lo largo de la muralla, pudiendo acudir a cualquier punto que fuera atacado. Por medio de un sistema de polea en su parte superior, la cuerda permitía dejar caer el rulo sobre los incautos asaltantes.
Gracias a ese sistema se podía recuperar el ingenio con suma rapidez y poder utilizarlo nuevamente en cualquier otro punto del perímetro amurallado. Este tipo de ingenios resultaban especialmente útiles para combatir los asedios por medio de escalas, al barrer a todos los que ascendían de un solo golpe.”
Rueda de fuego
“Las ruedas de fuego fue una de las armas incendiarias más empleadas por los ejércitos durante la Edad Media. Su construcción era muy simple y constaba básicamente de dos ruedas de carro, unidas entre sí por medio de un tablón de madera, de forma que el resultado fuera un cilindro de grandes dimensiones. Este se rellenaba de sustancias inflamables, a las que se les prendía fuego, y a continuación se hacía rodar ladera abajo. Gracias a su especial configuración, adquirí a gran velocidad, convirtiéndose en un arma terrible para los contingentes de infantería, así como para las máquinas de asedio.
A causa de la sencillez de su construcción, la rueda de fuego se convirtió en el arma preferida de los ejércitos medievales, siendo usada también en batallas campales. Además de sus efectos físicos, eran importantes los psicológicos, pues era capaz de barrer filas completas de soldados quemándolos vivos.”
Trabuco de contrapeso
“El trabuco de contrapeso fue inventado en el este del Mediterráneo durante la primera mitad del siglo XII. La construcción de este tipo de piezas fue consecuencia directa de la intensa actividad militar que se estaba produciendo en este territorio, dónde habían construido diferentes tradiciones militares: la de Bizancio, la musulmana y la que traían los cruzados cristianos europeos. Se había creado el caldo de cultivo necesario para que las piezas de artillería sufrieran una evolución definitiva.
Esta máquina funcionaba con el mismo principio que los ingenios de tracción, pero la fuerza humana había sido sustituida por una caja rellena de tierra, arena, piedras o plomo. Se busca obtener la mayor energía posible de la caída del contrapeso, al mismo tiempo que se ganaba imprecisión. Suponía una notable evolución respecto a las predecesoras, pues permitía disparar proyectiles más pesados, que llegaban a alcanzar la media tonelada, y a una distancia mayor.”
Grúa elevadora
“Los ejércitos cristianos hicieron un amplio uso de las grúas de elevación. Todas ellas se basaban en el principio del contrapeso, empleando la misma tecnología usada en las grandes piezas de artillería diseñadas para lanzar piedras.
En la obra de Valturio (1472) aparece representada una de estas máquinas. Constaba de una base de grandes dimensiones en forma de cruz, sobre la que quedaba erigido un palo vertical. En su parte superior se disponía una viga transversal que creaba un sistema similar al de la balanza. Uno de los extremos del palo horizontal iba equipado con una serie de cuerdas desde las que tirar, de manera que se levantará la otra parte en la que estaba dispuesto un tonel.
Cuando el extremo más alejado de las murallas bajaba, y el otro subía hasta alcanzar los coronamientos de los muros, de tal forma que los soldados pudieran penetrar en el interior del recinto amurallado enemigo.”
Ariete
“El ariete consistía en una estructura en forma triangular o cuadrada que, por medio de cuerdas, suspendida la viga de golpeó en su interior. Para mover este ingenio se tiraba hacia atrás con las cuerdas desde el lado opuesto a donde estaba la cabeza y luego se soltaba en una especie de movimiento de balancín. Con el objeto de facilitar su desplazamiento, este diseño quedó ubicado sobre un chasis de madera con ruedas.
Estas innovaciones introdujeron grandes novedades a la hora de proteger a los soldados, facilitando las maniobras de aproximación hasta la base de los muros. Algunas ilustraciones de finales de la Edad Media muestra arietes dentro de un cobertizo cuneiforme colocado sobre ruedas y armado con un extremo puntiagudo de hierro.
El modelo de ariete diseñado por Taccola constaba de un chasis con ruedas, sobre el que se había dispuesto una estructura con cubierta a cuatro aguas, dentro de la que albergaba a una viga de grandes dimensiones. El especial diseño hacía que la máquina estuviera blindada hasta su último rincón, guardando ciertas similitudes con los primeros tanques.”
Brigola de dos cajas (siglo XV)
“Dentro de las máquinas pertenecientes a la familia de los trabucos de contrapeso, uno de los prodigios tecnológicos más significativos lo constituye la brigola de dos cajas. Sí bien, muchos de sus elementos eran similares a los del resto de máquinas para lanzar piedras del periodo, presentaba la novedad fundamental de estar equipada con dos contrapesos independientes, lo que facilitaba que multiplicar a su potencia por dos. Al mismo tiempo, esta innovación forzó a la realización de importantes modificaciones en otros de sus elementos estructurales, sobre todo en su chasis.
El sistema de alzado vertical, basado en dos triángulos opuestos entre sí sobre los cuales se apoyaba el eje de giro del brazo pivotante, debió ser sustituido por un puntal vertical con contrafuertes. Fue necesario adoptar estas medidas, de cara a impedir que los contrapesos impactaran contra la estructura de la máquina en su descenso. El alcance de esta máquina se eleva por encima de los 100 metros, para proyectiles cuyo peso solía oscilar entre los 20 y los 100 kilos.”
Escala de asalto
“El método más barato y rápido para tratar de tomar una fortaleza era la superación de los muros con la ayuda de las escalas, pero también el más peligroso y el que solía costar un mayor número de vidas y entre el ejército atacante. Las escalas podían adoptar formas muy diferentes, desde modelos simples y que no sería más que escaleras de madera, hasta otros muy complejos con mecanismos elevadores.
En la obra de Valturio (1472) aparecen representadas escalas fabricadas con correas y hebillas, que podían ser desplegadas como espalderas con bisagra. A la hora de su puesta en funcionamiento, resultaba muy importante que, tanto los modelos más simples de escalas como los complejos, se hubieran probado antes de realizar el ataque. Estás pruebas permitían asegurar su resistencia, evitando que se vinieran abajo por el peso de los numerosos soldados que debían subir por ellas al mismo tiempo.
El diseño de Valturio estaba constituido por un chasis con ruedas, en el que se había dispuesto una escalera atada y que podía ser subida o bajada en función de las necesidades por medio de un torno. Introducía la novedad de que sujetaba de forma fija la escala, impidiendo que los sitiados pudieran empujarla por medio de garfios y tirarla al suelo.»
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