El Castillo de Peracense (Teruel) es un exponente de los castillos roqueros montanos medievales. La rehabilitación muestra completas todas las murallas y fortificaciones del recinto.
Castillo de Peracense
Castillo de Peracense (La Jiloca, Teruel)
Castillo de Peracense. Municipio: Peracense. Comarca: La Jiloca. Provincia: Teruel. Com. Autónoma: Aragón
Coordenadas: 40°38′13″N 1°28′50″O. Altitud: 1.365 msnm
Bien de Interés Cultural
Visita: 2018
Castillo de Peracense (La Jiloca, Teruel)
Como tipología, el Castillo de Peracense podemos ver que por su origen podríamos catalogarlo como un castillo de asentamiento, es decir, que históricamente ha sido lugar de asentamiento para todas las culturas que han habitado ese territorio, hasta llegar a convertirse -se en el castillo con la forma actual. Se han encontrado vestigios de la Edad del Bronce, de unos 3.000 a.C. También de celtíberas y romanas. Los árabes igualmente ocuparon ese lugar, pero la forma del castillo proviene de la reconquista por el Reino de Aragón construyendo un castillo de frontera. Posteriormente tendría la función de prisión.
Por su ubicación es un ejemplo de castillo roquero montano, sobre un peñasco en el límite meridional de la Sierra Menera, dominante sobre el valle del río Jiloca. La condición de montano hace que la accesibilidad hasta la base del castillo sea relativamente fácil, sobre todo desde el páramo de Rodenas.
El territorio
El Castillo de Peracense -en la comarca del río Jiloca- aprovecha la topografía del terreno para conformar un enclave defensivo casi inexpugnable. Se asienta sobre una mole rocosa, fuertemente escarpada, de piedra arenisca de color rojo (conocida como rodeno). Constituye el límite meridional de Sierra Menera, conformando un entorno natural único, junto al cercano cerro de San Ginés. La utilización de la misma piedra arenisca roja para la construcción de la fortaleza permite obtener un conjunto totalmente integrado en el paisaje. Su cota media es de 1.365 msnm.
El territorio conforma un conjunto de factores que pueden ayudar a explicar la importancia de su ubicación desde tiempos lejanos.
La Sierra Menera (zona de Ojos Negros) contiene minerales de hierro (limonita y goethita) que fueron explotadas desde el siglo V a.C. hasta finales del siglo XX. Tiene una posición visual dominante sobre el valle del río Jiloca. Formaba parte de la frontera del Reino de Aragón con el Reino de Castilla. Por último, la formación rocosa asomada sobre el valle en el límite de una meseta le otorga una posición casi inexpugnable.
Antecedentes históricos
Como reseña histórica hay que señalar que el espacio que actualmente ocupa el recinto fortificado, ha sido habitado en épocas sucesivas por culturas diferentes desde la Edad del Bronce, hace unos 3300 años, y en época celtibérica y romana.
En los siglos X-XI el interés de los sarracenos de Albarracín para controlar la frontera y explotar los recursos de hierro de Sierra Menera parece que llevaron a desarrollar un poblado que, teniendo en cuenta las condiciones defensivas del lugar, y esta proximidad a las minas, es probable que se dotara de una pequeña fortificación.
Pero será con la reconquista aragonesa de este territorio a mediados del siglo XII que adquiere importancia geoestratégica. Recibía el nombre de Petra Solez. Primero lo administró varios caballeros o tenentes, llegando a convertirse en la sede de un señorío, hasta que en 1312 lo adquirió el rey de Aragón por su valor estratégico, quedando adscrito a la Comunidad de aldeas de Daroca. En este momento es cuando se construye la fortaleza del Castillo de Peracense, con ampliaciones posteriores en los siglos XIV y XV, hasta darle el aspecto actual.
Durante la Guerra de los Dos Pedros, entre Pedro I de Castilla y Pedro IV de Aragón (1356-1369) la fortaleza adquirió la mayor importancia.
A diferencia de muchos otros castillos del entorno, el de Peracense, no fue destruido ni abandonado tras la unión dinástica de los Reyes Católicos, y continuó siendo utilizado, primero como prisión hasta 1834 y después, durante la I Guerra carlista (1833-1840), como cuartel de un destacamento del ejército liberal.
Luego la fortaleza fue abandonada y saqueada de materiales constructivos.
Ya en el siglo XX, para dar trabajo a los mineros tras el cierre de las minas de Ojos Negros se ejecutó un plan de recolocación con la restauración del Castillo entre los años 1987 y 1991, dejando el Castillo en la forma que se puede observar actualmente. La restauración fue dirigida por los arquitectos José Mª Sanz y Pedro Ponce de León, y las excavaciones arqueológicas que la acompañó por José Luis Ona González.
Lo que ahora vemos cuando visitamos el castillo es pues, de hecho, una reconstrucción muy amplia hecha a partir del año 1987 sobre una fortificación en semi ruina, pero que conservaba suficientes elementos estructurales y de referencia para guiar la rehabilitación.
Si se observa con un poco de atención, es fácil ver cuáles son las partes renovadas, pero, hay que decir, que el resultado es bastante convincente para un profano como yo.
A continuación, pongo dos ejemplos del resultado de la restauración, lo que permite abrir una reflexión sobre el valor de lo que vemos en muchas de nuestras visitas a obras del pasado.
Descripción del Castillo de Peracense
El Castillo está situado sobre un peñasco del extremo sur de una meseta de la Sierra Menera. De ahí la clasificación como castillo roquero montano.
El recinto ocupa una superficie de unos 4.000 metros cuadrados y está formado por tres recintos amurallados con accesos sucesivos.
Al primer recinto, o recinto inferior (parte derecha del plano), se accede desde el exterior por la puerta (1). La puerta (9) da acceso al recinto intermedio, en una posición más elevada, cerrando la muralla exterior por la parte superior del plano. En un extremo del recinto intermedio, sobre un gran peñasco, se eleva el recinto superior, conformando la zona residencial del señor o el alcaide, según los momentos.
El exterior del Castillo
La llegada al castillo se puede efectuar subiendo desde el pueblo de Peracense, en el valle del Jiloca, o desde el pueblo de Rodenas, situado en el altiplano de los páramos de Pozondón-Rodenas a la misma altitud. Por tanto, el acceso hasta la base del castillo es relativamente fácil.
Llegado a este punto del camino (actualmente carretera) se eleva el peñasco que sirvió de base a la estructura del castillo.
Por esta parte, el castillo está protegido por una torre de defensa en el vértice oeste, de la que parten dos lienzos a 900 de una elevada muralla. Por el lateral norte un camino va a buscar la entrada por el lugar más accesible al recinto.
La muralla se detiene en un roquedo que hace las funciones de torre, y luego continúa hasta el siguiente roquedo mostrado la apertura de la puerta principal, por la que se accede al recinto inferior.
Recinto inferior
El primer recinto queda delimitado por la muralla principal al oeste -de 3 metros de grosor-; la muralla norte, donde se sitúa la puerta principal -de menor espesor por estar mejor defendida por la fuerte pendiente de este lado-; y por una muralla interior de recorrido irregular. Este espacio toma la forma de una especie de triángulo isósceles, conforma el albacar, ya que tenía la función de servir de refugio para los lugareños, con sus rebaños y bienes, en caso de ataque enemigo.
Este recinto ocupa aproximadamente la mitad de la superficie total de la fortaleza.
Recinto intermedio
Este recinto corresponde a lo que se acostumbra a denominar plaza de armas.
Formando otro casi triángulo isósceles opuesto al anterior, se configura el recinto intermedio, comunicado con el anterior por una puerta de medio punto.
El lado interior de este triángulo corresponde a una muralla de trazado irregular que contiene la puerta de acceso hasta el vértice donde se sitúa la Torre del Hospital en el sureste de la fortificación (14). Junto a la puerta de acceso, y elevado sobre la roca, se sitúa en el cuerpo de guardia (10) que hace las funciones de torre. A partir de este punto, en la actualidad y adosado al muro, se ha construido un recinto que acoge un pequeño museo que muestra la historia del recinto.
La torre de guardia (13) se la conoce popularmente como Torre del Hospital, la cual articula los recintos intermedio y exterior en el flanco oeste de la fortaleza, el más expuesto a posibles asaltos.
El segundo lado del triángulo comienza con un corto muro que continúa en ángulo hasta encontrarse con el roquedo sur del recinto. En el vértice de este ángulo se construyó por el exterior otro muro con la función de impedir los movimientos por el roquedo, que no está dotada de muro dado que ella misma hace de muralla natural.
A partir de este punto, el roquedo hace de muralla natural por todo el lateral sur. En el ángulo sureste de la base del triángulo, unas paredes superpuestas en el roquedo definen diversos espacios constructivos, pero la muralla de hecho sigue siendo el roquedo. En este lado, a un nivel más bajo que el resto del recinto, se localiza un espacio denominado «la carcel» (16), la capilla y la necrópolis (17) y un descenso escarpado que forma un pasillo natural de acceso al interior del castillo con una poterna, que comunicaba con una antigua aldea –Los Casares-, del que sólo quedan algunos restos, situado a los pies del castillo.
La importancia del recinto intermedio viene dada porque este espacio acogía todas las instalaciones ocupadas por la guarnición del castillo: dormitorios, cocinas, corrales, letrinas, taller de herrería, curtiduría, capilla, etc. Algunas de estas dependencias se han descubierto arqueológicamente.
El otro elemento indispensable es el aljibe (15), que ya he citado, que recogía aguas pluviales, dado que en el recinto no hay ninguna fuente ni pozo.
La base del triángulo la forma el elemento más singular de todo el castillo, lo que configura el recinto superior, asomado sobre el abismo.
Recinto superior
En el extremo este del castillo, sobre la base del hipotético triángulo que he definido, y sobresaliendo sobre el precipicio, se alza un impresionante tormo de piedra de rodeno, de forma alargada. Sobre él se construyó el núcleo principal de la fortificación, que asume en cierto modo la figura de la torre del homenaje de los castillos clásicos.
Realmente es una singular y espectacular construcción roquera. Observando la construcción desde el recinto intermedio vemos alzarse un muro con un único vano (19) de acceso sobreelevado a 8 metros de altura en relación a la base del recinto, y un matacán en el extremo superior. Actualmente para acceder hay una escalera de madera, supongo que debía haber algún sistema parecido porque es imposible para una persona corriente llegar al vano, incluso escalando.
Este conjunto está formado por tres niveles construidos que avanzan escalonadamente hasta el límite extremo del tormo. Esto significa que no hay ninguna superposición de estancias. De hecho, si observamos el plano de este recinto presentado anteriormente, la sensación visual es que se trata de una sola planta que va desde la referencia (19) a la (26). Los dos patios interiores del recinto son pendientes en la roca que llevan cada uno al nivel superior.
Una vez traspasado el vano de entrada (19) una escalera excavada en la piedra lleva al primer patio interior.
Saliendo a la izquierda se accede a una sala (21) que posiblemente fue el polvorín.
Volviendo al patio, a la espalda se eleva el muro de la fachada que, por el interior, adopta la forma de torre con acceso al matacán. Como es imaginable, las vistas al este dan un completo dominio sobre los recintos anteriores y sobre el entorno de acceso al castillo.
A continuación, se sube a un nivel superior, cerrado por un muro, que da acceso a un segundo patio interior.
A este nivel está dispuesta la cocina con el horno (22) y una estancia que podría haber sido una despensa (23).
Ascenderemos nuevamente por el patio pasando junto a una pequeña poceta (28) y entraremos en un nuevo pequeño patio que contiene un aljibe más grande que tenía cubierta (29), hasta llegar a la planta superior que corresponde a la residencia principal del castillo.
La residencia está formada por dos estancias. La primera es la sala mayor (24). Esta sala es la más notable de todo el castillo, con unas dimensiones de 3, 70 por 11, 20 metros (41,50 m cuadrados), está cubierta por una bóveda de cañón apuntado. En su pared sur se abren dos estrechos aberturas de ventilación.
En el lado norte una puerta conduce a una sala más pequeña, también con bóveda de cañón apuntado, de 2, 80 x 4 metros (11,2 m2), quizás para uso privado del alcaide, con una chimenea.
La apertura de esta sala, como la del anterior, también da sobre el valle del Jiloca.
Los muros que cierran el espacio de los tejados, donde se recoge el agua de lluvia hacia los aljibes.
Al mismo tiempo, esta terraza ofrece la mejor panorámica de vigilancia y dominio sobre el valle del río Jiloca, una de las funciones principales del Castillo de Peracense.
Terminada la visita al Castillo de Peracense uno se pregunta cómo sería la vida en esta fortaleza.
De cómo vivían los soldados y siervos no queda ningún rastro en la plaza de armas.
En el caso de los señores y alcaides se observa que en el recinto superior, hipotético lugar de su residencia, sólo se ve una estancia que dicen que sería el polvorín, la cocina y la despensa y, por fin, una «gran sala» de 41,5 m2 y un anexo con chimenea de 11,2 m2 .
También impresiona imaginar como deberían hacérselo para construir el recinto superior.
Con estos y otros interrogantes, podemos dar por bueno el haber optado por su visita, recomendable para los interesados por los castillos, por la historia y para conocer territorios en cierta forma un poco alejados de los circuitos más popularizados.
Exposición de armas de asedio medievales
Para complementar el interés de la visita, en las explanadas del castillo hay distribuidas una quincena de reproducciones de armas de asedio medieval a tamaño natural, en forma de Exposición permanente.
Habrá que dedicarle un Post para poder ver en detalle estos ingenios de guerra.
Recreación medieval y mercado medieval
Cada verano, a primeros de agosto, entre los muros del castillo de Peracense se organiza una recreación y mercado medieval, con luchas entre caballeros, puestos de artesanía, y música, con una gran cena medieval.
Bases de información
Webs
Visita virtual
Web academic
Mario Lafuente Gómez, El control de las fortificaciones en las grandes Comunidades de aldeas aragonesas en el tercer cuarto del siglo XIV
Jesús Gerardo Calvo Franco y Antonio Hernández Pardos, El juego en la edad media y su uso en la educación patrimonial: el Castillo de Peracense
María Victoria Sánchez González, La impronta histórica de la Comunidad de Aldeas de Daroca
Enlace con el Post: El Batán. Sierra de Alabarracín