La propuesta de visita a los Jardines de Cap Roig y la muestra de esculturas (Calella de Palafrugell, Girona) pone en contacta la belleza del paisaje de la Costa Brava con el arte escultórico contemporáneo.
Esculturas en los Jardines de Cap Roig (Girona)
Esculturas en los Jardines de Cap Roig, Calella de Palafrugell, Baix Empordà, Girona
Localidad: Calella de Palafrugell. Municipios: Palafrugell y Mont-ras. Comarca: Baix Empordà. Provincia: Girona. Com. Autónoma: Cataluña
Coordenadas: 41°52′34″N 3°10′31″E. Altitud: 86 msnm.
Web: obrasociallacaixa
Visita: 2019
Esculturas en los Jardines de Cap Roig, Calella de Palafrugell, Baix Empordà, Girona
Durante la estancia en Casamar. Hotel-Restaurante, una de las salidas más cercanas y agradables puede ser acercarse a los Jardines de Cap Roig, en menos de 10 minutos en coche, o a unos ¾ de hora a pie, a 3 kilómetros. Por ejemplo, se podría ir por el camino de ronda que seguimos el Post: Camino de ronda de El Golfet a Calella de Palafrugell y Llafranc.
El Castillo de Cap Roig
En 1927 el coronel ruso Nicolai Woevodsky, amante del dibujo y la arquitectura, y la aristócrata inglesa Dorothy Webster, decoradora, aficionada a la arqueología y a la jardinería, decidieron vivir en el corazón de la Costa Brava. Se hicieron construir un castillo-palacio historicista de estilo medieval en un saliente elevado de pizarra rojiza, rodeado de 17 hectáreas de jardines, en el paraje que hoy conocemos como Cap Roig,
Aislado en medio del bosque de pinos, encinas y alcornoques, a 3 km del pequeño núcleo de pescadores de Calella de Palafrugell.
Aún ahora, el lugar queda distanciado de la expansión urbana de Calella de Palafrugell, y en la entrada a uno de los pocos espacios casi vírgenes de toda la Costa Brava, hasta la playa de Castell de Palamós.
En 1969 los Woevodsky cedieron todo el conjunto a cambio de que se garantizara la conservación del patrimonio paisajístico y arquitectónico. La pareja descansa, como deseaba, en uno de los lugares más bellos de este paraje.
Los avatares del sistema bancario español de estos últimos años han hecho que en la actualidad el legado haya ido a manos de la Obra Social «la Caixa».
El jardín se ha convertido en un jardín botánico, con cerca de 1.000 especies botánicas procedentes de todo el mundo.
Además, los caminos del Jardín acogen un museo de escultura al aire libre, con más de veinte obras de reconocidos artistas nacionales e internacionales.
En verano, un auditorio al aire libre es el escenario de uno de los festivales eclécticos de música más importantes de Cataluña: el Festival Jardins de Cap Roig.
Recorrido por el Jardín Botánico y la muestra de esculturas
La mejor estación para visitar un jardín es, sin duda, la primavera. Pero, si no es posible hacerlo en esta época del año, los Jardines de Cap Roig disponen de suficientes atractivos como para que cualquier momento del año justifique su visita.
La situación privilegiada del Castillo de Cap Roig se puede apreciar desde el Faro de San Sebastián, justo en el centro de la fotografía, rodeado de bosque.
Cuando nos acercamos, el Castillo sobresale en el promontorio.
Subiendo por el camino que conduce al Castillo, antes de llegar a la zona de aparcamiento, a la izquierda aparece el edificio de entrada al recinto del Castillo, y que sería la entrada principal que a través del jardín conduce al edificio central del castillo-palacio.
Durante los conciertos del Festival, es la puerta de acceso al auditorio.
El Poblado
El acceso a la visita se realiza un poco más adelante, en lo que se llama El Poblado (1). Quiere recordar una plazoleta y un pueblo de estilo mediterráneo. Actualmente acoge el acceso y los servicios para el público.
Alojaba a los trabajadores y familias que construyeron el castillo y el jardín. En la plaza hay dos magníficos ejemplares de alcornoques.
Camino del Castillo
Saliendo del Poblado, el camino del Castillo (2) comienza el paseo por el jardín.
A lo largo del recorrido tendré ocasión para ir presentando cada una de las esculturas del Museo al aire libre.
A la izquierda la primera escultura (A) nos da la bienvenida.
A la derecha, el fondo está ocupado por el vivero del Jardín donde se puede ir a pasear.
Ya desde este camino podemos empezar a disfrutar del paisaje sobre el mar, con las islas Formigues al fondo.
Y a la izquierda la cantera de donde se proveyeron de piedra para la construcción.
Avanzando, a la derecha, la escultura Variaciones (B).
A la izquierda, un camino (22) sube hasta el Jardín de las Plantas Mediterráneas.
Al volver al Camino del Castillo podemos contemplar una singular pieza del escultor Moisés Villèlia (C), con el Castillo de fondo.
Al final del camino del Castillo, a la izquierda, comienza el vial del Festival. En el cruce, a la izquierda, a los pies del jardín de la Plantas mediterráneas se alza una escultura de Marcel Martí (I).
Vial del Festival
El vial del Festival acoge cinco obras de los escultores Quim Domene (D), Xavier Corberó (E), Francisco Torres-Monsó (F), Jaume Plensa (G) y Santi Moix (H).
Plaza del Castillo
Volviendo atrás va apareciendo la silueta del Castillo.
Se llega a la plaza del Castillo (5), con el Castillo (6) presidiéndola. De color rojizo por el óxido que genera la piedra ferruginosa, se construyó utilizando la cantera que hemos visto a la entrada.
De estilo historicista medieval, fue el alojamiento que se hicieron construir el matrimonio Woevodsky.
Al parecer, en este punto había una edificación desde el siglo X, pero la construcción actual es reedificada iniciada en 1929, aprovechando elementos antiguos.
Encuentro la plaza del Castillo y la plaza del Festival (13) en obras de remodelación. En esta ocasión me he de conformar con una visualización a distancia en medio de maquinaria y útiles de construcción.
El edificio es rectangular con un patio interior. La entrada principal se sitúa en el muro suroeste, con una torre en el ángulo sur. En el extremo noreste una capilla con cimborrio.
El recorrido será un poco diferente al habitual. Nos hacen contornear la plaza del Festival (13) que ofrece una perspectiva diferente, y sin estorbo visual, del ángulo sur del edificio.
Las terrazas
Esta vuelta nos lleva a las terrazas que se construyeron bajo el Castillo encaradas al mar. Una escalera las conecta a las tres.
La más elevada y cercana al muro del Castillo bajo la Capilla es la llamada terraza de las Monjas (7).
Desde el extremo norte empezamos a ver las vistas sobre la costa norte.
La de debajo es la terraza Bassin (8). Una pequeña balsa en el centro le da el nombre.
Por último, la tercera terraza corresponde al jardín de los Enamorados (9). Unas arcadas de piedra aportan un toque romántico a la terraza.
Los jardines sobre el mar
Saliendo del jardín de los Enamorados llegamos al jardín de Primavera (10). Construir sobre la pendiente que aboca al mar.
A partir de aquí se corresponde con la parte más estrictamente botánica del jardín.
Al final de este pasillo nos indican que subamos a dar una vuelta por el jardín del Coronel (11) y el jardín del Caporal (12).
El jardín del Coronel está formado por una plaza con un recorrido circular, con tres esculturas monumentales: Agamenón III de Amadeo Gabino (L), Jano de Paul Suter (J) y Almudena de Miguel Berrocal (K).
Paul Suter, (Gränichen, Suiza, 1926-París, 1966), “Janus”, 1976-2006
Saliendo de la plaza enfilamos el camino de Cap Roig (14) que nos llevará al borde del mar.
A la izquierda vemos la escultura L’hélix de ferro, de Riera y Aragón (M).
Siguiendo el camino encontramos, a la izquierda, la escultura móvil La lluna i el núvol blanc de Bonaventura Ansón.
Jardín de los Cactus
Finalmente, llegamos al jardín de los Cactus (15).
Mirador de les Formigues
Unas escaleras nos llevan hasta el mirador de les Formigues (mirador de las islas Hormigas) (16), una pequeña placa que se convierte en un mirador desde donde se divisan las islas Formigues y un paisaje excepcional de la Costa Brava.
En este punto, frente al mar, la escultura Mirador de Sergi Aguilar (O) enmarca este fondo privilegiado.
Desde aquí podremos ver la cala de Massoni, también conocida como la Bañera de la Rusa.
Saliendo del mirador, seguimos por el camino que bordea al mar.
Entre los árboles aparece las vistas al norte sobre Calella de Palafrugell y Llafranc.
Finaliza el recorrido del jardín de los Cactus, para dirigirnos por un camino que sube hacia el paseo de los Geranios (17), dedicado a una variada colección de geranios aromáticos. No era el mejor momento para disfrutar de esta especie.
Mirador de la Lady
Al final de este paseo se llega a uno de los puntos más interesantes por sus vistas, el mirador de la Lady (18), el lugar privilegiado por el que Lady Woevodsky sentía predilección, donde un ventanal enmarca una vista de Calella de Palafrugell hasta el cabo de Sant Sebastià.
Actualmente el ventanal está cerrado con una apertura, no sé si por protección o por querer dar sensación de marco de un cuadro de un paisaje, en cualquier caso, una lástima.
Subimos por una rampa y llegamos a unas terrazas donde el matrimonio Woevodsky tomaba el té y observaba el mar a través del mirador de Calella, desde el que se divisa también el faro de San Sebastià.
A la izquierda, bajo el castillo, encontramos la escultura Platón de Ana Mercedes Hoyos (P).
El camino sube y se estrecha por la subida del Té (20), para llegar a Femme au jardin, de la escultora Rosa Serra (Q).
Paseo de las Torres
En el punto (21) hacia la derecha sale el paseo de las Torres, que comunica la puerta de entrada al Castillo, que hemos visto en la llegada desde el exterior, hasta el Castillo.
El paseo esta flanqueado por esculturas de Jorge Oteiza (S), de Néstor Basterretxea (T) y de Carlos Lizariturry (U).
Terminado el recorrido por el jardín se regresa al poblado y salims de los Jardines de Cap Roig por la misma puerta de acceso.
En el aparcamiento nos espera el coche.
Fin de la visita
He pasado un rato agradable y relajado, disfrutando de la combinación entre naturaleza, paisaje con espléndidas vistas y la acción humana, primero adaptando este territorio al servicio de unos seres que se enamoraron de la Costa Brava, mucho antes de que fuera famosa, con unos jardines que a medias respetan el entorno natural, y al que incorporan especies foráneas para hacer de él un jardín botánico. Por último, este espacio humanizado es puesto a disposición de la escultura para que pueda establecer un diálogo con la naturaleza. Fuera de las paredes de un museo.