El pueblo de Sant Jaume de Frontanyà y la Iglesia de lo que había sido un monasterio de monjes agustinos, se nos ofrece como uno de los pocos ejemplos en que se mantiene actualmente la autenticidad de su estructura urbana y de la arquitectura de todas las edificaciones.
Sant Jaume de Frontanyà. Pueblo e Iglesia del monasterio
Sant Jaume de Frontanyà. Pueblo e Iglesia del monasterio (Berguedà)
Sant Jaume de Frontanyà. Comarca: Berguedà. Provincia: Barcelona. Com. Autónoma: Cataluña
Coordenadas: 42°11′20″N 2°01′33″E. Altitud: 1.075 msnm. Población: 30 habitantes (2017)
Web: Ayuntamiento. Tel: 93.823.91.94
Monumento Histórico-Artístico en 1931
Bien de Interés Cultural del entorno de protección de la iglesia de la localidad (2004)
Visita: 2018
Sant Jaume de Frontanyà. Pueblo e Iglesia del monasterio (Berguedà)
El pueblo y el territorio
A la sombra de la Sierra de Catllerà, a 1.075 msnm, se llega al pueblo de Sant Jaume de Frontanyà, uno de los municipios menos poblados de Cataluña, con 30 habitantes censados en 2017 (ha ganado 11 respecto al 2011), todos ellos diseminados por el territorio del municipio.
Estamos en los inicios de la vertiente sur del Prepirineo, en el límite este de la comarca del Berguedà, colindante del Ripollès.
La ocupación humana del municipio es la típica de estas tierras, con núcleos centrales pequeños y población diseminada en caseríos por el resto del municipio. Incluye también el santuario de los Oms y las iglesias de Santa Eugènia de les Soïlls y Sant Esteve de Montner.
Una orografía montañosa ocupada por bosques eurosiberianos, con predominio de pino albar (Pinus sylvestris), el roble (Quercus petraea) y los pastos, facilita que la agricultura, la ganadería y el turismo conformen su base económica.
La monumental Iglesia de Sant Jaume (San Jaime), preside el núcleo urbano, mientras que el pueblo está formado por un pequeño conjunto de una veintena de casas, alineadas en dos calles, la de Dalt (de Arriba) y la de Baix (de Abajo), que confluyen en una plaza donde está la iglesia parroquial de Sant Jaume, además de un par de casas aisladas (Cal Mestre (casa del maestro) y la masía, casa de turismo rural y bar-restaurante casa Blanca).
Antes de continuar, quiero hacer mención a las circunstancias particulares que han hecho que la evolución urbanística de este pueblo haya asumido unos rasgos particulares, que le han diferenciado de los otros pueblos de la comarca.
Históricamente, a diferencia del vecino pueblo de Borredà, la industrialización no le afectó, permaneciendo como un pueblo agrario. Por otra parte, su situación geográfica, alejada en relación a los ejes de comunicación, dejó Sant Jaume de Frontanyà en una posición marginal que llevó a que, hasta hace pocos años, no dispusiese de una carretera asfaltada. Todavía hacia 1968, Mons. Eduard Junyent escribía: “De (Borredà) sale el camino que lleva directamente a Frontanyà, tras siete kilómetros de recorrido, sólo practicable en Jeep”. Un tercer aspecto que se deriva de los anteriores, es la importante pérdida de población, ya que de un máximo de 280 habitantes en 1910 llegó a descender a unos 20 a partir de 1970. Por último, en 2004 la Iglesia con su entorno, se declarará Bien de Interés Cultural del entorno de protección de la Iglesia de la localidad.
La conjunción de estos cuatro hechos ha llevado a que el núcleo urbano no se haya visto afectado ni por el urbanismo de industrialización, que como he dicho incidió por ejemplo al vecino Borredà, ni por la invasión del turismo residencial, como ha sucedido al mismo Borredà.
Los dos pares de fotografías que siguen permiten ver cómo se mantiene intacta la estructura de las viviendas, mientras que la última llegada del turismo residencial lo que ha hecho ha sido mejorar su conservación.
Creo que estamos ante uno de los pocos pueblos de urbanismo y arquitectura «auténticos«, de cómo era a finales del siglo XIX un pueblo rural.
En la fotografía anterior, los árboles no dejan ver las casas de la calle de Dalt. En la fotografía que sigue el estado actual de la calle de Dalt.
Como he señalado, no sólo la iglesia, sino también su entorno, en 2004 quedaron protegidos como he dicho, como Bien de Interés Cultural del entorno de protección de la iglesia de la localidad (BOE 2006-02-09)
La Iglesia del Monasterio de Sant Jaume de Frontanyà
En las últimas décadas del siglo XI se extendieron por Cataluña las comunidades de canónigos regulares según la regla de San Agustín, instituyendo la vida en común para los clérigos de determinados centros, permitiendo la acción directa en un radio más o menos extenso de parroquia. Desarrollaron una arquitectura con un plan cruciforme de una nave con transepto y tres ábsides que mejor respondía a las exigencias litúrgicas de la comunidad. Sant Jaume de Frontanyà se muestra en estos aspectos como uno de los ejemplos más característicos. En los tres ábsides fueron erigidos los altares dedicados a San Jaime, San Pedro y San Juan.
Una primera iglesia se consagró el año 905. Probablemente la reforma que dio resultado a la iglesia actual se inició en 1074, construyéndose un monasterio. La magnitud del edificio hace suponer que a este centro se le atribuyó una cierta primacía por encima de los otros que fueron apareciendo en el campo de sus inmediaciones a medida que se intensificaba el poblamiento.
Una vez suprimida la canónica, desde el siglo XVII, debió perseverar una comunidad de clérigos cada vez más reducida, adscritos al servicio de la parroquia rural.
La vida mortecina de edades posteriores, con la lánguida extinción de los residentes en un ambiente sin progreso ulterior, coadyuvó a la admirable conservación de la iglesia sin otras modificaciones que el tapiado de puertas laterales y la apertura de la ventana circular en la fachada, además del encalado del interior que ha bastado se quitara modernamente para devolver la expresión auténtica a su estructura. En cambio, comportó la desaparición del claustro, subsistente todavía en el siglo XV, desarrollado al lado de mediodía con las dependencias monásticas a su alrededor.
En 1965 al derribarse la rectoría vieja fueron descubiertos capiteles y columnas pertenecientes al antiguo claustro.
Visita a la Iglesia
Es posible visitar el interior de la iglesia en cualquier momento. Consigo la llave del templo en la masía y casa de turismo rural y restaurante Casa Blanca. Para llegar a ella, bajar por el camino de la izquierda de la iglesia, junto a Cal Mestre, cruzar la carretera, y en las casas del fondo –Casa Blanca– os la proporcionarán. Disponen de una audioguía, pero tuve la mala suerte de que ese día la tenían descargada.
Me adentro en el interior de la iglesia.
La planta es de tres ábsides abiertos a un crucero con la intersección de una sola nave a la base de un cimborio. Líneas de cubiertas, en el medio cono sobre los ábsides, dobles vertientes del crucero y de la nave. El cimborrio, único en Cataluña, tiene doce lados, aunque no forma propiamente un dodecágono, sino que es una modificación del octágono básico. Sin otra añadidura exterior que la doble espadaña erigida con posterioridad sobre el hastial de la fachada y la apertura de una obertura circular en la misma fachada. El conjunto sigue el estilo lombardo de arcos en los ábsides y en la fachada, rompiendo la monotonía del muro.
Para que nos hagamos una idea de la magnitud de esta iglesia digamos que la longitud de la nave es de 22,20m; la anchura de 6,30m; la altura 10,96m y la altura exterior hasta la cumbrera de la cúpula es de 19,20m.
El interior se esbelto y proporcionado, sin ningún tipo de decoración, con bóveda de medio cañón a una altura de unos 11m, igual que los brazos del crucero que se interseccionan en ella a la misma altura, para dar lugar a una cúpula con bóveda de ocho paños cilíndricos, sostenida sobre trompas cónicas en la base constituida por los arcos formeros.
Sobre los arcos del crucero reposa el cimborrio, mediante trompas cónicas; es un cimborio poligonal de doce caras, único ejemplo en Cataluña de este periodo; por eso fue tomado como modelo por Elies Rogent al reconstruir la basílica de Ripoll.
Dos elementos originales que se pueden observar en el interior del templo son la pica de agua bendita y una pila bautismal.
Finalizado el reconocimiento a la Iglesia era hora de devolver la llave y dar por finalizada la visita a este pueblo, en el que su situación marginal le ha permitido mantenerse intacto, como era hace más de cien años. Por tanto, nos encontramos en un lugar en que la autenticidad de lo que observamos es real, sólo mejorada por las rehabilitaciones que hacen que este conjunto aparezca quizás un poco demasiado cuidado en relación a cómo lo era en su uso cotidiano. Lo que si se ha mantenido auténtico es la estructura de las construcciones. No hay muchos ejemplos como éste en que se combine autenticidad y buen estado de conservación.
Por todo ello, se trata de una auténtica joya que es absolutamente aconsejable visitar. Además, actualmente la carretera de acceso desde Borredà está en perfectas condiciones.
Bases de información
Webs
Web academic
Manuel Riu, Les antigues canoniques de l’ ambit del Bisbat de Solsona
Vicente Maestre Abad, Elias Rogent, arqueólogo y restaurador Notas para la historia de la restauración de Santa María de Ripoll
Libros
Mons. Eduard Junyent, texto; Jean Dieuzaide, fotografías. Cataluña/1, Volumen 6 de la serie La España Románica, Encuentro Ediciones, 1980 (primera edición 1968): San Jaime de Frontanyà pp. 169-179
Eduard Carbonell, text; Jordi Gumí Cardona, fotografies, El Romànic Català, Edicions 62, Barcelona, 1976
Enlace con el Post: Els Casals. Berguedà