La Seu d’Urgell y Catedral de Santa María forman un conjunto de gran interés en el corazón del Pirineo leridano. Una joya única del románicos en Cataluña y España y un paisaje entre dos grandes montañas: el Pirineo y la Sierra del Cadí.
La Seu d’Urgell y Catedral de Santa María
La Seu d’Urgell y Catedral de Santa María (Lleida)
La Seu d’Urgell. Comarca: Alt Urgell. Provincia: Lleida. Com. Autónoma: Cataluña
Es la capital de la comarca.
Coordenadas: 42° 21′ 28″N 1° 27′ 31″E. Altitud: 692 msnm. Población: 12.015 habitantes (2017)
Web: Ajuntament
Visita: 2018
La Seu d’Urgell y Catedral de Santa María (Lleida)
Estoy a las puertas de Andorra. Durante los años de más aislamiento de la economía española la ida al Principado para adquirir cierto tipo de productos, que gozaban de impuestos más bajos y que resultaban más baratos, hizo de la Seu de Urgel el lugar de paso inevitable, lo que repercutió en un mayor dinamismo económico para la ciudad en relación al resto del territorio pirenaico, que acusaba su despoblamiento a favor de la industria y las ciudades de las llanuras.
La situación geográfica, el entorno montañoso, la belleza del paisaje y el patrimonio histórico eran, y son, un aliciente más que ofrecía La Seu y la comarca del Alt Urgell.
Hoy me aprovechare de su historia para pasear por la ciudad y, especialmente, visitar su catedral de Santa María.
Un poco de historia
En la confluencia de los ríos Segre y Valira, entre el macizo del Pirineo y la Sierra del Cadí, en el promontorio sobre el Valira se encuentran indicios del poblado ibérico Arse-Durgui, sobre el que los romanos habrían asentado la antigua Civitas Orgellia, actual Castellciutat.
Probablemente, sobre la llanura de la ribera de estos ríos, habría una villa que se fue consolidando, sobre todo con el establecimiento del obispado de Urgell, del que hay constancia ya en el año 527.
No se sabe que pasó durante la dominación árabe, pero no consta la consolidación de ningún asentamiento musulmán y parece que la ciudad fue destruida en el año 793.
A principios del siglo IX toda la región se puso bajo la protección de Carlomagno. Alrededor del año 1000, La Seu era un pequeño recinto, donde se alternaban campos de cultivo y viñedos con las casas y las iglesias del conjunto catedralicio: San Pedro y San Andrés.
El crecimiento y consolidación vino de la mano del obispo Ermengol (Sant Ermengol, patrón de la ciudad) a principios del siglo XI. Inicia la reforma de la canónica catedralicia, según la regla de San Agustín. El obispo Ot inició la reconstrucción de la catedral entre 1115 y 1190, con el encargo a Ramon Llambart.
Por su parte, los condes de Urgell residían en el castillo de Castellciutat hasta el traslado de su residencia. El poder económico y territorial del obispo de Urgell estuvo en constante pugna con el conde de Foix.
Durante los siglos XIII y XIV, su papel de centro comercial y de Intercambio hizo crecer la ciudad y se construyeron las murallas.
El siglo XVI fue convulso para la zona con la pugna entre los hugonotes occitanos y el catolicismo de Felipe II, que autorizó la construcción de un seminario. En 1601, además, se levantó el colegio de los jesuitas.
Una constante desde el siglo XVI al XVIII fue la inseguridad, con varias intervenciones de las tropas francesas en el territorio.
En este periodo, en el castillo de Castellciutat si añadieron la Torre de Solsona y la Ciudadela.
También fue terreno propicio a los conflictos durante las guerras carlistas.
La llegada de la carretera a principios del siglo XX dotó de nuevo dinamismo la comarca, así como la extensión y urbanización del ensanche del municipio.
A finales del siglo XX, un impulso importante fue la canalización del río Segre, tras la riada de 1982 y la designación de La Seu como subsede olímpica de aguas bravas para los Juegos Olímpicos de 1992, con la construcción del parque del Segre.
Recordemos el papel que la vecindad del Principado de Andorra ha tenido también en su desarrollo económico. Esto hace que, a contracorriente de la zona pirenaica, no ha sido hasta la actualidad que comienza a perder población, a partir de 2010.
Resaltar que desde 1278 el Obispo de Urgell es Copríncipe del Principado de Andorra. Actualmente el otro Copríncipe es el presidente de la República Francesa.
La visita a La Seu d’Urgell
Tenía destinada toda una mañana para la visita a la ciudad. Un pequeño problema en el coche hizo que viera reducido el tiempo de que disponía, eliminando pasear por el Parque del Segre, y perder la visita a Castellciutat, donde sólo tuve tiempo de acercarme a la Torre de Solsona.
Una vez aparcado el coche en un parking público en la Avenida de Valira, cerca de un punto de información turística, estaba a 10 minutos a pie del punto de partida de la visita: el conjunto catedralicio y el Museo Diocesano. La segunda etapa sería pasear por la ciudad y, por fin, ir a Castellciutat, con las limitaciones señaladas.
Catedral de Santa María
Una característica importante de esta Catedral, y del conjunto catedralicio, es que nos encontramos en una de las pocas catedrales románicas de España, y la única de Cataluña. Para explicar los detalles de la Catedral me serviré del libro de Eduard Carbonell: El románico catalán.
La catedral de la Seu d’Urgell, dedicada a Santa María, no responde al estilo que podemos considerar autóctono de la arquitectura románica catalana. Es una construcción extraña a la arquitectura románica del país y sus modelos los tenemos que buscar en el románico italiano.
El primer núcleo episcopal estaba formado por la Catedral, dedicada a Santa María, y las iglesias de San Pedro y de San Miguel. Las tres iglesias fueron reformadas a comienzos del siglo XI por el obispo Ermengol.
Las obras de reconstrucción de la Catedral de Santa María fueron comenzadas por el obispo san Odón en 1116. En el año 1175 los muros llegaban sólo al nivel de cubierta de las vueltas, y es en esa fecha cuando el obispo Arnau de Pereixens contratará el arquitecto italiano Raimundus Lombardus (también se dice que no era italiano sino vecino de Coll de Nargó) para que construyera la cubierta, la linterna y las torres. El templo fue terminado en el siglo XVIII, siguiendo el estilo barroco. Las restauraciones iniciadas bajo el proyecto de Josep Puig i Cadafalch en 1918 volvieron el templo a su estado original.
El conjunto catedralicio está formado en la actualidad por la iglesia de la Catedral de Santa María, el claustro, la iglesia de San Miguel (antes de San Pedro) y el Museo Diocesano d’Urgell, que ocupa la antigua casa del Decanato y la Capilla de la Piedad, templo del siglo XVI.
Como es norma, la iglesia está orientada a levante, tiene planta basilical de tres naves con un transepto muy largo acabado en dos torres con decoración de arcos ciegos y lesenas.
Para conocer los modelos de planta de iglesias puede consultarse el Post: Iglesias, monasterios y Órdenes religiosas en la Edad Media.
Como siempre encuentro interesante, me gusta ver alguna imagen previa a su restauración de los recintos históricos que visito, cuando ello es posible. En este caso lo es, como se puede apreciar en la imagen que sigue. La comparación de imágenes obliga a reflexionar sobre el significado de lo que se nos presenta actualmente sobre el pasado histórico arquitectónico. En este caso la fotografía es previa a la reforma propuesta por Puig i Cadafalch (1915 a 1919).
De hecho, la Catedral que podemos observar hoy, «desnuda» de los añadidos y decoraciones de épocas sucesivas, es el resultado de estas diversas restauraciones llevadas a cabo durante el siglo XX, que estuvieron marcadas por un intento de poner en valor el pasado románico del edificio.
La influencia italiana se manifiesta en el exterior, en la cabecera y en la fachada. Sus muros son de grandes sillares de granito gris; excepcionalmente hay hiladas de gres rojizo.
En la fachada se abren tres puertas que dan a cada una de las tres naves. Esta flanqueada por dos torres de planta rectangular en la base y octogonal en el cuerpo superior, y coronada por una cornisa formada por tres frisos ornamentales, dos de dientes de engranaje y el interior de zigzag o dientes de sierra.
El primer registro del cuerpo central está decorado, por debajo de la cornisa, con tres tramos de arcos ciegos, separados por columnas que enmarcan una ventana central y dos óculos laterales. El registro intermedio de este cuerpo central la ocupan tres ventanas con arco de medio punto, mayor la central. El registro inferior, que contiene la puerta central de entrada a la iglesia, es limitado por un friso esculpido con representaciones de animales, fantásticos o no, rostros humanos y luchas de fieras y guerreros o cazadores. A ambos lados de la puerta, en la parte alta, hay representados dos leones afrontados devorando personas. La puerta propiamente dicha tiene dobles columnas lisas sobre las que descansan arquivoltas; los capiteles están decorados con escenas de animales y personajes en lucha o cazando. Sobre la portada y en el vértice de la fachada está el campanario de dos pisos con dos arcadas en el piso inferior y tres en el superior. Este campanario estaba tapado antes de la reforma.
Este tipo de fachada demuestra la influencia italiana; lo encontramos en los templos de San Nicolás de Bari y San Miguel de Pavía.
Si empezamos el recorrido por el exterior del recinto catedralicio saliendo por el patio del Museo, por la puerta de la Plaza del Decanato en la cara sur, seguiremos el muro sur de la iglesia de San Miguel, muro totalmente reconstruido, hasta que en el ángulo sureste se presentan los tres ábsides de la Iglesia de San Miguel.
Son románicos del siglo XI, de estilo lombardo y muros de sillares de piedra arenisca.
A partir de aquí, en el lado este, la Sacristía y el edificio de la Catedral.
El exterior del ábside central, así como la parte superior del transepto, lo recorre una galería formada por arcos de medio punto sobre columnas geminadas coronadas por capiteles decorados, evolución última de la decoración de arcos ciegos de la arquitectura lombarda,
Por debajo de esta galería, se abren en el ábside central tres grandes ventanales con arquivoltas sobre columnas.
En la pared norte se abre una puerta que da al exterior, del mismo estilo de la puerta central de la fachada. Por encima una cenefa de arquivoltas ciegas.
Toda la estructura del edificio, con las dos grandes torres compactas en los extremos del transepto y las dos más pequeñas de los extremos de la fachada, junto con los muros, dan el efecto de una fortaleza. De hecho, en la tormentosa vida feudal, había sido un último recurso defensivo.
Las dimensiones totales de la iglesia son de 52.82 metros de longitud, 19.80 m de altura de la nave central, las laterales de 11.18 m. La anchura total es de 23.42 m. El transepto mide 36 m y la cúpula del cimborrio se eleva a 24.67 m de altura. Por su parte, el cuadrado irregular de claustro mide aproximadamente 35 x 32 metros.
En el interior, la nave central está dividida en cuatro tramos por arcos torales, y cubierta con bóveda de cañón, y termina en un ábside semicircular que tiene un absidiolo inscrita en el espesor del muro de cierre.
En la nave central, a los pies del templo en dirección a la entrada principal, se encuentra a media altura un órgano fechado en el primer cuarto del siglo XX. Desde 1473 ya disponía de órgano.
Las naves colaterales, más bajas, están cubiertas con bóveda de arista.
Las tres naves están separadas por pilares de sección en forma de cruz y columnas adosadas a los ángulos que tienen su antecedente en San Vicente de Cardona.
Un gran transepto está cubierto con bóveda de cañón. A ambos lados del transepto, se erigen dos torres de planta cuadrangular, que determinan en el exterior la fisonomía fortificada del edificio.
En los extremos del transepto, ocupando el interior de las torres, se encuentran dos capillas.
En el lado sur del transepto está la Tumba de Juan Despés, obispo de esta diócesis muerto en 1530, con unas pinturas murales de estilo renacentista que se hicieron como parte de la decoración de la tumba.
La capilla del lado norte del transepto está destinada al baptisterio, con la pila bautismal en piedra.
El crucero con cúpula sobre pechinas, con una marcada cornisa apoyada sobre modillones.
Situada en el ábside central en una pequeña hornacina está la imagen románica de la Virgen, de la primera mitad del siglo XIII, también conocida como Virgen de Andorra.
La cabecera presenta cinco ábsides. Dispuestos al lado del ábside central, e inscritos en el grosor del muro del transepto, hay dos ábsides semicirculares cada lado, que no se manifiestan en el exterior, siguiendo los modelos italianos.
En el ábside frente a la nave izquierda hay expuestos 6 fragmentos del retablo de Sant Ermengol, de los siglos XVI-XVIII.
El claustro
El claustro, del siglo XII, tiene forma cuadrangular irregular. En la panda sur, en su lado izquierdo, limita adosada con el lateral norte de la iglesia de San Miguel, donde está la puerta de entrada a su interior. En la mitad aproximadamente de la panda otra puerta conduce al patio del Museo y tiene salida al exterior del recinto, en la Plaza del Decanato.
Desde este espacio se dispone de magníficas vistas sobre el cuerpo de la Catedral y la torre de la iglesia de San Miguel.
Podemos ver como en el lateral sur del cimborrio se alza una espadaña con tres campanas.
Está rodeado por cuatro galerías simples, con 51 capiteles esculturados, todos diferentes. El 1603 se derruyó la galería del este y se sustituyó por siete grandes arcos con pilares rectangulares.
Adosado a la fachada sur de la Catedral, se sitúa la puerta de acceso a la Catedral, con cinco arquivoltas.
Como curiosidad, en unos arcos del claustro se mantienen las referencias de algún proceso de rehabilitación.
Iglesia de San Miguel
La actual iglesia de Sant Miquel, dedicada hasta el siglo XIV a San Pedro, es el último vestigio de la actividad constructiva del obispo Ermengol en La Seu d’Urgell durante el siglo XI.
La iglesia tiene una sola nave, con transepto en forma de T y vuelta de cañón, y tres ábsides semicirculares, uno central mayor y dos absidiolos.
La cabecera, con el tres ábsides y el transepto, son originales románicos.
La nave ha sido sometida a diversas modificaciones, como el añadido de la cubierta con vigas de madera sobre arcos de diafragma apuntado en el siglo XIV o la reconstrucción total del muro sur en una restauración en el siglo XX.
El mural románico del ábside, se conserva incompleto en el Museo Nacional de Arte de Catalunya (MNAC) en Barcelona. En él, se distingue una gran imagen de Cristo en Majestad dentro de una mandorla flanqueada por el Tetramorfo (los cuatro símbolos evangélicos) que preside la cuenca absidial. En el registro medio se representa una serie de apóstoles, entre los que se incluye también la figura de María, madre de Jesús. El registro inferior, que no se ha conservado, debía estar pintado con cortinajes que imitaban tejidos de lujo.
Museo Diocesano de la Seu d’Urgell
En el centro de la panda sur del claustro una puerta da acceso a un patio con la entrada al Museo Diocesano de Urgell.
Fue creado en 1957 durante el episcopado del obispo Ramon Iglesias Navarri. Desde sus inicios en la Sala Capitular de la Catedral se han realizado sucesivas ampliaciones y reformas, la última en 1988. Actualmente ocupa la antigua casa del Decanato y la Capilla de la Piedad.
La colección del Museo está formada por piezas procedentes del tesoro de la Catedral y de las diferentes parroquias de la Diócesis: pintura, escultura, orfebrería, lipsanotecas, indumentaria, códices, desde la época románica hasta el siglo XX. Destacan las pinturas murales de Baltarga (siglo XII), el Cristo de Olp (siglo XIII), el códice miniado del Beatus (siglo X), un conjunto de lipsanotecas y relicarios (siglo XI-XII), el retablo de Abella de la Conca de Pere Serra (siglo XIV), la Virgen de la Dormición y el Retablo de la Piedad del siglo XVI del escultor Jerónimo Xanxo, y la urna de plata de san Ermengol, de Pere Lleopart (1753), entre otros.
Un paseo por la ciudad
Finalizada la visita al conjunto catedralicio y el Museo, era la hora de dar una vuelta por la ciudad.
Uno de las principales calles de la ciudad medieval fue el Carrer dels Canonges (Calle de los Canónigos), a la sombra del conjunto catedralicio. Porticado al lado derecho o izquierdo según los tramos, donde residían los señores laicos y los eclesiásticos. El nombre de la calle recuerda aún la importancia y el gran papel que tenían los canónigos en el gobierno de la ciudad. Un sector importante con gran poder adquisitivo y que gozaba junto con el obispo de notables privilegios. En el siglo XII se extinguió la vida en común de los canónigos, lo que les obligó a buscarse un alojamiento digno de su rango.
El Carrer Major (Calle Mayor), porticada, es la calle que articula de norte a sur la ciudad vieja. Tiene un recorrido particular ya que parte de la Plaça dels Oms (Plaza de los Olmos), en el lado norte de la Catedral en dirección oeste, para luego girar 900 hacia el sur y atravesar todo el recinto antiguo. De hecho, contornea la fachada norte y de poniente de la antigua ciudad. Es fruto de la expansión extramuros que durante el siglo XIII dio lugar a la creación de nuevos barrios hacia poniente (ciudad nueva) tal como refleja la documentación de la época, donde se habla de la villa vieja y la ciudad nueva. Este crecimiento progresivo acabará configurando una larga calle Mayor.
Un objeto interesante en esta calle es la bladeria (medidor de trigo). En la fotografía anterior se observa a la izquierda dos bloques de piedra que correponden a dos bladeries.
La bladeria era el servicio de medición de los trigos. Mediante estas medidas se podía controlar la compra y la venta de grano. Se trata de un bloque de piedra trabajada con tres medidas de diferentes capacidades, acabados en unas portezuelas por donde llenaban los sacos de grano una vez medidos. Las medidas de piedra que podemos ver hoy en la calle Mayor datan de 1579, aunque la fecha fue modificada por unos vecinos cambiando el 5 por un 3 (1379) lo que puede llevar a confusión.
En el siglo XIX estas medidas se quedaron pequeñas para la demanda que había y en 1840 se construyeron unas nuevas, iguales que las antiguas.
El propietario de la bladeria era el Obispado de Urgell que la arrendaba a particulares según consta en contratos de la época.
En el momento que la calle gira hacia el sur, continúa su papel de eje comercial y articulador urbano de la ciudad vieja.
Al final de la calle Mayor, a la izquierda, se nos presenta el antiguo Convento de San Agustín en la calle Luis de Sabater.
En 1995 se inauguró la Biblioteca Municipal de San Agustín, ubicada en la antigua iglesia del Convento de San Agustín, que fue habitado por los monjes de este orden desde su construcción, a finales del siglo XVI y hasta principios del siglo XIX. Se trata de un edificio de cinco plantas, con una estructura de hierro y cristal que contrasta fuertemente con la antigua construcción.
Al final de la calle Luis de Sabater un ascensor nos permitiría bajar superando el desnivel que lleva al Parque Olímpico de Segre.
Como ya he dicho al principio, la falta de tiempo no me permitió pasear, y me tuve que conformar con una visión desde lo alto.
Era hora de ir a buscar el coche. El paseo de regreso lo hice por la parte nueva, siguiendo el Paseo de Juan Bordieu y la calle de Sant Ot, en dirección norte. Corresponde a la arteria principal actual de la ciudad con epicentros en la Plaza Cataluña.
Al llegar al parking, se me ofrecía una perspectiva de la Torre de Solsona.
Me quedaba todavía un poco de tiempo y opté por subir hasta el cerro de la Torre de Solsona para disfrutar de una panorámica sobre la ciudad de la Seu, situada en su entorno, y sobre el Castillo de Castellciutat.
El Castillo de Castellciutat, que había sido originariamente la residencia de los Condes de Urgell, está habilitado actualmente como hotel. Al fondo, la Ciudadela que se construyó posteriormente, en el siglo XVIII.
Fin de la visita
Retornando, siguiendo el curso del río Segre, iba pensando en los conflictos entre señores feudales, fueran condes u obispos. Pensaba en los conflictos entre países. Pensaba en el buen vivir de unos pocos y en el mal vivir de unos muchos. Pensaba en los esfuerzos y fatigas para construir y conservar aquello de lo que ahora nosotros disfrutamos por su belleza, por la intensidad de su legado, pero no por su significado original. Pensaba, por tanto, en la inmensa diferencia de significado de un mismo objeto para quién lo vivió en su momento, de creación o de imposición, y en la banalidad de nuestra mirada de turistas. Pensaba en el territorio, de campo de sudores a paisaje idílico.
También pensaba en una ciudad moderna y acogedora. Tan lejos y tan cerca.
¿Como debe condicionar la historia y el territorio a sus habitantes actuales?
De eso no sé nada. Soy un turista pasajero.
Bases de información
Web academic
La Seu d’Urgell, el último conjunto de iglesias. Liturgia, paisaje urbano y arquitectura. E.C. Santamaría
El procés de despoblament a les comarques de la Cerdanya i l’Alt Urgell. Joan Manuel Soriano
El proceso de desertización demográfica de la montaña pirenaica en el largo plazo: Cataluña. D.M. Gallart
Proyectos barrocos para la Seu d’Urgell. Juan Bassegoda Nonell