Un ejemplo de auténtica villa medieval lo tenemos en Mirambel en el Maestrazgo de Teruel. La acompaña una presentación somera de otras dos villas, Cantavieja y La Iglesuela del Cid, desarrolladas en el mismo tiempo.
Mirambel, Cantavieja y La Iglesuela del Cid
Mirambel en el Maestrazgo de Teruel. Cantavieja y La Iglesuela del Cid
Mirambel. Comarca: Maestrazgo. Provincia: Teruel. Com. Autónoma: Aragón
Coordenadas: 40°35′12″N 0°20′33″O. Altitud: 993 msnm. Población: 119 habitantes (2017)
Web: Ayuntamiento
Visita: 2014
Mirambel en el Maestrazgo de Teruel. Cantavieja y La Iglesuela del Cid
La visita en esta ocasión se centró en la villa de Mirambel, pero también pasamos por Cantavieja, la capital de la comarca aragonesa del Maestrazgo, y por La Iglesuela del Cid, las tres en el Maestrazgo de Teruel.
El Maestrazgo. Territorio de Templarios y de Carlistas, y Camino del Cid
Geográficamente está formado por un conjunto de relieves del Sistema Ibérico, al límite suroriental del territorio aragonés y que se prolongan estructuralmente por el Maestrazgo de Castellón para descender, en forma escalonada, hasta la costa mediterránea. Enlaza topográficamente por el norte con la Cadena Costera Catalana y limitando por el sur con la sierra de Javalambre.
El Maestrazgo es un territorio de repoblación otorgado a la Orden del Temple en 1131 por parte del rey Alfonso I. El nombre derivaría de ser las tierras del Gran Maestro de la Orden. Los orígenes de los pueblos de la comarca están íntimamente ligados a la gestión y ocupación de estas tierras por parte del Temple.
La Orden del Temple controlo este territorio hasta 1308, en que las tropas de Jaime II, tras largos meses de asedio a las fortalezas de Cantavieja y Castellote, logran su rendición.
Con la extinción de los templarios, cuando el Papa disolvió la orden del Temple el 1317, sus posesiones aragonesas pasaron a la Orden de San Juan de Jerusalén.
Con anterioridad, a finales del siglo XI también había sido territorio de las andanzas de Rodrigo Díaz de Vivar «El Cid». Los últimos coletazos del Camino del Cid en suelo de Teruel lo constituyen los enclaves de La Iglesuela, Cantavieja y Mirambel.
En el siglo XIX también fue escenario importante en las dos Guerras Carlistas como territorio carlista.
Mirambel
A casi 1.000 de altitud, en un altiplano más o menos erosionado, se encuentra la villa de Mirambel con poco más de 100 habitantes. El nombre de Mirambel está compuesto por “miror” del latín, que equivale a “admirar” y “bell” en catalán que es “bello”: Mirada bella.
Mirambel se presta a la contemplación, al disfrute de los sentidos, y a la creación y esa faceta la han sabido ver numerosas personalidades. Pío Baroja escribió “La Venta de Mirambel” después de su estancia en la Villa y a Antón García Abril le sirvió de inspiración para componer los “Preludios de Mirambel”. Mirambel se presta también para escenario de cine. En 1986 se ruedan escenas de la serie “Clase Media” dirigida por Vicente Amadeo, y en 1996, en la Ermita de la finca Torre Santa Ana, escenas de la película “En brazos de la mujer madura” de Manuel Lombardero. Pero la que más fama le ha dado fue la grabación, en 1994, de la película “Tierra y Libertad” de Ken Loach.
La particularidad actual de Mirambel se centra en que es uno de los núcleos que han conservado casi intactos los límites del perímetro urbano medieval, así como unes tres cuartas partes de su muralla sin construcciones en su exterior. De igual forma, ha conservado completa la arquitectura de sus casas, sin que haya penetrado ninguna construcción del siglo XX. Vemos que arquitectónicamente es una villa que se quedó anclada en los siglos XVIII-XIX con sus raíces medievales.
Las escasas construcciones actuales están lo suficientemente separadas y concentradas como para no interferir en la visión de conjunto como recinto histórico.
El área de Mirambel estaba ya poblada en época ibérica, como lo demuestra el yacimiento de El Castellar.
Las primeras referencias a esta villa se sitúan ya en el siglo XII, tiempo de su reconquista, encomendada a los Templarios y perteneciente a la Baylía de Cantavieja. En el año 1157 el Rey Alfonso II concede a Mirambel el Fuero Libre y en el 1234 el Maestre de la Orden del Temple otorga a Mirambella «Carta Puebla» que reguló el derecho de frontera.
Su historia corre pareja a la de todo el Maestrazgo. Así, pasará a manos de la Orden de San Juan del Hospital después de la extinción del Temple.
En el siglo XIX sufrirá los terribles episodios de las Guerras Carlistas del Maestrazgo, siendo numerosas las leyendas y las huellas que se conservan de este periodo en la Villa.
En el año 1980 se declara Conjunto Histórico Artístico al pueblo de Mirambel, por ser “Villa cargada de historia, conservando en su totalidad el recinto amurallado y las notables construcciones, sin alterar la imagen y el ambiente Medieval” y Europa Nostra’ (Asociación Internacional) concedió en el año 1981 la medalla de Oro a la Villa de Mirambel “por las tareas de restauración.»
El recinto ocupa una superficie de unas 4 hectáreas. Contiene más de una treintena de edificios, espacios urbanos y elementos defensivos de destacado interés patrimonial: torreones, portales de muralla, iglesias, conventos, palacios, casas populares, etc. Sin lugar a dudas, una de sus mayores singularidades es el hecho de que toda la población se desarrolla intramuros, un rasgo muy poco habitual en otros asentamientos medievales, donde lo normal es que se prodiguen los arrabales de distintas épocas. Esta característica aporta al conjunto un aspecto de pueblo anclado en el Medievo, prácticamente inalterado estéticamente desde entonces.
Como en tantos otros lugares, el turismo ha venido a complementar la economía tradicional agropecuaria (almendra, vid, porcina, ovina).
La imagen cenital sobre Mirambel muestra un recinto cuadrangular, casi circular. El espacio construido se ajusta a los límites del recinto medieval, conservando visibles unas tres cuartas partes del lienzo de muralla (trazado en verde), mientras que en el resto las construcciones se ajustan a su trazado. Solo unas pocas edificaciones se han construido más recientemente en el exterior por el lado oeste. Es un ejemplo casi perfecto de villa medieval.
La fachada sur de la villa es la única que no ha conservado las murallas visibles, en parte oculta por casas adosadas a la misma. Debieron existir cinco torres, de las que se conservan tres. Dos visibles en la cara norte y una que sobresale entre las casas del lado oeste, como podrá apreciarse en la última fotografía de Mirambel. Las edificaciones exteriores son de construcción más reciente, pero anteriores al “no estilo arquitectónico” de la segunda mitad del siglo XX. Lo construido más modernamente no desmerece el conjunto histórico.
El hecho de estar catalogado como Bien de Interés Cultural ha permitido preservar el conjunto.
En trazo rojo presento el recorrido de la visita con la indicación numérica de los lugares más representativos del lugar.
Iniciamos la ruta en el punto (1), en las Eras. Como su nombre indica, se conserva el empedrado de una magnifica era.
Penetramos en la villa y empezamos a constatar la calidad de muchas de las edificaciones en piedra. En general son viviendas de dos plantas, con numerosas arcadas de medio punto, típicas de la arquitectura aragonesa.
Llegamos hasta la plaza. observando los edificios de puertas doveladas con escudos, blasones en sus fachadas, los ventanales defendidos por rejas y balcones de hierro forjado.
El Ayuntamiento (2) es un edificio de piedras sillares sólido y elegante. Se trata de una construcción napolitana renacentista muy bien lograda, cerrada por tres arcos de medio punto, dos fronterizos al templo parroquial apoyados en una pétrea columna cilíndrica y el otro mirando al mediodía. Encima la gran sala con ventanales, y en el ángulo exterior el escudo de armas de la población fechado en 1583, año del inicio de las obras que terminaron en 1615.
La Iglesia parroquial de Santa Margarita (3), construida en 1679 sobre un templo anterior. Fue incendiada en 1843 por el jefe carlista apodado «El Serrador», y reconstruida por el arquitecto valenciano Salvador Minero.
Lo más interesante del conjunto es su campanario construido en sillería, cuenta con un cuerpo de campanas de planta cuadrada y un remate con una barandilla y un cuerpo superior ochavado coronado por una cúpula de sillería vista con veleta.
Seguimos por el lateral de la Iglesia hasta la calle San Roque donde se halla la Casa de los Zurita, situada junto al Portal de la San Roque que se ve al fondo (4).
Al lado de la Iglesia destacan los restos del cuerpo central del antiguo Castillo templario (5) de mediados del siglo XIII, hoy en ruinas, y el horno, actualmente en activo y que alberga la tienda de la villa.
El castillo respondería al modelo de castillo urbano.
La pared que sobresale en la parte central derecha de la fotografía corresponde al ángulo norte de la fachada, que puede observarse en la fotografía posterior.
Al llegar a la plaza Nicolás Ferrer, y antes de entrar en ella, giramos a la derecha para dirigirnos a la Puerta de Valero (6). Continuamos en presencia de casas nobles que nos reitera la importancia que tuvo la villa en su momento.
Traspasada la Puerta de Valero percibimos las características de un paisaje seco y adusto, en esta zona erosionado por el rio Cantavieja a la derecha, donde los almendros serán uno de los árboles de aprovechamiento agrario.
Siguiendo por el exterior de la muralla del lado este encontramos uno de los torreones (7) que defendían el ángulo en su giro hacia la cara norte. Esta cara nos llevaría a la Puerta de las Monjas.
Nosotros retrocedemos hasta la plaza Nicolás Ferrer (8) para admirar dos muestras de la arquitectura renacentista aragonesa: las casas de los Aliaga y de los Castellot.
La plaza Nicolás Ferrer está dedicada al médico, rector e hijo predilecto de la Villa.
Estos dos magníficos palacios están formados por puertas de arco de medio punto, ventanas de alfeizar moldurado en la planta noble y los áticos que se cierran con una galería de arquillos aragonesa, protegido por un amplio alero volado de madera.
Las otras calles que flanquean casas solariegas presentan igualmente aleros prolongados de madera, labrada a la antigua usanza aragonesa.
El Portal de las Monjas y los Lienzos de la muralla (9) que circundan la población, una de las mejores conservadas de la provincia de Teruel, son espectaculares en este punto.
El lienzo actual forma parte del Convento de las monjas Agustinas que se construyó en el siglo XVI.
Cruzamos este portal y a la derecha (a la izquierda en la fotografía) el convento que fundara el Rey Felipe II; edificio de grandes proporciones que ocuparon hasta 1980 las Monjas Agustinas.
Una de las bellezas del recinto es el mirador de la madre superiora (10) con sus celosías realizadas en barro cocido. Desde ella podía mirar la calle Mayor, -y escuchar-, sin ser vista.
Enfrente, la longitudinal calle Mayor (11) de piso empedrado, como estuvo antaño, al igual que se ha hecho en el resto de calles, que va de lado a lado de la villa hasta el Portal del Estudio.
Se había hecho la hora de comer. En el centro de la calle Mayor la Fonda Guimerá (11) fue la escogida para el ágape. Entre otros productos de la tierra, como un buen jamón de Teruel, nos apeteció un buen par de huevos fritos con chorizo, con un buen pan del horno del pueblo.
De regreso, nos acercamos al lado oeste fuera de la muralla (12) para apreciar un conjunto de edificaciones de arquitectura popular, que siguen paralelamente la muralla, pero no están adosadas a ella. En esta parte, la muralla ha sido absorbida por edificaciones adosadas y se conserva un torreón, como se aprecia en la fotografía.
El regreso nos dejó tiempo para efectuar una visita rápida a otras dos villas el Maestrazgo turolense: Cantavieja y La Iglesuela del Cid.
Villas que tuvieron un importante papel en el territorio, en especial Cantavieja, y que conservan suficientes vestigios históricos como para haber sido catalogadas ambas como conjuntos de interés histórico y cultural.
Cantavieja
Cantavieja, capital de la Comarca del Maestrazgo, se sitúa a 1.300 m de altitud y contaba con 717 habitantes en 2017. La villa fue declarada Conjunto Histórico Artístico en 1981.
De economía eminentemente agrícola y ganadera, su territorio se articula en numerosas masías, 125, algunas de ellas todavía habitadas. Las masías, sobre todo en el pasado, fueron la mejor forma de explotar un territorio muy extenso a la par que se conseguía mantenerlo habitado. Las primeras surgieron paralelas a la Reconquista (las “Torres” o Masías Fortificadas, por ejemplo), y muchas son fruto de los movimientos poblacionales del s. XIX. Diseminadas por el extenso término de Cantavieja, se distribuyen en cuatro partidas geográficas.
La posición del Castillo lo convierte en un claro ejemplo de Castillo de meseta.
Dentro de sus murallas se respira toda la historia. Fue la antigua Cartago Vetus, fundada por el cartaginés Amílcar Barca en su paso por estas tierras hacia la conquista de Roma. Posteriormente en los documentos medievales aparece como Cantavellam, y ésta es la época de máximo esplendor, de la cual conserva sus mejores edificios.
Cantavieja fue una posesión de los comendadores de la orden del Temple, los cuales se atrincheraron tras sus murallas, para defenderse del decreto de expulsión de los templarios dictado por Jaime II el año 1307. Lo mismo hizo el general Cabrera en el siglo XIX durante las guerras carlistas, que tuvo allí su cuartel general.
La casa consistorial ocupa un palacio del siglo XIII. La construcción actual es del siglo XVI de mampostería y sillería en las zonas principales. En la fachada se sitúa el escudo de Cantavieja con una inscripción latina. La parte posterior del edificio se abre sobre la muralla.
La iglesia parroquial de la Asunción de Nuestra Señora es un templo barroco de gran tamaño construido en mampostería. La torre se encuentra a los pies y tiene dos cuerpos octogonales superiores con remate piramidal; en los cuerpos inferiores destaca el paso de la calle por debajo de la torre. La iglesia fue ampliada entre 1730 y 1745 sobre un templo medieval anterior, del cual únicamente se conservan, integradas en el templo actual, la torre y la portada lateral.
La Iglesuela del Cid
En pleno corazón de la Comarca del Maestrazgo y a 1.227 m sobre el nivel del mar, se encuentra La Iglesuela del Cid, con 414 habitantes en 2017.
Es una bella localidad situada al pie de uno de los múltiples morrones que jalonan esta comarca. Atraviesan la población dos riachuelos que la dividen en dos grupos, uno central y dos laterales. En el central se encuentran los edificios más notables de la villa, reflejo de un pasado cargado de historia.
El casco antiguo del municipio fue declarado Bien de Interés Cultural en 1982 por conservar importantes edificios, civiles y religiosos, ejemplares de la arquitectura realizada en Aragón desde la Edad Media.
El Portal de San Pablo corresponde a un antiguo arco de la muralla que poseía la ciudad. Todavía conserva los goznes para insertar los batientes de madera. Atraviesa el edificio del ayuntamiento para entrar en la plaza de la Iglesia. En la fotografía, en la plaza, a la izquierda, la puerta de la Iglesia de la Purificación.
El Ayuntamiento y la torre del castillo forman hoy día un bloque unitario, adosado a la iglesia en sentido perpendicular. Tanto la torre como las mazmorras del viejo castillo templario sirven de dependencias al actual Ayuntamiento. La torre, conocida como Torreón de los Nublos, está construida en mampostería y sillería para las esquinas y se remata con almenas que le confieren aspecto defensivo.
Portada barroca de la Iglesia de la Purificación, edificio colindante al ayuntamiento formando la cara este de la plaza.
También es posible ver restos de la muralla de la villa.
Fin de las visitas
Hemos tenido ocasión de valorar tres villas característica de la edad media en la comarca del Maestrazgo. Las dificultades en el desarrollo económico y territorial durante el siglo XX han tenido su contrapartida en conservar sus características urbanísticas y arquitectónicas bastante inalteradas, de forma muy especial en Miram6bel.
A diferencia del paisaje de los conjuntos montañosos más septentrionales, en esta zona del final meridional del Sistema Ibérico, éste aporta paisajes más duros y austeros, a través de los cuales se puede entender las dificultades que han puesto a prueba la capacidad de adaptación del hombre al medio.
Si su belleza no es tan plástica, lo es en cambio su adustez.