Belmonte (Cuenca) es un Conjunto Histórico-Artístico (BIC) donde se respira el ambiente de villa medieval manchega. Presidida por el espectacular castillo de Belmonte, conserva gran parte de sus murallas, de sus edificaciones señoriales y populares y del trazado urbano de la época.
Belmonte (Cuenca)
Belmonte. La Mancha de Cuenca. Cuenca
Comarca: La Mancha de Cuenca. Provincia: Cuenca. Com. Autónoma: Castilla-La Mancha
Coordenadas: 39°33′33″N 2°42′14″O. Altitud: 756 msnm. Población: 1.180 habitantes (2021)
Web: ayuntamiento
Conjunto Histórico-Artístico Bien de Interés Cultural (BIC)
Visita: 2022
Índice
Belmonte. La Mancha de Cuenca. Cuenca
El territorio: La Mancha de Cuenca
La muralla y sus elementos significativos
La puerta del Almudí y el Pósito
Recorrido por el Belmonte monumental
Palacio del Infante Don Juan Manuel
Casas señoriales. Palacio de los Condes de Bellavista
Casa natal de Fray Luis de León
Convento de las Concepcionistas
Casa de los Hiniestrosa (Casa de los leones)
Cerca interior. Calle San Isidro
Convento de los Franciscanos/Trinitarios
Plaza Mayor. Casa Consistorial
Casa de Medievo Bellomonte. Corral de comedias
Convento-colegio de los Jesuitas
Ermita de la Virgen de Gracia y Calvario
Ermita de San Antón y Santa Lucia
Belmonte. La Mancha de Cuenca. Cuenca
La llegada a Belmonte por la CM-3102 desde El Pedernoso, nos ofrece unas vistas sobre la localidad con su castillo dominante desde lo alto de un cerro, y el antiguo alcázar y la colegiata desde otro, con algunos molinos de viento en lo alto de las colinas.
Pero si llegamos por la N-320 desde Mota del Cuervo, a la entrada nos recibe un edificio, a medio camino entre un “pósito” y una torre de vigilancia. Se trata de uno de los innumerables silos que el SNT distribuyo por toda la España cerealista a mediados del siglo pasado. Ahora en desuso y abandono.
El territorio: La Mancha de Cuenca
Nos encontramos en pleno territorio de La Mancha castellana, en lo que se considera La Mancha típica: la de Don Quijote y la de los molinos de viento. Al sudoeste de la provincia de Cuenca, en confluencia con las de Toledo, Ciudad Real y Albacete.
A una altitud alrededor de los 750 msnm, Belmonte muestra un paisaje llano ondulado, que aprovechaba las cimas de los cerros para servirse del viento para mover sus molinos.
Sobre un suelo calizo dominante y con un clima mediterráneo continental, de contraste entre veranos calurosos y secos e inviernos fríos, con importante amplitud térmica.
La base económica es fundamentalmente agraria, predominando los cultivos clásicos de cereales y viñedo, y en menor medida el olivar. En los últimos tiempos se ha expandido el regadío, dominando la pequeña propiedad.
El turismo constituye una actividad económica de creciente importancia.
Como es típico de la zona, la población está totalmente concentrada en la villa, sin ningún tipo de dispersión.
Habiendo alcanzado un máximo de población en los años 60 del siglo pasado, con casi 4.000 habitantes, desde entonces no ha dejado de decrecer, hasta los 1.810 habitantes del año 2021.
Un poco de historia
Los primeros restos arqueológico encontrados corresponden a época ibérica y romana como son las minas de lapis specularis en el paraje conocido como Las Horadadas.
Por los vestigios recogidos, en el siglo V, en época visigoda, existió una iglesia en el lugar que ahora ocupa la Colegiata.
En el siglo XII, fue capital de la antigua Cora musulmana de Santaver, pero las primeras noticias escritas datan del año 1294, cuando el municipio figura en el libro de cuentas del rey Sancho IV, entre los pueblos en los que se recogió moneda para pagar a los caballeros que habían de acompañar a Don Juan Manuel, el futuro Príncipe de Villena, a tierras murcianas.
En el siglo XIII, el rey Fernando III el Santo, dona la localidad a su hijo don Manuel, que lo transmitirá a su hijo el Infante don Juan Manuel, a su vez sobrino de Alfonso X el Sabio, y pasará a formar parte de su gran señorío.
En los años 1324 el Infante manda construir un Alcázar y la primera cerca del caserío.
En 1361 el rey Pedro I el Cruel, lo incorpora a la corona y le confiere la condición de villa independiente.
Con los Trastámara deja de ser villa de realengo en 1398, cuando el rey Enrique II el Doliente, entrega Belmonte a don Juan Fernández Pacheco en pago a su apoyo “por ser hombre de gran valor para Castilla”.
Su nieto, don Juan Pacheco (1419-1474), I Marqués de Villena y válido del rey Enrique IV, nacido en el alcázar, con su gran poder convierte Belmonte en cabeza del marquesado y la dota de gran monumentalidad. Decide la construcción de un castillo-palacio en el cerro de San Cristóbal, al otro lado de la vaguada, para trasladar allí su residencia. Desde el castillo se amplia y reconstruye la muralla, de la que se conserva una importante parte. Consigue una bula del papa Benedicto XIII para reconvertir la iglesia parroquial en colegiata, así como para construir el hospital de San Andrés. Además del convento de los Padres Franciscanos.
La guerra de sucesión castellana entre Isabel la Católica y Juana la Beltraneja (1474-1479), representará para Belmonte un duro revés al haber optado don Diego López Pacheco, II marqués de Villena, por apoyar la causa de Juana. El castillo de Belmonte fue el lugar donde se firmó la paz al término de la contienda.
Aun así, en los siguientes siglos Belmonte mantuvo una situación importante desde un punto de vista religioso y cultural, siendo tierra de ilustres personajes y casa de diferentes órdenes monásticas: Franciscanos, Dominicas, Concepcionistas, Jesuitas, Dominicos, Trinitarios y Susulinas. También contó con un Corral de Comedias, y fue cuna de personajes como Fray Luís de León.
En Belmonte estaban presentes las tres culturas de la sociedad española del siglo XVI: cristianos, musulmanes y judíos. Cada grupo ocupaba un lugar en la población. La morería se localizaba ante la puerta de Chinchilla; la judería ante la puerta de Toledo (puerta de La Estrella); los cristianos intramuros y por los arrabales.
En la Guerra de Sucesión del siglo XVIII optó esta vez por el bando ganador de Felipe de Anjou.
Las tropas francesas durante la Guerra de la Independencia se apropiaron de los edificios significativos, haciendo del castillo una cárcel.
En el siglo XIX, Eugenia de Montijo, al morir su marido Napoleón III, se refugió en el castillo de sus antepasados, realizándose entonces una importante reforma del mismo.
La industrialización no alcanzó a Belmonte, concentrándose en las actividades agrarias, y últimamente turísticas, lo que ha conllevado la progresiva perdida de población ya señalada.
La visita a Belmonte
La visita la divido en dos partes. Una primera dedicada a recorrer el circuito amurallado, deteniéndome en aquellos edificios significativos que se hallan integrados en la muralla: el Castillo, las puertas de la villa y el pósito.
Después, me dedicare a la visita a los puntos de mayor interés monumental o de significación urbana, en un segundo recorrido por el trazado típicamente medieval. Avanzo que la villa intramuros, y gran parte de los arrabales históricos, mantienen el carácter tradicional de sus edificaciones, siendo importante la presencia de la arquitectura popular manchega en sus calles, con especial énfasis en sus casas blancas y la rejería.
A pesar de todo, también encontraremos algún atentado urbanístico que no consigue desmerecer el valor histórico del conjunto urbano. Creo que es bien merecida la catalogación de Belmonte como Bien de Interés Cultural en la categoría de Conjunto Histórico-Artístico desde 1968.
La muralla y sus elementos significativos
Tomo como punto de inicio del recorrido circular por la muralla el punto por donde el Infante Don Juan Manuel debió empezar el cerco del caserío de Belmonte en 1323, en el momento de construcción del alcázar, situado en la zona más elevada del conjunto del caserío.
No obstante, hay que tener en cuenta, que la muralla que pervive, que será la que recorreremos, corresponde a la construida a mediados del siglo XV por Diego López Pacheco, al levantar el nuevo castillo en el cerro de San Cristóbal, que ampliaba considerablemente el perímetro de la población en la dirección sudeste.
La longitud de la cerca era de unos 2.000 metros. De estos, 900 metros se conservan visibles en dos tramos: 100 metros en el lado norte (A) y unos 800 metros (B) que forman un “V” que converge en el castillo (C). Otros 190 metros aproximadamente, con algunas torres, se ven parcialmente entre las construcciones urbanas en el lado sudeste (D). El resto, o ha desparecido o se encuentre en el interior de las construcciones urbanas. En el plano he indicado en rojo las murallas visibles y en verde el trazado hipotético de lo no visible o desparecido.
De las cinco puertas de acceso al recinto se conservan tres completas: las puertas de Chinchilla (P1), del Almudí (P2) y de la Estrella (P3), mientras que de la puerta de San Juan (P5) solo subsiste una jamba, y de la puerta Nueva (P4) no queda ni rastro.
Como era lo habitual, un alcázar se ubicaba junto a la muralla, de forma que dispusiese de una salida directa al exterior sin tener que pasar por el interior del caserío al que protegía. Desde ese punto partían dos muros, hacia este y oeste. Me desplazaré hacia el lado este, en el sentido de las agujas del reloj, por el lado norte en su el punto más elevado (A), donde se localiza la esquina del alcázar, que corresponde al actual Palacio del Infante Don Juan Manuel Hotel-Spa, delimita en su parte interior sus instalaciones de ocio. Es un grueso muro de mampostería.
Lo destacable es que la parte exterior del muro está ocupada por el cementerio.
Dado el grosor del muro, de unos tres metros, en algunos momentos se aprovechó para incorporar nichos en él.
El lienzo de muralla termina en una torre circular de sillarejo que ha sido aprovechada para integrarla en el cementerio.
Aquí termina el lienzo norte (A), que se mantiene, en poco más de 100 metros. A partir de este punto la muralla tomaría dirección sur, configurando el lado de levante (B) del recinto amurallado hasta alcanzar el castillo.
La fotografía muestra a la izquierda la muralla de levante, y desde el castillo hacia la derecha el inicio de la muralla sur.
La puerta de San Juan
Queda un vacío de 200 metros sin ningún rastro de muralla hasta el lugar que ocupaba la puerta de San Juan (P5).
El muro desciende hacia la vaguada que se forma entre el caserío y el cerro de San Cristóbal donde se ubicó el nuevo castillo. Es de sillarejo almenado, aunque en buena parte del recorrido ha perdido las almenas.
Cabe suponer que la cerca primera del siglo XIII debería recorrer siguiendo la vaguada hasta el lado sur, en las proximidades de la puerta de Chinchilla, haciendo servir la vaguada como foso de refuerzo defensivo.
Al tener que cruzar la muralla la vaguada en dirección al castillo fue necesario dejar un paso para el agua del torrente en los días lluviosos. Este mismo tipo de actuación por ampliación de un recinto amurallado lo vimos, por ejemplo, en Tarifa. En caso de ataques era un punto débil de defensa.
Este lienzo de muralla, y en parte también en el lado sur, ofrece una particularidad en la forma de construcción defensiva no muy usual en forma de muralla en cremallera. Consiste en quebrar el lienzo de muralla regularmente, formando un saliente en el trazado del muro unida a 900, buscando de este modo cubrir el ángulo muerto que siempre se forma a los pies de la misma, sin la necesidad de disponer de torres.
El grosor de la muralla permitía la existencia de un adarve en todo el recorrido.
Dos dientes del muro de cremallera.
En la cima se produce la unión de la muralla con la antemuralla del castillo.
Desde la cima se dispone de una espléndida imagen de la muralla, una parte del caserío, el primer alcázar sobre la otra cima acompañado por la colegiata y, por detrás, algún molino de viento.
El castillo de Belmonte
Enlace con el Post: Castillo de Belmonte (Cuenca)
En la cima del cerro de San Cristóbal se llega al castillo (C). Presentaré el recorrido exterior sin detenerme en la fortaleza, a la que dedico un Post específico.
En la parte exterior del castillo la muralla es sustituida por la antemuralla del propio castillo, reforzada por un foso seco a su alrededor.
Aquí tenemos una perspectiva para un hipotético atacante.
Lástima que se haya suprimido el foso seco junto a la puerta, aunque se haya mantenido simbólicamente un puente elevadizo.
Empezamos el recorrido por el lado sur del recinto (D).
El muro almenado desciende desde la colina. Al fondo aparece una torre albarrana como primer elemento de refuerzo defensivo.
A partir de esta zona deberemos alejarnos de la muralla ya que se incorpora al tejido urbano, con construcciones adosadas que, en unos casos dificultan su visión, y en otros han conllevado su absorción o destrucción.
En primer término, a la derecha el muro aplica la retracción tipo cremallera, más abajo un cubo circular. Más adelante encontraríamos otro dentado de cremallera.
Descendiendo por la calle Eugenia de Montijo aparecen al fondo las torres de la puerta de Chinchilla. Podemos aprovechar para apreciar casas de arquitectura manchega, de dos plantas con portalón y rejería en las ventanas.
Por los intersticios de las casas sobresale la muralla.
Desde las proximidades de la puerta se aprecian al fondo dos torreones más insertos entre las construcciones.
La puerta de Chinchilla
La puerta de Chinchilla (P1) es la más imponente y robusta de la villa. Toma este nombre por estar orientada hacia Chinchilla de Montearagón. Es la más antigua de todas las puertas y conserva su estructura original.
Una puerta de medio punto con dovelas defendida por un matacán, del que quedan restos. A cada lado una torre circular con almenas y troneras de palo y orbe.
Es interesante observar como posteriormente una construcción urbana se aprovecha de la torre adosándose a ella.
En el siglo XVIII se construyó una pequeña capilla en su parte superior interna, de la que aún se conservan vestigios. En ella se colocó la imagen de la Virgen de la Guía, procedente de la desaparecida ermita de Santa Ana, para protección de los viajeros en el cruce de caminos. La imagen de esta virgen desapareció en la Invasión Francesa.
Por los restos que permanecen debía tener una doble puerta de acceso. En el exterior una puerta de dos batientes, en la que se ve la gorronera o agujero de giro del gorrón de la puerta. En el interior un rastrillo, con la obertura de deslizamiento vertical.
Al alejarnos por la calle Isabel I de Castilla obtenemos esta perspectiva de la relación entre la puerta de Chinchilla y el castillo a lo alto.
Hasta la calle Cervantes no vuelve a disponerse de visión sobre la muralla. La calle Aguardas que se abre a la derecha permite llegar a una abertura practicada en la muralla. La torre que se observa sería la segunda que se veía des la puerta de Chinchilla.
Pienso que es probable que la primera cerca del caserío construida por don Juan Manuel bordease la vaguada del torrente y llegase desde la puerta de San Juan hasta más o menos este lugar. Al construirse la del siglo XV que estamos siguiendo, se desmontaría este tramo que quedaba incluido en el recinto mayor.
Desde el patio del convento de los Franciscanos (Centro de Salud) se puede observar las dos torres y la puerta de Chinchilla por la parte interior del recinto.
A partir de aquí, y hasta la puerta del Almudí, quedan visibles pocos restos de muralla. Únicamente una muy degradada torre y fragmento de muro.
La puerta del Almudí y el Pósito
Se llega al edificio del pósito, junto a la puerta del Almudí. Por detrás saca la nariz un atentado urbanístico: un edificio moderno, sin ninguna calidad arquitectónica, ni respeto por el estilo del entorno, ni por los materiales, además de romper con la altura estándar en la casa tradicional manchega, de un máximo de tres niveles, que conforma el interior urbano. Como veremos a continuación, este edificio tiene cinco niveles. Vemos como rompe el perfil medieval en todas las fotografías.
La puerta del Almudí (P2), conocida también como del rollo o del Cristo de los Ausentes, presenta también una simple forma de puerta de arco de medio punto con dovelas. Probablemente era la puerta que conducía a El Pedernoso.
La denominación del Almudí le viene por estar junto al pósito, que con el nombre almudí se refiere a la casa pública destinada para la compra y venta del trigo qué sirve, también, para el depósito y para la compra y venta de otros granos, comestibles o mercaderías que no devengan impuestos mientras no se vendan.
Puerta del Rollo se debe a que frente a ella estuvo situada el rollo jurisdiccional.
En la actualidad es la puerta más importante, la que lleva al centro de la villa, a la plaza Mayor.
También aquí se le adosó una capilla superior que alberga una imagen de bronce de este Cristo, obra del escultor José Antonio Lafuente, de los años setenta del siglo XX. De ahí deriva la denominación de puerta del Cristo de los Ausentes.
El interior, junto al pósito, forma una plazoleta con edificios del siglo XX no muy afortunados desde el punto de vista del respeto al patrimonio histórico.
El vano de entrada es un adovelado arco de medio punto en sillería y conserva sus dos gorroneras para el cierre de la puerta.
Un gran edificio del pósito (14) tiene forma de “U”, con los muros de mampostería y las esquinas y vanos de sillería.
Las ventanas están protegidas por rejas manchegas típicas de la zona.
En relación con el edificio moderno, opinen ustedes mismos a partir de esta imagen tomada de Google Street View. ¿A quién se le ocurrió una propuesta así?; ¿quién la aprobó y con qué criterios?
A partir de este punto no aparecen más vestigios de la muralla. Si existe alguno se halla en el interior de las construcciones urbanas. Solamente subsiste la puerta de la Estrella.
La puerta de la Estrella
A unos 85 metros al norte, siguiendo la calle Antonio Ruíz, encajonada entre casas pervive la puerta de la Estrella (P3), dedicada a la Virgen de la Estrella, que también ha sido denominada como la puerta de Toledo o la de Montreal, por estar orientada hacia esas localidades.
Su actual nombre le viene por la existencia siglos atrás, extramuros, de una judería. Muy probablemente su sinagoga estuvo ubicada en la actual calle de las Nieves, sita frente a la puerta de la muralla.
La puerta está formada por dos arcos, ambos de tipo escarzano. Sobre el arco exterior se levantan cinco merlones escalonados que ofrecen una imagen defensiva.
La estrella de David, símbolo del judaísmo, es lo que hizo que posteriormente esta puerta se rebautizara como «de la Estrella» y se dedicara a la Virgen de tal nombre, construyendo un altar sobre el arco para su veneración.
En la parte interior se hallan unas escaleras de piedra que conducen al altar y que no son originales de esta puerta. Pertenecían a la puerta del Almudí, y fueron trasladadas aquí en los años setenta del siglo XX.
Tampoco el edificio de la izquierda es que se vea muy apropiado al respeto histórico.
La doble puerta se halla separada por un hueco. Se pueden observar las ranuras para el rastrillo, mientras que en el otro vano se encuentran las gorroneras.
En la plazoleta hay colocada como monumento una noria manual muy interesante. No es fácil ver este tipo de mecanismos hidráulicos.
Existía una quinta puerta, la Puerta Nueva (P4). Por la disposición de las calles en relación con los caminos de acceso a Belmonte, pienso que lo más probable es que la puerta Nueva estuviese situada al final de la calle Elena Osorio, frente al camino hacia Villaescusa de Haro.
Como digo, no hace falta que continuemos hasta el punto de origen del recorrido en la muralla en el Palacio del Infante Don Juan Manuel y el cementerio, porque no aparece ningún resto más de muralla.
Recorrido por el Belmonte monumental
La villa de Belmonte está catalogada como Bien de Interés Cultural (BIC) como Conjunto Histórico-Artístico.
No estableceré ningún recorrido para visitar los puntos de mayor interés. Un consejo puede ser irlos buscando, pero prestando mucha atención a las casas de la trama urbana en los que se conjuga una síntesis entre edificios señoriales y abundantes muestras de arquitectura popular manchega.
En la estructura urbana dos calles de recorrido continuo cada una cruzan de oeste a este y de norte a sur la villa medieval. De oeste a este, la formada por la calle Padre Domingo que se prolonga en la calle Juan Pacheco, en un trazado recto-sinuoso, uniendo la puerta de La Estrella con la puerta de San juan. De norte a sur, desde la puerta Nueva (presumiblemente como he señalado en el recorrido por la muralla) a la puerta de Chinchilla, aun cuando en la parte sur del recorrido su trazado se mucho más sinuoso, por las calles Elena Osorio, Lucas Parra y Chinchilla.
De ellas partirían todas las calles que irán articulando el tejido urbano medieval, más o menos adaptado a la orografía.
Palacio del Infante Don Juan Manuel
En la zona más elevada y dominante del núcleo urbano, don Juan Manuel alzó el Alcázar viejo (1). Actualmente, rehabilitado y reformado acoge el Palacio del Infante Don Juan Manuel Hotel-Spa que ya he presentado en el Post anterior, al cual me remito.
Solo indicar que la forma actual responde más a la combinación de su reconversión en convento de Dominicas en el siglo XV y en hotel en el siglo XXI.
Es el edificio señorial más antiguo de la villa.
El claustro renacentista del convento es uno de los elementos históricos más valiosos del recinto.
Colegiata de San Bartolomé
Conjuntamente con el Castillo, la colegiata de San Bartolomé (2), es el otro monumento declarado Bien de Interés Cultural (BIC).
Emplazada junto al Alcázar viejo dentro del recinto amurallado. Se construyó sobre la primera edificación de la antigua parroquia de época visigótica que posteriormente, después de la dominación árabe, se adaptó al estilo románico.
Como colegiata fue erigida sobre la iglesia parroquial a instancias de don Juan Pacheco, Marqués de Villena y III señor de Belmonte, para lo que obtuvo del papa Pío II la Bula del Concilio de Basilea en 1436. El Cabildo que debió crearse, estaba presidido por un Prior, y llegó a tener 32 canónigos y prebendados. Era una manera de reforzar su prestigio social mediante la implantación en su señorío de un templo de la más alta categoría fuera de una sede episcopal.
Se inició en 1459 en estilo gótico, aunque se fueron anexando grandes capillas a instancias de grandes familias hasta el XVIII, cuando se dio por terminada definitivamente. Muy probablemente fueron sus arquitectos los hermanos Egas y Hanequin de Bruselas, que debieron trabajar también en el trazado del castillo.
Se ubica en una posición dominante sobre el caserío, aunque por debajo del primer alcázar.
Los muros son de sillarejo, reforzado con sillares en las esquinas, vanos y contrafuertes, así como en las portadas. Las cubiertas de teja, a dos aguas con el hastial achaflanado la principal, y a cuatro aguas la torre y las capillas que sobresalen.
La planta del templo es basilical o de salón, con forma ligeramente trapezoidal, más estrecha en la cabeza, de tres naves y cuatro tramos. El ábside es circular, de unos ¾ de circunferencia. Excepto en la parte saliente del ábside, esta rodeado de hasta once grandes capillas, casi todas cuadradas, del ancho de tramo al que se abren. Sobre el ábside se alza una cúpula poligonal, con ventanas ojivales de iluminación.
Adosada al exterior derecha del pie del templo se alza una robusta torre cuadrada, típica de la zona, de tres niveles, con alguna ventana geminada en el primer nivel, y dos ventanas de arco de medio punto en cada lado del nivel superior, con cubierta de teja a cuatro aguas con picota.
La perspectiva desde la calle Fray Luis de León, que nació en la casa del lado derecho.
Se accede al templo por dos portadas, una en el lado de mediodía, la puerta del Sol, y la puerta de los Perdones a los pies. Rejería tradicional de la zona protege las ventanas.
La puerta de arco carpanel inscripto en un arco trilobulado con una hornacina. A los lados dos pináculos góticos.
La portada de los Perdones presenta una puerta geminada con el mismo arco carpanel que la otra puerta. En este caso las puertas están ligeramente inscritas en un arco apuntado, con una imagen de San Bartolomé en el tímpano. También dos pináculos góticos a los lados y un óculo multi estrellado en la parte superior del muro.
Ábside poligonal, con contrafuertes hasta la parte superior, con esbeltas ventanas ojivales.
Como se ha dicho, la planta es basilical o de salón, ligeramente trapezoidal, con el lado más estrecho en el presbiterio. Más ancha la nave central
La bóveda de crucería gótica se apoya en gruesas columnas circulares con baquetones.
El tercer tramo central está ocupado por el coro.
Las columnas con baquetones que ascienden.
Por su parte, los laterales están cubiertos por bóvedas de arista.
Hasta el siglo XVII se llegaron a incorporar hasta diez capillas por los dos laterales del templo, con importantes obras de rejería cerrando cada una de ellas.
En el trascoro también se halla insertos tres altares dedicados a las Ánimas, a la Inmaculada y a San Blas.
La capilla mayor ocupa el ábside y presbiterio del templo, de planta poligonal de nueve lados, inscrita en las tres cuartas partes de un círculo.
En el centro el retablo de San Bartolomé, patrón de Belmonte, de 1667, obra de Hernando Espinosa terminada por Gregorio Quintana.
En los dos laterales se observan cuatro hornacinas funerarias destinadas a los padres y abuelos del marqués de Villena en posición orante.
El ábside ojival, con los escudos del marqués de Villena en los nervios, y en el centro un pantocrátor.
La primera capilla a la izquierda, sobre el frontal de la iglesia, es la capilla del Bautismo. En esta pila bautismal fueron bautizados personajes como Fray Luis de León, la familia Pacheco o San Juan del Castillo, del que cuelga reproducida su partida bautismal al fondo.
En la construcción de las capillas intervinieron arquitectos de prestigio de cada momento (Francisco de Alviz, Juan de Homa, Esteban Jamete o Andrés de Vandelvira), dejando obras de estilos gótico, renacentista o plateresco, con retablos, góticos, platerescos, barrocos, neoclásicos diversos.
La capilla de San Miguel Arcángel del siglo XVI contiene un lienzo del pintor genovés Bartolomé Matarana del siglo XVI. En este caso, más que una capilla es un altar sobre el muro.
A cada lado del altar mayor se abre pequeñas capillas asimétricas.
En el lado del evangelio la capilla de la Santísima Trinidad.
En el lado de la epístola la capilla del Santo Cristo de los Peligros y el altar de Nuestra Señora de la Antigua.
El lienzo de nuestra Señora de la Antigua se atribuye al pintor florentino del siglo XIV Dello dei Niccolo Delli. Está en discusión si es original o una copia.
En la capilla gótica de San Juan Bautista se conserva el altar de campaña del Marqués de Villena, de mediados del siglo XV.
El día de la visita coincidió con los preparativos de los pasos de Semana Santa, para lo que diversas imágenes fueron apeadas de sus altares para incorporarlas a su paso.
Fue emotivo ver el interés con el que los miembros de las cofradías procedían a estos trabajos.
En la capilla de la Asunción el retablo barroco actual está dedicado a la Virgen de los Remedios.
Esta capilla fue obra de Andrés de Vandelvira, con un oratorio en el lateral superior.
La capilla del Santo Sepulcro, mandada construir en 1558 por Diego de Alarcón, ocupa la planta de la torre-campanario. El altar de 1708, con un retablo rococó dorado con fondo negro. El ático un cuadro de Cristóbal García Salmerón representando la Coronación de Espinas.
Debajo de la Virgen, un sepulcro acristalado, el Sepulcro del Señor, imposible de apreciar con los trajines de bajar a la Virgen para incorporarla a su paso de Semana Santa.
La hornacina central la ocupa la imagen de Nuestra Señora de la Soledad, obra de autor anónimo del siglo XVII.
En el coro finalizaré la visita. Ocupa la parte central de tercer tramo, cerrado por una reja.
La sillería historiada con escenas del Génesis y la Pasión, de 1454, de estilo gótico, realizado en madera de nogal por los hermanos Egas y Hanequin de Bruselas para la catedral de Cuenca. En dicha catedral el coro quedo pequeño y, en el siglo XVII lo compró y trasladó el prior de Belmonte a la Colegiata.
Sobre el coro un órgano barroco español del siglo XVIII, construido por Julián Alcarria Carrizo.
Casas señoriales. Palacio de los Condes de Bellavista
En Belmonte son abundantes las casas señoriales por la prosperidad que la villa tuvo en la Baja Edad Media, especialmente en la época de don Juan Pacheco en la que, en torno a su figura, se crea una segunda corte. Durante esa época y en los siglos siguientes fueron muchos los nobles e hidalgos que edificaron sus casas intramuros de la villa.
Familias que gozaron de este tipo de casas en Belmonte fueron los Baillo (11), los Espinosa, los León, los Hinestrosa (7) o los Castillo; muchas de estas casas son aún identificables por mantener sus escudos señoriales en las fachadas.
Su estructura habitual está formada por dos plantas distribuidas en torno a un patio castellano de columnas y cuadrado. Suelen tener cueva o sótano y cámaras. En la fachada los blasones de la familia.
Saliendo de la colegiata por la puerta lateral, un poco a la izquierda baja una calle con un magnífico aspecto de ambiente manchego. La casa de la izquierda corresponde a la entrada al palacio de los Condes de Buenavista (3).
La edificación fue construida en los siglos XVI y XVIII. El título de I Conde de Buenavista y Cerro es de 1807, concedido por el rey Carlos IV a don Diego Ventura de Mena, que había nacido en Belmonte en 1772.
Tiene la disposición señalada de palacio castellano de dos plantas con patio interior de columnas.
Además de la puerta de sillería con balcón, destacan las ventanas con rejerías provistas de guardapolvo en la parte superior.
Después de ser cedido para cuartel de la Guardia Civil en el siglo XIX, fue abandonado y actualmente reconvertido en alojamiento hotelero.
Casa natal de Fray Luis de León
A los pies de la Colegiata se encuentra la casa natal de Fray Luis de León (4) en el número 6 de la calle Eugenio Pérez, una casa relativamente modesta. Desde las ventanas de su casa debía ver cada día la torre de la Colegiata.
Fray Luis de León fue uno de los personajes más importantes del siglo XVI español. Religioso agustino, fue teólogo, astrónomo, poeta y humanista del renacimiento.
Una placa conmemora su nacimiento el 27 de setiembre de 1527.
Convento de las Concepcionistas
El convento de las Concepcionistas (5) tiene la entrada principal por la calle Juan Pacheco. Fue fundado en 1581 por don Álvaro Severo, natural de Belmonte, aunque no se tomó posesión de él hasta el 2 de julio de 1584, cuando llegaron cuatro religiosas del convento de la Concepción de la ciudad de Cuenca.
Anteriormente el edificio había sido Casa de la Santa Inquisición, por lo que las monjas debían pagar anualmente a la Inquisición de Cuenca ocho libras de anises.
El exterior del edificio es de mampostería, con los aleros del tejado y esquinas de sillería.
La puerta mayor del edificio es del siglo XVII, de arco de medio punto enmarcado con pilastras que sujetan el entablamento. Sobre él se ubica un frontón triangular interrumpido por la hornacina.
Otra puerta de características similares se sitúa en la calle Julio Romera, donde, en la esquina, se alza una torre que sobresale un cuerpo.
Hospital de San Andrés
El origen del hospital de San Andrés (6), está ligado al marquesado de Villena. Juan Fernández Pacheco funda en 1415 el Hospital por bula de Benedicto XIII, siendo el objeto de la institución «curar enfermos pobres y hospedar peregrinos, proveer de lo necesario a sus escuderos en sus casas las cuales habiéndose visto antes con hacienda al presente estuvieren pobres y para sustentar a un capellán que dijese misa a los enfermos.» La palabra «hospital» se relacionaba con una concepción medieval de la pobreza. En principio los hospitales no tenían como finalidad atender enfermos, sino más bien acoger al mendigo, al indigente.
Situado en la calle Arsenio Rada, actualmente ha quedado reducido a ruinas, conservando muy parcialmente el muro exterior.
Casa de los Hiniestrosa (Casa de los leones)
En la esquina de las calles Juan Pacheco y Santa Catalina de Sena se alza la casa de Los Hinestrosa (7), con las características descritas, y donde destaca en la esquina su gran escudo nobiliario flanqueado por dos leones, por los que se conoce popularmente esta casa.
Casa señorial de los HInestrosa es de los siglos XVI-XVII.
Cerca interior. Calle San Isidro
Descendiendo hasta la vaguada de la villa nos situamos en la calle de San Isidro (8).
Sigue la dirección noreste-sudoeste, desde el, paso de aguas en la muralla junto a la puerta de San Juan hasta la calle Aguardas que pasa por debajo del convento de los Franciscanos.
Con toda probabilidad este recorrido por el lado norte de la vaguada debía corresponder a la primera cerca del caserío de la época de don Juan Manuel.
El lado sur de la vaguada corresponde en esta aparte a la separación interior entre la villa y los terrenos del glacis del Castillo. Actualmente una verja deja ver el bosque de esta parte del castillo, mientras que a partir de la puerta de acceso al recinto del castillo (8) queda delimitado por construcciones urbanas hasta entroncar con la muralla.
Entrada a la cerca del Castillo desde la villa (8).
Plaza del Pilar y fuentes
La calle San Isidro desemboca en la gran plaza del Pilar (9). Tradicionalmente fue llamada así por los pilares que cierran dos de sus frentes, situadas en los dos extremos de la plaza.
Mirando hacia el lado de levante, por donde hemos entrado, el castillo aparece con su aspecto dominante desde el cerro de San Cristóbal.
En este extremo una gran rampa desciende hacia una fuente de agua salobre con un gran abrevadero a todo lo ancho destinado al ganado.
En el lado opuesto, a poniente, una fuente de agua dulce. Construida en piedra de sillería y con barbacana para que no pudiesen acceder los animales.
Los edificios de la plaza responden a la arquitectura tradicional manchega de casas blancas de dos o tres plantas.
Vestigios de casas porticadas nos recuerdan que alguna vez la plaza mostraba soportales en sus edificaciones.
Convento de los Franciscanos/Trinitarios
Por detrás de la fuente de agua dulce de poniente se eleva el convento de los Franciscanos (10).
También mandado construir por don Juan Pacheco, primer marqués de Villena, en 1456. No tuvo vida conventual hasta 1463, cuando se instaló la congregación de San Francisco, que permaneció aquí hasta 1919.
Con la desamortización de Mendizábal, en 1835, fue adquirida por los Condes de Buenavista que se lo cedieron a los mismos Franciscanos y en el año 1919 dejaron definitivamente el convento. En 1923 el convento fue entregado a Los Trinitarios que se dedicaron a la enseñanza primaria. En 1973 la comunidad trinitaria abandona Belmonte para trasladarse a la vecina localidad de Alcázar de San Juan.
Al ser iglesia del convento tiene mayor dificultad en el acceso y no tiene pila bautismal. La Iglesia y la torre conservan aún sus funciones religiosas, mientras que el convento, deshabitado, ha sido restaurado y se ha destinado parte de él para su uso como Centro de Salud.
Casa de los Baillo
Me dirijo al centro de la villa por la calle Lucas Parra y continuo por la calle Elena Osorio.
En el nº 3 de la calle Elena Osorio se encuentra la casa señorial de los Baillo (11).
Destaca en ella su magnífica fachada, probablemente realizada a finales del siglo XVII, o siglo XVIII.
La puerta principal es de piedra de sillería, elemento también frecuente en otros puntos de la fachada o las esquinas; además está presente el escudo de la familia. En este caso, encima del balcón podemos observar el escudo de los Baillo enmarcado en piedra e interrumpiendo el alero. Ventanas de rejería en la planta baja y balconaje en la primera principal.
Plaza Mayor, Casa Consistorial
La plaza Mayor (12), de forma cuadrangular se sitúa sobre la calle principal que unía las puertas de San Juan y de La Estrella.
En la equina sur se ubica la actual Casa Consistorial en un edificio de nueva planta construido entre los años 1955 y 56. Para su construcción se utilizaron elementos del antiguo edificio: piedra de sillería -que se puede ver en el dintel de la puerta principal-, el escudo de armas, tal y como estaba, o la campana de la torre que procedía del Colegio de los Jesuitas.
El antiguo edificio del Ayuntamiento respetaba la traza de edificio medieval -probablemente del siglo XIV o XV-, y se recuerdan los escudos de armas de la casa de Villena en diferentes lugares del Salón de Sesiones.
La mayoría del resto de edificios de la plaza respetan con mayor o menor acierto la arquitectura tradicional y solariega manchega, de dos o tres plantas.
Un monumento homenajea a Fray Luis de León.
La calle Arquitecto Sureda une la plaza Mayor con la puerta de Chinchilla. Calle de casas señoriales y tradicionales manchegas.
Con esta calle se reconoce al arquitecto Alejandro Sureda (Palma de Mallorca, 1815-Madrid, 1889) por su papel en la restauración del castillo de Belmonte por encargo de Eugenia de Montijo.
Casa de Medievo Bellomonte. Corral de comedias
En la calle Lucas Parra número 20 una edificación que abarca varias casas acoge la Casa Bellomonte (13) junto al lugar que se alojaba en el siglo XVII el Corral de Comedias de Belmonte. Del Corral solo queda la fachada, mientras que en las casas se ha procedido a una recreación del interior una casa del siglo XV en forma de casa-museo.
Esta casa-museo es una iniciativa privada de la Asociación de Recreación Histórica del siglo XV. Un grupo de entusiastas de la historia de Belmonte que invierten su tiempo y recursos en haber creado este museo y en desarrollar actividades de recreación histórica sin ánimo de lucro.
Las instalaciones de la Casa Bellomonte están dividida en dos grandes ámbitos. La planta baja está destinada a actividades didácticas relacionadas con las armas de la Edad Media anteriores a la pólvora y a actividades artesanales. El otro gran bloque está destinado a la recreación de una vivienda de una familia acomodada, con todo su ajuar.
En primer término de la fotografía, la fachada del Corral de Comedias. A continuación, las dos casas que se ha acondicionado como casa-museo. En la esquina, el monstruoso edificio consentido que rompe con toda la armonía del conjunto histórico, y del que ya he hablado.
A la derecha de la entrada el ámbito destinado a armería y equipo militar medieval.
En el lado izquierdo, zona de actividades artesanales, con especial énfasis en el tejido con telar manual.
La recreación de la vivienda comienza por un lateral de los bajos con la cocina y el acceso a la cava de la casa.
Lo usual es que las casas de Belmonte dispongan de una cava subterránea para la conservación de alimentos. Ya he señalado que lo más frecuente es observar ventanucos a ras del suelo en la fachada de todas las casas para iluminar y ventilar estos subterráneos.
La planta superior está destinada a museizar un salón y dos dormitorios.
El rincón de las mujeres sobre una tarima donde sentarse en el suelo como punto de encuentro de las mujeres de la casa.
Debería haber un lugar para tratar los asuntos del señor.
Las camas con dosel para protegerse del frío.
Así como la bañera en la habitación junto a la chimenea.
En el rincón derecho un “dompedro o don pedro”.
Convento-colegio de los Jesuitas
La llegada de los Jesuitas a Belmonte se produjo en 1558. Al principio ocuparon un edificio cercano a la Colegiata, pero pronto se trasladaron a la ubicación a la que hoy se conservan sus restos (14), donde se consagró la Iglesia en 1640.
La fundación de este colegio jesuita fue la última que autorizo personalmente San Ignacio, y se llevó a cabo mediante un acuerdo entre San Francisco de Borja y don Diego López Pacheco, Marqués de Villena. El 20 de octubre de 1558 los religiosos «abrieron clase de gramática» e iniciaron los servicios religiosos.
Llegó a tener en 1582 hasta cuatrocientos alumnos, que se incrementaban con otros trescientos en Cuaresma para oír los «Casos de Conciencia» que el Padre Pablo Hernández explicaba.
Los jesuitas permanecieron en Belmonte hasta la fecha de su expulsión del país en 1767. Se dedicó a otras tareas religiosas hasta los años de las desamortizaciones del siglo XIX.
Después fue cárcel y juzgados. En la remodelación de los años sesenta del siglo pasado la estructura de su claustro fue remodelada y se retiraron parte de sus muros, convirtiéndola en plaza pública.
En la actualidad se ha convertido en cine-teatro y alberga el Juzgado de Paz de la localidad.
Colegio Público de Belmonte
A la entrada del Parque Municipal en el año 1916 se inauguró el edificio del Colegio Público de 1ª y 2ª Enseñanza (15).
Un bello edificio de dos plantas.
Frente al Colegio, la segunda escultura dedicada a El Quijote que encuentro en Belmonte.
Aprovecho para mostrar la otra escultura dedicada a El Quijote (18) que localicé en la esquina de la calle Melchor Cano con la calle Astrana Marín.
Ermita de la Virgen de Gracia y Calvario
Nos desplazamos al final de la calle Virgen de Gracia en la confluencia con la calle Isabel I de Castilla, para acercarnos a la Ermita de la Virgen de Gracia (16).
La leyenda dice que la Ermita de la Virgen de Gracia se alza en el lugar donde la virgen se apareció a unos pastores siendo obispo de Cuenca San Julián (1128-1208), extramuros de la villa. Es la patrona de la villa.
La primera ermita debió ser de estilo románico, a la que han seguido distintas remodelaciones y ampliaciones. El edificio actual corresponde a la remodelación del siglo XVI. Los muros exteriores son de mampostería, con sillería en esquinas, refuerzos y portada.
La fachada de piedra es del siglo XVII, con una portada que fue traída desde la antigua ermita de Santa Quiteria situada frente a la puerta de Chinchilla. De arco de medio punto entre pilastras, con frontón triangular interrumpido con una hornacina con la imagen de la Virgen.
Encima, el escudo de don Diego López Pacheco, II Marqués de Villena.
En lo alto campanil con espadaña.
La planta es de una sola nave de tres cuerpos, con bóveda de cañón sustentada en arcos fajones. El ábside semicircular en el interior.
A los pies un coro elevado.
La imagen de la Virgen de Gracia, una talla románica de madera del siglo XIII. Representa a María sentada con el niño sobre su pierna izquierda. A partir del siglo XVIII comenzó la costumbre de vestirla.
Sobre el altar una bóveda de media naranja con tragaluz central realizada en el siglo XVIII.
Frente a la Ermita se erige un Calvario.
Ermita de San Antón y Santa Lucia
En el número 15 de la calle Isabel I de Castilla se encuentra, encajada en el caserío, la Ermita de San Antón y Santa Lucia (17).
Se construyó sobre una antigua mezquita árabe de los siglos XIV y XV donde, en esta zona exterior a la muralla, se asentaba un barrio de musulmanes del que, muy probablemente, salieron los artistas que tallaron los impresionantes artesanados mudéjares que lucen los techos del Castillo de Belmonte.
La ermita actual responde a una casi completa reedificación de 1831.
La puerta de la ermita está adintelada de piedra, con una hornacina en el centro. El campanil es de un solo ojo en un frontón triangular. Sobre el campanil hay una veleta con iconografía popular referida a San Antón, patrón de los animales, en la que un perro le está comiendo el rabo a un gorrino.
Molinos de viento
Sobre los cerros de Belmonte, tanto al noroeste como al sudeste, se ha restaurado algunos molinos de viento. En este caso, (como en Villaescusa de Haro), se ha mantenido el cilindro de obra de mampostería vistas (no blanqueada) como estamos acostumbrados a que se se presenten los molinos de La Mancha.
De los tres que se encuentran en el lado noroeste (al norte de la referencia 19) en el primero, el Molino El Puntual, se ha reconstruido la maquinaria, aunque en el momento de mi estancia no era visitable.
Arquitectura tradicional y rejería
Pueblo de arquitectura popular típicamente manchega.
La casa tradicional se caracteriza por poseer espléndidas piezas de rejería, procedentes en algunos casos de casas señoriales, pero que en otros parece haber sido forjada con destino a la misma humilde vivienda que las ostenta. Rejas de elegante diseño y perfecta forja.
Fin de la visita
En Belmonte se percibe todavía el espíritu de una villa señorial de los siglos XIII a XVI, sede de los señoríos del Infante don Juan Manuel primero, y de los Villena después, alrededor de los cuales se construyó una pequeña corte, reflejada en sus casas señoriales.
El urbanismo medieval pervive en la trama urbana, encerrada en un recinto amurallado perfectamente identificable todavía.
El poder del señor desde el castillo sobre el cerro de San Cristóbal, la elevación a Colegiata de su iglesia, las casas blasonadas y la proliferación de conventos, se fusiona con la arquitectura popular manchega de casas blancas y espléndidas rejerías.
Pasear tranquilamente por sus calles, sin necesidad de un rumbo fijo, nos permite imbuirnos de un ambiente tradicional, solo roto por algunas construcciones que no hubieran debido ser autorizadas.
Bases de información
Webs
Colegiata
Webs academic
Miguel Ángel Vellisco y Juan Antonio Zarco. Cultura e historia de Belmonte
Belmonte: Historia y patrimonio
José Miguel Muñoz Jiménez. Castillos señoriales nobiliarios y episcopales en Castilla-La Mancha (siglos XIV y XV)
Carlos Ayllón Gutiérrez. Iglesia y poder en el marquesado de Villena. Los orígenes de la Colegiata de Belmonte
Pedro Miguel Ibáñez Martínez. Van den Wyngaerde, una vista de Belmonte y la campaña de trabajo de 1563
Elaborada, minuciosa y detallada información, que induce a conocer Belmonte (destino pendiente… que llegará).
Muchas gracias y un cordial saludo
Carmen, realmente vale la pena visitar Belmonte y pasear tranquilamente por sus calles. Y también los alrededores.
Gracias por tus palabras.