El Palacio Del Infante Don Juan Manuel Hotel-Spa en Belmonte (Cuenca), con el Restaurante gastronómico Los Alarifes, nos acoge en el edificio histórico reconstruido del alcázar de Don Juan Manuel, en el centro de La Mancha Alta.
Palacio Del Infante Don Juan Manuel Hotel-Spa. La Mancha de Cuenca

Palacio Del Infante Don Juan Manuel Hotel-Spa, La Mancha de Cuenca. Cuenca
c/ Infante Don Juan Manuel 2. Municipio: Belmonte. Comarca: La Mancha de Cuenca. Provincia: Cuenca. Com. Autónoma: Castilla-La Mancha
Coordenadas: 39°33’39.3″N 2°42’09.3″W. Altitud: 770 msnm. Población: 1.810 habitantes (2021)
Web: hotelspainfantedonjuanmanuel
39 habitaciones
Estancia: 2022

Índice
Palacio Del Infante Don Juan Manuel Hotel-Spa, La Mancha de Cuenca. Cuenca
El alojamiento: Palacio Del Infante Don Juan Manuel Hotel-Spa, Restaurante gastronómico Los Alarifes
Molinos de viento: Campo de Criptana, Mota del Cuervo, Belmonte, Villaescusa
Castillo de Saelices y puente romano
Palacio Del Infante Don Juan Manuel Hotel-Spa, La Mancha de Cuenca. Cuenca
Elección del alojamiento
El objetivo del viaje era el territorio de La Mancha. No disponía de ninguna referencia de alojamiento de esta zona por lo que la búsqueda se realizó a través de Internet. Me pareció que el Palacio Del Infante Don Juan Manuel Hotel-Spa, con el Restaurante gastronómico Los Alarifes, en la localidad conquense de Belmonte, a caballo entre las provincias de Cuenca, Ciudad Real y Toledo, ofrecía garantías, formando parte de la red de hospederías de Castilla-La Mancha.
Además, ofrecía el valor añadido de tratarse de un edificio histórico, como primer alcázar de Belmonte mandado construir en el siglo XIV por Don Juan Manuel, el autor de El conde de Lucanor, que me retrotraía a mi época de bachiller.
El alojamiento: Palacio Del Infante Don Juan Manuel Hotel-Spa, Restaurante gastronómico Los Alarifes
Las instalaciones hoteleras se ubican en el extremo noreste de la localidad de Belmonte, ocupando una superficie de más de 7.000 m2, con una oferta de 39 habitaciones.
Totalmente reconstruido adaptado a la función hotelera, pero buscando mantener el espíritu de edificio medieval-renacentista. Inició su actividad hotelera en 2014.
Edificio de titularidad pública de la Junta de Castilla-La Mancha, con gestión privada por concesión.
Es el edificio señorial más antiguo de la villa.
El edificio
En esta ocasión, por tratarse de un edificio histórico de relevancia, vale la pena detenerse en su descripción.
También llamado Alcázar Viejo, fue construido en 1324 por don Juan Manuel, sobrino de Alfonso X el Sabio, y gran escritor, cuando obtuvo el Señorío de Belmonte.
Como era habitual al tratarse de un alcázar, se construyó sobre la muralla del caserío, muralla que todavía está presente delimitando el lado norte. En 1398 pasó a posesión de los Pacheco.
Tras la construcción del castillo en 1456 en el Cerro de San Cristóbal, Diego López Pacheco solicitó al papá Alejandro VI el traslado de las religiosas de Santa Catalina de Siena al edificio. Las monjas procedían del convento de Dominicas fundado por don Juan Manuel en 1335 en la cercana localidad de La Alberca de Záncara. Las religiosas lo habitaron desde 1501 hasta los años 60 del siglo XX.
En pocos años el edificio sufrió un proceso de abandono y ruina hasta que en 2007 se inicia un proyecto para su completa restauración y su conversión en establecimiento hostelero, formando parte de la red de hospedería de Castilla-La Mancha.
La fotografía muestra parcialmente el estado ruinoso del edificio.

La edificación actual está compuesta por un gran núcleo cuadrangular en el lado norte, que aloja un claustro, y dos extensiones hacia el sur en los dos extremos.


La entrada por el lado de poniente ofrece un enorme lienzo con varios contrafuertes de sillería, escasos ventanales sencillos y dos puertas. La de la derecha (A) da acceso al hotel.


El muro con contrafuertes corresponde a la parte de la iglesia cuando se reconvirtió en convento, con una puerta plateresca de acceso al templo desde el exterior.


El interior es un edificio híbrido. En el que se nota que la reconstrucción se efectuó, no tanto buscando la reconstrucción histórica, como poner unas ruinas históricas al servicio de un hotel.
Sea como sea, como hotel resulta un lugar espacioso y agradable.
Al entrar en el hotel tenemos ocasión de apreciar los elementos históricos del alcázar-convento que se conservan en la planta baja.
Tras pasar un gran zaguán de entrada (A) se entra en la recepción.

La recepción (B) adopta la forma de claustrillo con columnas, con poca convicción histórica.

En el recorrido hasta la habitación pasaremos por la joya del edifico: el claustro renacentista (C) de finales del siglo XV, atribuido a Esteban Jamete.

Aquí es uno de los puntos donde más se nota lo que decía de poner un elemento histórico al servicio de la instalación hotelera. Me explico.
El espacio resultante no adopta en ningún momento el carácter de claustro monacal, que debería crear un aire de meditación y recogimiento. Lo que percibo es la sensación de patio interior, con unas dimensiones desorbitadas de las pandas del claustro.
Si prescindimos del significado histórico, el lugar tiene su encanto, y si miramos hacia el interior del patio del claustro, resulta una construcción renacentista magnífica.

Los dos niveles del claustro arruinado se han reconstruido, a mí parecer, con gran dignidad.


La parte baja con arcos de medio punto y la superior con arcos escarzados, todos sobre columnas toscanas.



Para dar funcionalidad al patio, se ha cubierto con una cupula de cristal, solución que hemos visto en otras ocasiones (Torrijos).

El lado de poniente da a la iglesia y otros espacios conventuales que miraremos más adelantes.
La habitación
La habitación se halla en el primer piso, a la que se accede por la planta superior del claustro, lo que permite obtener imágenes del mismo desde esta altura.


La zona de habitaciones en el ala norte es totalmente nueva, pero queriendo mantener un aire medieval con sus paredes de mampostería.

La cristalera del lado derecho aboca sobre la zona arqueológica interior (M).

Había pedido una de las dos habitaciones que ofrecen vistas sobre el castillo de Belmonte. Me correspondió la 119.


La habitación, austera y luminosa, ofrece un espacio de calma y con unas perspectivas magnificas.




Las fotografías que siguen sobre el castillo de Belmonte, los tejados del caserío y el horizonte ofrecen panorámicas y colores cambiantes de gran belleza.








Incluso se dio la circunstancia de poder admirar el castillo de Belmonte a través de copos de nieve.

La ventana lateral muestra el área de ocio, piscina y spa del hotel (J), así como la parte de muralla que limita el hotel con el cementerio colindante (K).


No podía faltar la perspectiva de las ventanas de la habitación vistas desde el exterior.

El desayuno y el restaurante gastronómico Los Alarifes
Ha llegado la hora del desayuno.
Los días de menor afluencia de clientes el desayuno se sirve de forma individualizada en el comedor del restaurante (F).




Los días de mayor afluencia de clientes se instala un amplio bufet libre en una panda del claustro.


Espacios de servicio y ocio
Recorramos ahora los espacios de servicios y ocio que ofrece el hotel.
Contigua al claustro una gran sala del convento (D) acoge un espacio de descanso y juegos de mesa.



Desde esta sala se accede a los pies de lo que fue la iglesia del convento (E). La sala actual ha perdido totalmente cualquier traza de espacio místico, reconvertida en sala de actos y eventos.

Desde la puerta que da acceso al claustro se tiene una perspectiva de la puerta plateresca de entrada al templo desde el exterior que hemos visto a la llegada.

Pasemos al lado sur al que se puede acceder directamente desde el zaguán de entrada al hotel (G) y que lleva al bar, a la terraza abierta, el restaurante, así como a la zona de piscina y spa.

El bar (H) se halla en una sala de techo altísimo.

En el exterior una terraza abierta (I), con buenas vistas a la vecina colegiata.

Accediendo al lado este se encuentra el espacio de la piscina y las instalaciones del spa (J).
Esta zona ofrece interés histórico. Por una parte, el muro del límite corresponde a una parte del lienzo de la muralla que protegía el caserío de Belmonte desde el siglo XIII.

Las vistas abiertas permiten contemplar una bella perspectiva del castillo.

Por el lado izquierdo, la muralla entronca con los muros del palacio (K).


Toda el ala este de la construcción actual, especialmente el piso superior, es una construcción de nueva planta que no responde a ningún trazado histórico, únicamente adaptada a la ubicación de habitaciones del hotel. El muro exterior, de mampostería de piedra, solo pretende ofrecer sensación de reflejo histórico.
No obstante, se ha construido de manera que deja visibles una parte de las ruinas del primitivo palacio. El hueco de acceso a estas ruinas (L) se ha aprovechada para instalar una barra de bar al servicio de esta zona de piscina.

Una puerta sobre el muro interior, que parece responder a una entrada antigua, da acceso a las ruinas.

Una vez dentro (M), se observa que el otro extremo corresponde al acceso a este espacio arqueológico desde el claustrillo de recepción.

Podemos observar el ventanal y pasarela de observación sobre las ruinas que habíamos visto en el pasillo de acceso a la habitación.

Esta es una visión desde arriba.

Esta parte de ruinas se aprovecha en navidad para instalar un belén, con un poblado que reproduce los monumentos más simbólicos de Belmonte. Se ha dejado estas construcciones y algunas figuras a lo largo del año.




Por último, fue posible acceder a otro espacio (N) con restos históricos, que ahora sirve de almacén, situados en el extremo norte, el lugar donde entran en contacto el palacio con la muralla. Desconozco el simbolismo de los cantaros repartidos sobre las ruinas del muro.



En la valoración que efectúo del Palacio Del Infante Don Juan Manuel Hotel-Spa consideremos por separado el alojamiento, del recinto histórico.
El recinto histórico, con las limitaciones de fidelidad a sus orígenes que he apuntado representa, no obstante, un marco espléndido para alojarse en él.
Las vistas desde la habitación elegida espléndidas.
La instalación hotelera ha sido para mí buena, la atención recibida por todas las personas que nos atendieron a todos los niveles impecable, También el restaurante gastronómico Los Alarifes nos complació en las distintas comidas que efectuamos.
En resumen, un lugar que cumple mis requisitos para incluirlo en el Blog como propuesta para cundo visitéis La Mancha.
Como siempre, esta es mi opinión, sin ningún tipo de patrocinio ni interés personal.
El territorio: La Mancha Alta
Nos vamos a mover por el territorio de La Mancha Alta, en la Comunidad de Castilla-La Mancha, que se extiende por las provincias de Toledo, Cuenca, Ciudad Real y Albacete, y que constituye el territorio que podemos considerar La Mancha típica: la Mancha de Don Quijote y La Mancha de los molinos de viento.
Esta zona del altiplano sur se sitúa entre los 600 y 800 msnm, formando una cuasi ilimitada superficie plana ondulada, de extensos campos de cereal y viñedo, con manchas de olivares y encinares, adaptadas a un clima mediterráneo continental de temperaturas extremas y seco. La ganadería lanar está en la base de los conocidos quesos manchegos.
La ausencia de importantes cauces fluviales que pudiesen proporcionar energía llevó a aprovechar la energía de los vientos sobre las colinas, expandiéndose los molinos de viento harineros que le han dado fama.
La repoblación cristiana llevó a un poblamiento concentrado en grandes aldeas agrarias distantes entre sí, con una construcción popular formando pueblos blancos en los que sobresale siempre la iglesia y, en muchos de ellos, el castillo señorial. También es frecuente la casa de labor aislada en medio de una propiedad agraria concentrada, con todos los elementos constructivos para ser autosuficientes, donde residen los colonos y/o los propietarios.
Propuestas de salidas
En territorio del entorno ofrece una infinidad de posibilidades para dedicar una visita. Los que cito representan únicamente los que efectué, elegidos con criterios de diversificación de contenidos.
Belmonte
Enlace con el Post: Belmonte (Cuenca)
En primer lugar, visitaremos la villa de Belmonte. Conserva una parte importante de sus murallas, presididas por el completo castillo-palacio de Belmonte.
El edificio religioso más destacado es la colegiata de San Bartolomé
Por sus calles podemos deleitarnos tanto con sus casas solariegas como con la pervivencia de una importante arquitectura popular manchega.
Los molinos de viento están representados por tres ejemplares reconstruidos.



Castillo de Belmonte
Enlace con el Post: Castillo de Belmonte (Cuenca)
El castillo de Belmonte, perfectamente conservado en todas sus partes, y remodelado por Eugenia de Montijo en el siglo XIX, merecerá una atención especial.



Villaescusa de Haro
Enlace con el Post: Villaescusa de Haro (Cuenca)
A 6 kilómetros, no podemos ignorar la villa de Villaescusa de Haro. Importante conjunto histórico que combina arquitectura religiosa, palaciega y popular de los siglos XIV a XVII.
También se puede visitar las ruinas de su castillo, a dos kilómetros del recinto urbano.



Molinos de viento: Campo de Criptana, Mota del Cuervo, Belmonte, Villaescusa de Haro
Campo de Criptana a 45 kilómetros, en el recorrido se pasa por Mota del Cuervo a 17 kilómetros.
Es evidente que uno de los intereses que más nos puede motivar para visitar la zona son los molinos de viento.
Las posibilidades son múltiples a lo largo de las 12 localidades con molinos restaurados y más turísticamente acondicionados, con un total de cincuenta molinos a visitar, en unos pocos casos con la maquinaria de molienda incluida.


Molino hidráulico El Blanco
A 16 kilómetros. Podemos contrastar los molinos de viento con el molino hidráulico El Blanco, sobre el río Záncara, en Carrascosa de Haro, uno de los escasos que pueden verse funcionando con toda su maquinaria y con la casa del molinero.



Ciudad romana de Segóbriga
En dirección norte, en el término municipal de Saelices, a 42 kilómetros, se encuentra el parque arqueológico de la ciudad romana de Segóbriga.
Representa una de las ruinas de poblaciones romanas más completas de toda la Península.



Castillo de Saelices y puente romano
En Castilla no podemos ignorar los castillos. Si nos acercamos a la ciudad romana de Segóbriga puede ser aconsejable adentrarse por los caminos que conducen hasta el castillo de Saelices, en proceso de rehabilitación, y descender hasta el pequeño puente romano.
Para acceder deberemos desplazarnos 6 kilómetros, la mitad por un camino carretero accesible.



Castillo de Castillo de Garcimuñoz
Otro castillo-palacio en su momento importante fue el castillo de Garcimuñoz.
En la dirección de Villaescusa de Haro, a 40 kilómetros de Belmonte, la localidad de Castillo de Garcimuñoz exhibe el castillo señorial de Garcimuñoz.


Tembleque
Una localidad manchega toledana simbólica es Tembleque, a 85 kilómetros en dirección este.
En ella destaca su plaza porticada, como una de las mejor conservadas de La Mancha. No perderse un paseo por la localidad hasta el Palacio de las Torres o el edificio de Postas, donde se puede observa una de las técnicas de la arquitectura del barro: la brenca.



Cuevas y silos
Las cuevas y silos de vivienda también son otro aspecto de valor etnográfico a visitar.
A Mota del Cuervo se muestra una cueva-vivienda en perfecto estado.
En Villacañas, en el camino de Tembleque, son famosos los “silos”, también residenciales, que se conservan en la localidad.


Fin de la salida: el regreso
Miguel de Cervantes, a través de El Quijote nos hace amar La Mancha. Qué mejor homenaje que recorrerla en toda su diversidad histórica sobre el particular territorio mesetario. Otro literato aprendido en nuestra juventud, Don Juan Manuel de El Conde de Lucanor, nos proporcionará alojamiento en su alcázar de Belmonte. ¡Qué más podemos pedir!
Con estos antecedentes, el rehecho Palacio Del Infante Don Juan Manuel Hotel-Spa en Belmonte, una hospedería de Castilla-La Mancha, fue el lugar que elegí para alojarme en esta salida.
Un gran edificio con raíces históricas, el que fue primer alcázar de Belmonte y después convento, reconvertido en un espléndido hotel.
Un trato exquisito, unas esplendidas vistas desde la habitación elegida, un ambiente de tranquilidad y una buena comida en su restaurante Los Alarifes, hicieron corta la estancia. Cómo debe ser si el lugar se lo merece.