El Castillo de Lorca (Murcia), es una de las fortificaciones más imponentes con un grado de conservación muy apreciable y promocionada bajo la marca “La Fortaleza del Sol”.
Castillo de Lorca (Murcia)
Castillo de Lorca. Lorca. Murcia
Municipio: Lorca. Comarca: Alto Guadalentín/Comarca de Lorca. Provincia: Murcia. Com. Autónoma: Región de Murcia
Coordenadas: 37°41′00″N 1°42′00″O. Altitud: 480 msnm
Web: Lorcatallerdeltiempo
Valor Histórico Patrimonial desde 1931
Visita: 2019
Castillo de Lorca. Lorca. Murcia
Este Post lo dedicaré al Castillo de Lorca, una de las fortificaciones de mayor magnitud en España, que tuvo su origen en una alcazaba musulmana y, posteriormente, residencia real ya en época cristiana.
En los últimos años se ha hecho un esfuerzo de recuperación de este enclave monumental, procurando hacer de él un lugar de esparcimiento cultural y con función didáctica en su organización.
Un poco de historia
Aunque el cerro donde se asienta el Castillo estuvo ocupado desde el Eneolítico, y por un poblado argárico de la Edad del Bronce, según los vestigios encontrados en las excavaciones arqueológicas, el recinto que ha llegado hasta nuestros días tiene su origen en una fortificación andalusí iniciada en el siglo IX, y posteriormente readaptada tras la ocupación por el reino de Castilla, y aún en tiempos de la guerra de la Independencia en el siglo XIX.
Las primeras noticias escritas sobre una fortificación andalusí corresponden al siglo IX, referidas a la ciudad de Lurga en la Cora de Tudmir.
Es un punto estratégico situado en la sierra del Caño, sobre el río Guadalentín en su cara norte cuando éste pasa a desplazarse por la llanura. Desde él se dominan las vías naturales de comunicación a través del valle del río Guadalentín entre la costa el interior y el levante. En un cerro amesetado de forma alargada se construyó una gran alcazaba, que se consideraba inexpugnable.
En 1244 Lorca es conquistada por el infante Don Alfonso, el futuro Alfonso X, y se integra en la Corona de Castilla, manteniéndose como un importante enclave en la zona de frontera oriental con el Reino nazarí de Granada hasta su caída en el siglo XV.
Como ocurre en estos casos, una vez finalizada la reconquista, el castillo de Lorca pierde su función y entrará en un largo periodo de abandono progresivo. Más teniendo en cuenta la magnitud de su gran tamaño. A ello hay que añadir la expulsión de los judíos en 1492, que ocupaban una parte importante del recinto en su judería.
En el momento de la guerra de la Independencia, se le asigna un cierto papel defensivo, incorporándose algunos elementos de fortificación adaptada a la época. Pasado el último percance, retorna al abandono hasta que en 1931 se le atribuye un nuevo papel como valor histórico patrimonial. Deja de tener cualquier función militar para pasar a convertirse progresivamente un su nuevo papel de monumento al servicio de la historia y del turismo.
Hasta tal punto es así, que a pesar de su catalogación como Bien de Interés Cultural se permite la construcción en el interior del recinto de un monumental edificio de nueva planta para Parador de Turismo.
Este hecho abre una interesante controversia. Con numerosos interrogantes: ¿Se puede, o no, introducir dentro de un recinto histórico una edificación de estilo arquitectónico del momento? De hecho, la inmensa mayoría de conjuntos históricos son el resultado de la incorporación sucesiva de actuaciones con el estilo de cada momento en que se producen. ¿Se tiene “derecho” a continuar haciéndolo para pasar de un espacio fosilizado a un espacio vivo? ¿Si a lo largo de la historia siempre se ha actuado de esta forma, por qué no podríamos continuar haciéndolo ahora?
¿La incorporación del Parador puede medirse con estos parámetros? ¿Hasta que punto ello ha permitido disponer del interés y recursos económicos para recuperar el espacio histórico?
Ni tengo la información suficiente para responderlo, ni creo que sea este el lugar para plantearlo a fondo, pero si, por lo menos, para incitar a la reflexión.
La problemática de la re-historización del territorio es un tema apasionante y, en numerosas ocasiones dramáticamente conflictivo.
En cierto sentido coincide con la reflexión semejante que me planteé respecto a la Hospedería del Monasterio de Poblet.
La Alcazaba islámica
Aunque se sabe que su origen se remonta por lo menos al siglo IX, los siglos XII y XIII son los de máxima actividad y extensión.
Lorca constituye una importante alcazaba fortificada en lo alto del cerro con una madina, o ciudad, amurallada en la ladera oriental y arrabales, zonas artesanales y cementerios en el exterior.
La planta de la alcazaba debe adoptar la forma de la orografía de la parte más amesetada del roquedo, en forma alargada de este a oeste de unos 640 metros de largo por 120 metros en su parte más ancha. En total, la superficie intramuros del Castillo de Lorca es aproximadamente de unos 50.000 m2.
De las murallas de época andalusí, construidas en tapial, quedan pocos vestigios, ya que posteriormente fueron rehechas y reforzadas bajo dominio cristiano.
Como es habitual en la forma de las alcazabas, los muros del recinto poblado se unían a los de la alcazaba, dejándola situada en un extremo, con salida directa al exterior.
No se sabe con exactitud, pero debía haber por lo menos dos puertas. Una que unía con la población (madina) por el lado este, y otra en el extremo oeste (Puerta Falsa).
En la primera mitad del siglo XIII se construyó una línea defensiva interna, denominada el Espaldón (12), que divide el recinto en dos, con una puerta acodada. Al este de esta muralla el barrio residencial, y al oeste una gran extensión que se considera como una albacara.
En la parte más elevada del roquedo había una torre exenta, que posteriormente fue sustituida por una de mayor: la Torre Alfonsina (26). Otra torre exenta estaba situada en la zona que ahora ocupa el Parador Nacional.
El alcázar almohade estaba situado en el sector oriental de la alcazaba que debería disponer de una muralla que lo separara del resto de la alcazaba.
La zona oeste estaba formada por una gran explanada que en el extremo más occidental debía haber un torreón donde ahora se levanta la torre del Espolón, y que debía proteger la puerta Falsa (4) antes citada.
Esta explanada, de unos 100 metros de longitud, debía actuar como la albacara, para acoger a la población exterior y el ganado en caso de peligro. En esta zona se construyeron unas baterías, y un recinto para polvorín que se le conoce con las caballerizas (6, 7).
Los aljibes fueron otro elemento importante, como ocurre en toda fortificación. Parece que hubo ocho aljibes en época andalusí, a los que se añadieron posteriormente dos más.
Los tres más interesantes son la Gran cisterna o de los ocho aljibes (15) con una dimensión exterior de 12.80 x 25.20 metros, el aljibe del Espaldón (13) y el aljibe pequeño (25).
También dispuso de un cementerio (maqbara) en la zona de la albacara.
En el extremo más oriental, donde actualmente se ubica la Ermita de San Clemente (no visitable), debió levantarse una mezquita.
El Castillo cristiano
Sobre la estructura descrita, tras la toma de la fortaleza se procedió a su reforzamiento, con las consiguientes modificaciones.
Téngase en cuenta que el lugar continuaba siendo extremadamente estratégico, ahora para los intereses de Castilla, como zona fronteriza oriental con el reino de Granada, durante más de dos siglos.
Por un lado, se refuerzan las murallas, por lo que no han quedado casi trazas de la muralla almohade.
Por otro, Alfonso X hace construir tres grandes torres, una de ella desparecida. La más importante de las tres, la torre del Homenaje, o Torre Alfonsina (26), le servirá de residencia durante sus estancias en Lorca.
La consolidación del Reino de Murcia debía venir acompañada por la repoblación del territorio, así como el establecimiento de numerosas fortalezas y atalayas por todo el territorio.
Unos de estos repobladores fueron familias judías. Como era norma en la época, estas vivían en comunidades cerradas bajo la protección directa del Monarca. Con las obras del Parador ha salido a la luz la judería que ocupaba la parte oriental de la alcazaba.
Abandono y recuperación
Como ya se ha apuntado, la perdida de su función acabada la reconquista, más el vaciado de la judería por la expulsión de judíos decretada por los Reyes Católicos en 1492, llevó al abandono y a la degradación de la fortaleza, ya que la población de Lorca sin la amenaza de invasiones, se concentrará en la parte baja hacia el terreno llano.
En el momento de la guerra de la Independencia se construyen en su interior una batería para batir la zona de Murvidero, con un polvorín o caballerizas, ya que desde este punto se dominaba la vía de penetración natural hacia Andalucía.
En el siglo XX cambia el sentido de la funcionalidad del castillo. Deja de valorarse como enclave militar para considerarlo como elemento histórico-cultural. Por ello en 1931 fue declarado Monumento Nacional. Valoración que se refuerza en 1949 y 1985 como Bien de Interés Cultural del Patrimonio Histórico Español.
El terremoto de Lorca de 2011 afectó a parte de la muralla y a la Torre del Espolón, actualmente ya reconstruida con cierta polémica, dado que no se han incorporado las almenas que tenía antes del terremoto, por considerar que habían sido un añadido posterior a su forma original.
En el siglo XXI se incorpora funcionalmente plenamente al circuito turístico después de su restauración, con el apelativo de Fortaleza del Sol.
Por otro lado, sufre lo que algunos consideran una incomprensible e injustificable intervención al permitirse, en el año 2012, construir en su interior un voluminoso edificio hotelero de nueva planta para alojar un Parador de Turismo. El entramado de acero que cubre la fachada tiene una función antisísmica que se incorporaron al diseño después del seísmo.
Visita al Castillo
Tras estas pinceladas de enmarque histórico es el momento de que empiece el recorrido por el recinto del Castillo.
La visita al Castillo está planificada y adecuada como espacio temático “La Fortaleza del Sol”. Ello significa que, junto a las habituales explicaciones al pie de las partes más significativas del recinto, se han incorporado representaciones de situaciones propias de la vida en un castillo, así como exposiciones temáticas permanentes relacionadas con él. Las iré encontrando a lo largo del recorrido.
Una audioguía que se facilita a la entrada permite ir siguiendo las explicaciones de todo el recorrido.
Como ya disponemos de una visión histórica de conjunto optaré por una presentación siguiendo aproximadamente el itinerario propuesto en el folleto que se entrega a la entrada.
Al platearse la visita hay que tener en cuenta que dos de los espacios más significativos del recinto –La Torre Alfonsina y la Judería– no son de entrada libre, sino que solo pueden accederse a ellos en visita guiada, para lo cual en la recepción se deberá contratar este servicio y apuntándose a los horarios que estén programados el día de la visita. El recorrido por cada uno de ellos es de unos tres cuartos de hora.
Subida al Castillo
La subida desde el centro de Lorca con automóvil me permite entrar en contacto con la ciudad medieval a través del trazado sinuoso de sus calles.
Llegado a los pies del Castillo, debo dejar aparcado el coche en un amplio aparcamiento. Quedan algo más 500 metros de ascenso por la carretera hasta llegar al punto de recepción.
En este recorrido se establece un primer contacto exterior con la Torre del Espolón (4), donde se halla la Puerta Falsa, y un amplio lienzo de muralla con torreones.
Llego a la puerta de recepción del Castillo (1), denominada turísticamente Fortaleza del Sol.
Inicio del recorrido
El recorrido propuesto por los responsables del recinto te invita a iniciar la visita por el extremo oeste del recinto, en un recorrido oeste-este, siguiendo la planta estrecha y alargada del recinto.
Una característica que quiere aportar la museización del Castillo de Lorca es la de complementar los contenidos arqueológicos con informaciones complementaria que ayuden a comprender el recinto y sus momentos históricos. Para ello se servirán de montajes, escenificaciones o reproducciones puntuales en diversos puntos del recorrido o de las dependencias, acompañados con explicaciones.
Almajaneque o lanzapiedras
La primera reproducción la encuentro antes de llegar al vértice oeste. Se trata de un almajaneque o lanzapiedras (2), arma de ataque medieval a tamaño natural.
Lanzaba piedras de más de 500 kilos contra las murallas para derribarlas.
De fondo el muro de la batería que se construyó en el siglo XIX (6).
El maestro cantero
En el lado izquierdo de la Torre del Espolón se ha situado otro elemento didáctico referido al Maestro Cantero (3). Se nos explica el papel de este oficio, su importancia en diseñar y dirigir construcciones y obras de gran dificultad, los gremios, y el prestigio que llegó a tener el oficio, que dio origen al termino “cantera” como atributo de procedencia de individuos especialmente dotados para una actividad.
Se incluye un listado de las herramientas del oficio de cantero.
La Torre del Espolón
La Torre del Espolón (4), del siglo XIII, situada en el vértice occidental, encarada hacia el Reino de Granada y vigilante sobre los montes colindantes.
Fue mandada construir por el rey Alfonso X, al mismo tiempo que la Torre Alfonsina.
Es de planta cuadrada de 13 metros de lado, construida con sillares de piedra.
Se trata de la Torre que recibe al visitante desde el aparcamiento, como he mostrado.
El terremoto de 2011 la afectó en su parte superior, reconstruida como se aprecia en la fotografía. Como ya he comentada, con la reconstrucción se eliminaron las almenas por considerarse que no formaban parte del diseño original y que habían sido añadidas posteriormente.
Consta de dos plantas, una terraza y un aljibe en el sótano, que en momentos sirvió de mazmorra.
El grosor de las paredes permite que la escalera de ascenso se desplace por el interior del muro.
Las saeteras permiten la entrada de luz para la escalera o las salas.
En el primer tramo de escalera se ha colocado una escultura representando un saetero en acción.
Las plantas están cubiertas con bóveda de crucería.
El día de mi visita eran numerosos los grupos de estudiantes que estaban visitando el Castillo. En la terraza se ve a un grupo recibiendo explicaciones y sometidos a un pequeño ejercicio de táctica. La ganadora fue nombrada “caballera”.
Como no puede ser de otra manera, la visión sobre el territorio es una de sus funciones principales.
Sobre el valle del Guadalentín…
… o sobre el resto del recinto. En primer término, se aprecia la transformación en recinto abaluartado del siglo XIX, y detrás, en el punto más elevado, la Torre Alfonsina.
Al fondo el valle del Guadalentín confluyendo sobre el llano.
Salgo de la Torre y me dirijo hacia la puerta de la fortificación abaluartada (5) siguiendo el lateral norte.
La fortificación abaluartada
Nos trasladamos al siglo XIX, época de la guerra de la Independencia.
La fortificación abaluartada (6) consta de dos cuerpos articulados por un baluarte central de planta poligonal irregular para incorporar cañones como elementos de la artillería de la época.
El ala noroccidental estaba dotada con seis cañoneras, orientadas para batir la artillería enemiga emplazada en los altos del Murviedro.
Una puerta (5) cerraba el paso hacia el extremo occidental.
El lado suroriental estaba ocupado por el polvorín y caballerizas (7). Actualmente está destinado a cafetería, tienda de regalos y servicios.
Mas adelante, desde lo alto de la Torre Alfonsina podré contemplar la disposición de este conjunto, que la siguiente fotografía presenta.
La Muralla norte
Al largo recorrido de la muralla norte (8), siguiendo el camino de ronda, sobre el valle del Guadalentín, hay dispuestas torres rectangulares o semicirculares a unas distancias que se adaptan a la orografía del terreno.
En el paisaje desde este lado se aprecia el Valle entre lomas erosionadas, sometido a constantes inundaciones, canalizado cuando llega al núcleo urbano, los cultivos, balsas para reserva de agua, la expansión urbana e industrial y el trazado de la autovía Murcia-Andalucía para la que se practicaron dos túneles que pasan por la base de la fortaleza.
La Explanada
El espacio interior de esta zona central, o esplanada, esta destinado actualmente a zona de estar y juegos (9), a un reloj de sol gigante (10) y a una zona infantil (11) con temática acorde.
Una espada como gnomon del reloj de Sol.
La Muralla del Espaldón
Dividiendo el recinto en dos se situaba la muralla del Espaldón (12), que separaba la zona de la albacara a poniente y la zona residencial (Alcalá) y el Alcázar. Fue construida al final del periodo Almohade en los siglos XII-XIII.
Una puerta acodada unía ambos lados. La forma acodada facilitaba la defensa al dificultar la entrada del atacante.
El Aljibe del Espaldón
El Aljibe del Espaldón (13) fue un aljibe medieval islámico, construido antes del siglo XII. Tuvo su uso hasta que se construyó el nuevo sistema defensivo del Espaldón. La muralla del Espaldón aprovechó los muros de la cisterna e instaló la puerta acodada sobre el sistema de captación de agua.
Todo indica que al inutilizarse este aljibe, los musulmanes necesitarían otro almacén de agua, por lo que construyeron uno de grandes dimensiones un poco más al norte: el Aljibe Grande que veré más adelante.
En el siglo XIX este espacio fue habilitado como cuartel. Se amplió y se abrieron una puerta central y dos ventanas.
Actualmente este espacio rehabilitado está destinado a sala multiusos culturales.
En la puerta me recibe una Princesa preparada para explicar su historia a los adolescentes del siglo XXI.
El Rincón del Arqueólogo
A los pies del Aljibe anterior, y adosado al muro del Espaldón por su cara este, se ha construido de nueva planta un recinto que han denominado Rincón del Arqueólogo (14). En él hay dispuestos en vitrinas 4 dioramas a tamaño natural de las distintas etapas del trabajo de una excavación arqueológica.
A pesar de los reflejos que se superponen en las fotografías, me ha parecido interesante mostrar parcialmente estos dioramas.
Primero hay que situarse…
…luego excavar y sacar los restos con cuidado…
…después estudiar con detalle…
…y al final, a veces, había que restaurar.
El Aljibe Grande
Prosigo hacia el Aljibe Grande (15), de origen musulmán, situado junto a la muralla.
Como el nombre que se le ha dado quiere indicar, es un depósito de grandes dimensiones de 12,80 x 25,20 metros exteriores, con una altura de bóvedas de más de 3 metros.
El aljibe fue concebido exento junto a una zona próxima al cantil rocoso donde no había muralla. Cuando la alcazaba pasó a manos castellanas se construyó adosado al cierre septentrional del aljibe un lienzo de muralla de mampostería.
La techumbre está sostenida por siete muros con dos arquerías de medio punto en cada uno, lo que configura ocho naves rectangulares con vueltas de medio cañón.
En su interior se ha instalado una exposición permanente que refleja las dos culturas dominantes en la historia de Lorca: La musulmana y la cristiana. Y también grandes personajes relacionados con el Castillo.
Junto al Aljibe se han habilitado dos espacios de representación: el Hortus conclusus y el espacio de El Aquimista.
El Hortus conclusus
En las fortalezas medievales militares no existían jardines, pero sí pequeños huertos (16) para el abastecimiento de la tropa. Se plantaban algunos frutales, hortalizas y especies medicinales y condimentarias, casi todas aromáticas.
Estos huertos estaban ligeramente elevados sobre el terreno mediante el aporte de tierra, debido a la escasez de suelo fértil. El perímetro de cada parcela se protegía de la erosión mediante muretes de piedra o ramas entrelazadas.
El Alquimista
Al lado se presenta el territorio de el Alquimista (17).
Proveniente de la cultura árabe, la alquimia aparece en la cultura latina occidental a partir del siglo XII. Los alquimistas son personas que atesoran un saber, mitad práctico y mitad filosófico, cuyo objetivo fundamental sería transformar y perfeccionar la materia.
Los alquimistas solían trabajar en laboratorios ocultos al público, que les garantizaba el misterio y la discreción y le protegían de las protestas de los vecinos por el humo, el ruido y los malos olores.
La Judería
Al final del camino, en la parte más oriental del recinto accesible, se sitúa el punto de encuentro (18) para acceder a la visita guiada a la Judería. Lo más probable es que el recorrido que estoy describiendo en este Post deba adecuarse a los horarios de esta visita y la de la Torre Alfonsina. Las entradas para estas visitas debemos haberlas comprado junto a la entrada general en el momento de la llegada.
Traspasada la puerta de acceso, junto a la que se ha habilitado una edificación con servicios públicos, se accede de hecho al recinto del Parador de Turismo, en cuya parte inferior se encuentra la judería.
Sobrevolando este conjunto tenemos la mole del Parador (P). Recordar que el entramado metálico que envuelve el edificio principal se añadió en el momento de la construcción después del terremoto de 2011 para garantizar el edificio de movimientos sísmicos. En la base se distinguen los primeros restos de la judería. A la derecha la valla que cierra el terreno del Parador.
La judería bajomedieval (19) del Castillo de Lorca salió a la luz a raíz de las obras que se realizaron para la construcción del Parador en 2003. Se extiende desde los bajos del edificio, que debían ser el aparcamiento del Parador, hasta los límites de la muralla noreste.
En general, las juderías aparecen como recintos cerrados en el seno de las ciudades donde se establecen. En el caso de Lorca, ocuparon una parte de la alcazaba, el barrio de Alcalá, donde, al tiempo que quedaba protegida por lo muros del Castillo restaban controlados en esta altura.
En su seno se constituía una aljama con cierta autonomía y rigiéndose por sus propias normas conforme a sus creencias religiosas. La judería de Lorca dependía de la aljama de Murcia.
La presencia de judíos en Lorca se sitúa en el siglo XIII, en el momento de la conquista y la repoblación alfonsina, sin que se haya podido precisar con exactitud el momento de la ubicación de la judería en el interior del Castillo, aunque las referencias documentales son numerosas a partir de 1412.
La judería no está claro si ocupa todo el extremo oriental, ya que en su extremo se encuentran las ruinas de la ermita de San Clemente, que no se visitan.
En el recorrido, se entra en la judería por su recinto residencial.
A través de los restos de las casas se llega a los bajos del edificio del Parador, en lo que debía ser el aparcamiento. En su interior se localizan dos espacios significativos. A la derecha los restos de la Casa VII y a la izquierda la Sinagoga.
La Casa VII (20) está formada por un gran salón, varias salas, la cocina, con un espacio para el almacenaje de alimentos, piezas pertenecientes al ajuar de la vivienda y un gran tinajón, así como un establo al que se accedía por una puerta diferenciada.
La Sinagoga
Entrando a la izquierda se sitúa la Sinagoga del siglo XV (21) museizada.
Estos son los restos de la planta puestos al descubierto durante la excavación. Al fondo se distinguen las runas de la ermita de San Clemente.
La sinagoga se construyó rebajando el terreno para que por su altura no sobresaliese de las casas de la judería, al estar prohibida que se distinguiese en altura.
La museización ha consistido en una la construcción en madera de una maqueta a tamaño natural sobrepuesta a los restos arqueológicos, para ofrecer una idea de la dimensión, forma y estructura del recinto.
Una maqueta previa a la entrada nos sitúa en la estructura del edificio.
La planta es rectangular, con los vértices orientados a los cuatro puntos cardinales, con el eje mayor en sentido suroeste a noreste.
En el lado izquierdo dos puertas de acceso al oratorio principal y vestíbulo y varias ventanas y en la parte posterior una puerta más elevada de acceso a un piso superior.
Más centrada la puerta al oratorio principal.
En el extremo sur del edificio la entrada al vestíbulo, debiendo ocupar la netilat iadaim, donde se realizaba el lavado.
Estas dos entradas estaban reservadas a los hombres.
Las mujeres accedían, por la puerta posterior, a un altillo sobre el vestíbulo, con un ventanal sobre el oratorio principal.
A lo largo de las paredes bancos de obra y pilares.
En el centro la infraestructura de yeso que sostuvo la bimá o estrado, con un acceso escalonado. Al fondo arón akodes, lugar donde se guardaban los rollos de la Tora.
La forma de los arcos es estimada, ya que no existe constancia de esta.
En 1492 se produce la expulsión de los judíos, con lo que abandonan este asentamiento, produciéndose la diáspora.
La judería se ha mantenido en su estructura sin transformaciones ya que el desuso de la fortificación dejó abandonada esta zona en la que, con el tiempo, los restos quedaron cubiertos de tierra. Al extremo de que hasta el descubrimiento durante las obras se dudaba de cuál había sido exactamente su ubicación.
La cantera
Retornamos al punto de entrada y prosigo el recorrido, ahora por el lado sur de la fortaleza.
Si al principio del recorrido se había hecho referencia al maestro cantero, aquí se presentan algunos elementos de la cantera medieval (23) del siglo XIII.
La explicación hace referencia a las dificultades de extraer los bloques y la forma de ejecutarlo.
En una perspectiva global, puedo por encima de la cantera una perspectiva del edificio del Parador de Turismo en diálogo con la Torre Alfonsina. Al fondo del camino, y debajo de la Torre, el Aljibe del Espaldón.
Los Hornos de Pancocer
El camino de encima me lleva hasta Los Hornos de Pancocer (24). Antes me espera un burro de los que ayudaban a transportar la leña para el horno.
Dos hornos de pan, uno de restos originales y el otro restaurado, con una recreación con dos figuras de la panadera amasando y del panadero cociendo el pan, junto a los utensilios propios, nos llevan al siglo XIX.
Los restos de estos hornos de principios de siglo XIX fueron encontrados en el año 2000. El conjunto ha sido restaurado siguiendo las mismas técnicas tradicionales.
Estos hornos se realizaron junto con otras obras militares, para preparar la defensa de la Fortaleza, probablemente durante la guerra de Independencia.
La panadería, junto a las cocinas que estaban situadas en las inmediaciones, procuraba el avituallamiento diario de la tropa y los trabajadores de la fortaleza.
El Aljibe Pequeño
La siguiente parada la efectúo en el Aljibe Pequeño (25).
Este es el tercer y último aljibe que observaré. En él se exponen las explicaciones sobre la construcción y funcionamiento de un aljibe medieval.
Estas construcciones estaban realizadas con mampostería de piedra y argamasa de cal. Los muros interiores se recubrían para impermeabilizar la cisterna.
El agua de lluvia llegaba hasta un pequeño deposito decantador, situado a las puertas del aljibe, para que se depositasen en su fondo los materiales arrastrados y solo penetrase en la cisterna el agua que rebosaba.
Decantador.
Para facilitar la limpieza del aljibe se construyeron unas escaleras que hoy permiten el acceso a su interior para la visita.
Al fondo la entrada de agua desde el decantador.
La Torre Alfonsina
Su visita es guiada, por lo que debemos reunirnos a la puerta del recinto (26) de este alcázar a la hora convenida.
Tres fueron las torres que se construyeron en época de Alfonso X, la del Espolón, otra desaparecida, y esta, La Alfonsina.
La más importante será la Torre del Homenaje o Torre Alfonsina (26), mandada construir por el rey Alfonso X en la segunda mitad el siglo XIII para residir en ella durante sus estancias en Lorca, de ahí su nombre.
Alzada en el lugar que ocupaba una de las torres albarranas árabes, en el punto de mayor altitud de todo el recinto. Se construyó de nueva planta y de mayores dimensiones que la precedente.
La entrada está protegida por un doble patio amurallado, formando un recinto cerrado, o alcázar, dentro del recinto general. El patio de delante de la torre, o patio de armas, contiene un pequeño aljibe.
De 30 metros de altura, con tres niveles y una terraza, se articula alrededor de un núcleo central (machón) compacto rectangular de sillería y mampostería, y con un perímetro exterior rectangular de 6 x 3.25 metros.
Una puerta con dintel da acceso a la torre.
El ventanal superior señala la localización de la tercera planta, la residencial real.
Las dos primeras plantas se iluminan a través de saeteras, mientras que la tercera planta, para la residencia real, tiene grandes ventanales que permiten iluminar y dotar de una inmejorable vista a la que sería la estancia principal de la torre.
Para acceder a todas las plantas y a la terraza superior se realizó una escalera de 114 peldaños en el interior de los muros, de 4 metros, que forman las fachadas orientadas al este, sur y oeste, iluminada por estrechas saeteras y la ventana de la segunda planta.
A la izquierda de la entrada comienza la escalera. La distancia hasta la esquina de la pared interior permite apreciar el grosor del muro.
Las plantas de cada nivel son idénticas, formadas por un amplio pasillo cuadrangular alrededor del machón central y de unos 8 metros de altura.
Las cubiertas están realizadas mediante una bóveda esquifada de ladrillo. En la fotografía se observa la entrada de luz a través de la saetera.
La primera planta, o planta baja, contiene una exposición dedicada a la reconquista.
En la segunda planta, otra exposición, está dedicada al rey Sabio, con la Iluminación por saeteras.
Esta pequeña muestra resalta los atributos culturales del Rey Sabio y de las Cantigas.
Tercera planta superior, área de residencia real, con una ventana por costado, que iluminan plenamente el espacio.
Nueva ocasión para apreciar el grosor de los muros exteriores en una de las ventanas de la planta.
Desde la terraza superior se constata la espectacularidad de las vistas sobre el propio Castillo y sobre el entorno que había que defender y del que había que defenderse.
En dirección a tierras musulmanas y la Torres del Espolón.
Sobre la ciudad de Lorca.
En dirección este, con el Parador en primer término.
O sobre el valle del Guadalentin.
Hacia la salida
Una vez deslumbrado por el espectáculo de las vistas desde la Torre Alfonsina, y de haber intentado imaginar cómo debían vivir los reyes en la Edad Media, doy por terminado el recorrido y visita al recinto, cruzándome con alguno de los grupos que hemos compartido la mañana aprendiendo y disfrutando en este magnífico Castillo de Lorca.
Aún me acerco a mirar la perspectiva de la Torre desde el reloj de Sol.
Y la salida entre murallas (27) para ir a devolver la audioguía.
Fin de la visita
Para completar realmente el conocimiento del Castillo de Lorca, debería realizarse una visita al Museo Arqueológico Municipal, que esta ubicado en la ciudad. En él están depositados los objetos hallados en el Castillo. Esta visita no la realicé, con lo que me queda pendiente para otra ocasión.
Ha sido una mañana completa e instructiva, en un marco especialmente cuidado, y con unas vistas espectaculares.
Como habrá podido apreciarse a lo largo del texto, es un espacio que permite plantearse muchas reflexiones de diverso tipo, referidas al pasado, pero también a la forma de actuar en el presente en este tipo de entornos, cuando el turismo y la cultura pasan a ser los justificantes de su mantenimiento, al haber perdido, en este caso, la funcionalidad militar para la que fueron concebidos.
Bases de información
Google academic
Andrés Martínez Rodríguez, La Alcazaba de Lorca en época almohade
Juan Gallardo Carrillo, José Ángel González Ballesteros, El Castillo de Lorca en el siglo XIII a partir de las excavaciones arqueológicas
Juan Gallardo Carrillo, José Ángel González Ballesteros, La judería del castillo de Lorca en la Baja Edad Media
Ana Pujante Martínez, La sinagoga del castillo de Lorca (Murcia)
Francisco Jurado Jiménez, El Castillo de Lorca. Restauraciones realizadas en su recinto tras el terremoto