Conocer el patrimonio industrial puede ser un buen motivo de turismo cultural. Propongo visitar el Museo del Corcho de Palafrugell (Girona).
Museo del Corcho de Palafrugell (Girona)
Museo del Corcho de Palafrugell. Baix Empordà. Girona
Dirección: Placeta del Museo del Suro s / n. Palafrugell. Comarca: Baix Empordà. Provincia: Girona. Com. Autónoma: Cataluña
Coordenadas: 41o55’06”N 3o09’43”E
Web: museudelsuro
Forma parte del Sistema Territorial del Museo de la Ciencia y de la Técnica de Cataluña (MNACTEC)
El complejo industrial está protegido como Bien Cultural de Interés Local (BCIL)
Última visita: 2019
Museo del Corcho de Palafrugell. Baix Empordà. Girona
La visita que propongo, el Museo del Corcho de Palafrugell, se adscribe a los intereses por el patrimonio industrial dentro de la perspectiva del turismo cultural. Se trata de un museo localizado in situ, en unas naves de la antigua fábrica transformadora de corcho, Miquel y Vincke «Can Mario», después Fábrica Armstrong Cork España, de Palafrugell (Girona).
Recordemos que otras naves de esta misma fábrica alojan el Museo de Escultura Contemporánea, que se puede encontrar presentado en otro Post del Blog.
Le iré a visitar desde el Hotel-Restaurante Casamar de Llafranc, a menos de diez minutos en coche.
El territorio del corcho: el alcornocal
El corcho se obtiene de la corteza del alcornoque (Quercus suber), gris, rugosa y gruesa. La primera extracción se efectúa pasados los primeros 25 años de vida de los árboles que han alcanzado un diámetro de al menos 20 cm. Una vez extraída, la corteza se vuelve a reproducir y, según los territorios, se vuelve a extraer entre cada 8 y 14 años, cuando tiene un espesor de unos 25 milímetros. Al proceso de extracción se le denomina sacas o descorche.
El corcho es un material poroso, maleable, ligero, aislante, impermeable y muy resistente al fuego.
Las propiedades y aplicación como tapones de ánfora ya eran conocidas por griegos y romanos. Pero fue a partir del siglo XVIII que se desarrolló una importante industria para la obtención de tapones para botellas de vino y champán. Con el tiempo, se fueron expandiendo muchas otras aplicaciones.
Esta especie, formando alcornocales, se localiza en el Mediterráneo occidental en zonas de suelos ácidos, con pluviometrías entre los 500 y 800 mm y temperaturas templadas, distribuidas por Portugal, España, Argelia, Marruecos, Italia, Francia y Túnez. En España, las tres zonas con más extensión de alcornocales son Andalucía, Extremadura y Cataluña, donde se produce el 30% de la producción de corcho a nivel mundial.
En concreto, en Cataluña se da en las comarcas del Alt y el Baix Empordà, la Selva, Gironès, Maresme y el Vallès Oriental. Para su aprovechamiento se desarrolló de la industria del corcho, en Cataluña con especial implantación en las localidades gerundenses de Sant Feliu de Guíxols, Agullana, Palafrugell, Palamós, Calonge y la Bisbal.
Palafrugell fue un centro especialmente importante, donde llegaron a haber en el periodo de la Guerra Mundial de 1914, 83 fábricas que trabajaban el corcho, ocupando a más de 12.500 trabajadores.
La empresa Miquel y Vincke / Manufacturas del Corcho Armstrong SA
La empresa Miquel y Vincke (después Miquel, Vincke & Mayer) conocida como «Can Marius», fue creada en 1900 por Joan Miquel y Avellí, «Joanet Marius», con socios alemanes, los cuales se retiraron en 1916. En 1930 fue adquirida por la estadounidense Armstrong Cork Co., constituyendo la empresa Manufacturas del Corcho Armstrong SA, la mayor fábrica industrial corchera española de todos los tiempos, que terminó su actividad en las Instalaciones de Palafrugell en 1974. Llegó a tener más de 1.500 trabajadores.
Las instalaciones
Las instalaciones de la fábrica constituían un gran conjunto industrial que ocupaba una extensión considerable dentro del núcleo urbano de Palafrugell.
Este conjunto estaba formado por numerosas naves industriales de dos plantas, con ventanales uniformes formando una red de patios y viales. En el centro se levantaba la torre-depósito y de vigilancia metálica, fechada en 1904, que se convirtió en la seña de identidad de la fábrica y, en parte, de la Villa.
Las naves eran cubiertas a doble vertiente, sobre grandes vigas de enrejado metálico o de cerchas; sus fachadas tenían frontones idénticos con cornisa y coronamiento prominentes.
Transformación en complejo museístico y cultural
Una gran parte de este gran conjunto industrial fue transformado entre los años 2003-2005, y se ha convertido en un complejo museístico formado por el Museo del Corcho, el edificio de «Cal Ganxó», el Depósito modernista de Can Mario y el Museo Can Mario de Escultura Contemporánea.
El Museo del Corcho (A) ocupa el edificio de lo que era la entrada principal. El edificio de «can Ganxó) (B) ocupa el vértice noroeste. La torre del agua y el Centro de Interpretación del Depósito Modernista en el interior de la plaza (C). Por último, el Museo de Escultura Contemporánea (D) se emplaza en dos grandes naves, en disposición en ‘L’, en la zona noreste de la plaza.
Los paneles informativos me ayudarán en la redacción del Post.
Museo del Corcho de Palafrugell
El Museo del Corcho de Palafrugell (A) tiene una íntima vinculación con el territorio. Tanto por la temática, el corcho, ligada a la extracción de este producto en los bosques del entorno, como por su ubicación, en el recinto de la que había sido la más grande empresa de tratamiento y elaboración de tapones y derivados del corcho de España.
El Museo propone seguir el proceso artesanal e industrial de transformación del corcho; la evolución de las herramientas y la maquinaria; los trabajos que desarrollaban los trabajadores y las condiciones de trabajo.
En su ubicación actual, en la calle de Pi y Margall, con la entrada por la placeta del Museu del Suro, fue inaugurado en 2012. Hasta entonces había estado provisionalmente situado en el edificio de la antigua Escuela de Arte y Industrias de Palafrugell, en la calle de la Tarongeta.
El edificio
El edificio del Museo ocupa las dos naves que estaban situadas sobre la entrada principal, que da a la actual calle Pi i Margall, 26-40. Esta fachada principal, de estilo modernista, fue construida en el año 1899-1900 bajo un proyecto del arquitecto General Guitart Lostalo.
La intervención para convertir-lo en Museo del Corcho fue encargada al equipo OP Team Arquitectura SP (Gloria Piferrer, Santi Orteu y Xavier Farré), consistente en la construcción de un pabellón de acceso, la creación de una nueva plaza de acceso al Museo y el acondicionamiento de los espacios interiores de las naves (auditorio, aula didáctica …).
La fachada principal es de tres crujías y torreta central. Con decoración de cerámicas vidriadas y de reflejo metálico en los frisos y en la cubierta de la torreta central, así como molduras y relieves enlucidos simulando obra de sillería y de ladrillo. Destacan los elementos de hierro forjado: hojas de la puerta, rejas de los ventanales, elemento de remate, farolas metálicas adosadas.
En la fachada figuran, como en otros puntos del conjunto fabril, anagramas del nombre inicial de la industria: las letras M y V dentro de un círculo.
Son muy notables los batientes de la gran portada de forja.
El edificio presenta dos naves paralelas con un patio interior.
El Museo del Corcho
Desde la plaza de entrada al Museo podemos observar una perspectiva de las dimensiones de la antigua fábrica, con las naves que actualmente ocupa el Museo de Escultura Contemporánea.
Entrada, recepción y tienda
La entrada al Museo del Corcho se efectúa por la nave norte, pasando por una construcción moderna añadida al lateral norte, que da cabida a la recepción y la tienda (1).
Las naves presentan dos niveles. La parte museística ocupa los dos niveles de la nave norte. En la nave sur se ubican un auditorio y una gran sala de exposiciones temporales.
Planta baja: Cork in progress
Una vez dentro del espacio museístico, al bajar a la planta baja, se encuentra el espacio Cork in progress (2), que reúne la exposición permanente, que comprende el bosque, la producción artesanal de tapones y la evolución de la posterior mecanización para la fabricación de los diversos derivados del corcho.
La imagen siguiente muestra la que había sido la función industrial de este espacio.
De unos bosques, una manufactura
Como sabemos, el corcho se ha utilizar desde tiempos inmemoriales. En el siglo V a.C., los griegos ya usaban tapones de corcho para tapar las ánforas de vino, como continuaron haciéndolo los romanos.
En las zonas cercanas a los alcornocales el corcho siempre ha teniendo diversas aplicaciones.
A partir del siglo XVIII, unas nuevas botellas de vidrio son capaces de resistir el transporte, lo que conllevó la demanda de tapones destinados a estas botellas, sobre todo para embotellar vino y, en menor cantidad, champán.
El proceso se inicia en el alcornocal con la extracción de la corteza de los alcornoques.
A continuación, se traslada a las fábricas para su acondicionamiento para poder obtener los tapones de corcho y otros manufacturados.
En la fábrica, después de una primera elección de calidad de las planchas obtenidas del árbol, se preparan los fardos para ser sometidos a un proceso de acondicionamiento, en el que interviene la prensa para hacer fardos.
En los inicios, el aprovechamiento del corcho era destinado fundamentalmente a la producción de tapones de forma artesanal. Progresivamente este proceso se irá mecanizando.
Una vez acondicionadas las placas de corcho, correspondía a los cuadradores extraer la máxima cantidad de cuadradillos de cada plancha de corcho.
Para rebanar, hacer cuadradillos y hacer tapones se servían de varios cuchillos. Primero el carrador cortaba cuadradillos (prismas cuadrangulares), y después el taponero los redondeaba manualmente para obtener los tapones, y podían llegar a hacer hasta 2.000 en un día.
En la tina se depositaban los residuos de corcho tras cortar los Carraca, como esta tina de carrador para cuatro cuadradores.
Los que daban la forma definitiva el tapón de champán eran los repasadores de trefinos, los mejores taponeros y, por tanto, los mejor pagados. Este trabajo requería una habilidad innata, un largo aprendizaje y mucha rapidez, ya que un taponero para ganarse la vida debía ser capaz de hacer entre 1.000 y 1.500 tapones al día.
La progresiva mecanización de un proceso artesanal
A partir de 1880 se empezaron a implantar con éxito las primeras máquinas movidas manualmente, que reproducían los procesos de elaboración artesanal, con el consiguiente incremento de productividad.
Esta mecanización supuso la ruptura del aprendizaje tradicional y el principio del trabajo femenino en las fábricas. Se consideraba que las mujeres tenían más disciplina laboral, y también que cobraban 1/3 menos que los hombres.
El trabajo de los taponeros artesanal quedó reducido a la producción de tapones de gran calidad.
Antes de enviar los tapones al cliente debía procederse a la selección por calidades, el lavado para garantizar la higiene, el marcado que identificaba al comprador (y, a veces, al industrial corchero) y, finalmente, el recuento para la facturación.
El lavado, además de la higiene, también se podía aprovechar para dar diversas coloraciones al corcho, lavándolo en blanco o en rojo.
Con la energía eléctrica, la plena mecanización
La generalización del uso de maquinaria movida con fuerza motriz se empezó a dar en el paso del siglo XIX al XX, quedando consolidada tras la Primera Guerra Mundial. Esta nueva mecanización transformó el proceso de producción de los tapones, llevando a la extinción de algunos procesos tradicionales.
Las innovaciones realizadas en el extranjero se iban incorporando en Cataluña. Antiguos talleres de herreros vieron una posibilidad nueva de negocio, primero reparando y luego haciendo máquinas para el corcho. Con los años, se creó una auténtica industria mecánica que daba servicio al sector del corcho a escala internacional y que, junto a los ingenieros de las industrias, acabó destacando por su capacidad de innovación y calidad de producción.
Los discos: Una competencia efectiva al tradicional tapón de corcho
En 1892, en Estados Unidos, William Painter, inventó un nuevo sistema de cierre que consistía en un círculo metálico forrado en su interior por un disco de corcho que conseguía un taponamiento hermético. Más adelante, el disco de corcho natural se fue sustituyendo por el de aglomerado.
Los discos fueron una competencia efectiva al tradicional tapón de corcho.
Fue usado masivamente hasta la generalización de los discos de materiales plásticos, en el último tercio del siglo XX.
Aunque esta producción nació mecanizada, necesitaba de la participación de gran cantidad de mano de obra en la fase de la selección, que se hacía en máquinas de cinta.
¿Papel y lana ... de corcho?
Existe constancia de la fabricación de papel de corcho en Dresde hacia 1880. En Cataluña esta fabricación fue introducida en 1906 en la fábrica Miquel, Vincke & Meyer con la colaboración del ingeniero inglés John Lowman, quien había desarrollado una nueva máquina más eficiente. Las hojas de corcho laminado se adherían a un soporte de papel de cebolla y se hacían bobinas destinadas a forrar el filtro de los cigarrillos. Más tarde, también se hizo papel de decoración, papel para imprimir y tela.
Otro producto era la llamada lana de corcho a gran escala. Estuvo ligada al desarrollo de la máquina de papel, a las que se incorporaba un dispositivo que rayaba los bloques de corcho antes de laminar. La lana se utilizó ampliamente durante la Primera Guerra Mundial en las bodegas de los barcos de carga, para que durmiera la tropa. Esta producción duró hasta la década de 1960, cuando se generalizó el uso de materiales sintéticos.
El aglomerado de corcho: un nuevo motor de la industria
Tradicionalmente existían dos procesos principales para aglomerar el corcho: el del aglomerado negro, para aislamientos, que se obtenía de la cocción del granulado de corcho sin aglutinantes, dentro de moldes, en un horno a alta temperatura; y el del aglomerado blanco, que resultaba de la cocción en hornos a más baja temperatura de una mezcla de granulado de corcho y aglutinantes.
Esta fabricación, iniciada en Alemania y Estados Unidos a finales del siglo XIX, permitía aprovechar el corcho de primera y de segunda leva y los residuos generados en la transformación del corcho natural. En España, la fabricación de aglomerado empezó en 1913, el blanco se fabricaba en la empresa Planellas i Carreró de Sant Feliu de Guíxols, y el negro en Miquel & Vincke de Palafrugell. Los aglomerados llegaban a representar el 60% de la producción mundial de corcho.
De esta producción no hay máquinas en el Museo, sólo algunas fotografías.
El Espacio Manufacturas, sala de exposiciones temporales
En la nave sur, en la planta baja, se sitúa el Espacio Manufacturas, sala de exposiciones temporales (5).
Por el pasillo (3) que lleva podemos observar el patio interior (4) entre las dos naves, donde se ha reproducido la estructura de un alcornocal. Y también un carruaje de transporte.
En esta nave se fabricaba papel de corcho en instalaciones como las que muestra la fotografía de 1920.
El espacio de participación
Volviendo a la primera nave, al fondo está situado un espacio interactivo de observación y manipulación del corcho y sus derivados (6).
El corcho se saca en verano
Una parte de este espacio está dedicado a la saca del corcho.
El alcornoque se pela desde mediados de junio hasta el mes de agosto, en cuanto crecen células de paredes finas que se pueden romper y separar del árbol fácilmente.
Este proceso deja a la vista la casca, a partir del cual se generará la nueva corteza.
Los intentos de mecanización no han tenido éxito. Se saca como hace cientos de años. Con una sola hacha se hace todo el proceso: cortar el corcho delimitando la pana, golpear para separarla del árbol y, con el mango, se hace palanca para extraerla.
El primer descorche se puede hacer cuando el árbol tiene un mínimo de 25 años y su perímetro es superiores a los 60 cm. Las sacas posteriores, en Cataluña, se hacen en periodos de entre 12 y 16 años. En el sur de la Península el turno de descorche es más corto.
El escaparate
En las fotografías siguientes se muestran diversos objetos fabricados con corcho que se exhiben en el espacio escaparate.
Libro en corcho, El cantar de los Cantares, J. M. Viader, impresor, Sant Feliu de Guixols, 1946.
Al lado se puede ver lana de corcho.
El uso del corcho para objetos artísticos era habitual en las zonas de alcornocales.
Desde el año 1887, el coro «La Taponera» llevaba este estandarte de corcho a las cantadas, obra del médico Josep Martí Vintró.
En esta vitrina se expone diversas aplicaciones. Destaca el casco «bobby» de la policía inglesa, de estructura de corcho.
Primera planta: Si estas paredes hablasen ...
Exposición permanente
El piso superior está destinado a presentar aspectos relevantes de la vida y la actividad que se desarrollaba en la empresa Miquel y Vincke «Can Mario», después Fábrica Armstrong Cork España, que ocupaba estas instalaciones, bajo el lema: Si estas paredes hablasen … (7).
Este era el aspecto de la nave con la actividad fabril.
Me permito reproducir el texto de presentación de esta parte del Museo dedicada a la historia y actividad de la fábrica. El texto quiere transmitir el sentimiento de vivencia de sus años de vida:
«Sentiríamos el rumor de cientos de mujeres eligiendo tapones y discos y susurrando a espaldas de los encargados; el ruido acompasada de las máquinas de laminar papel de corcho que el inglés John Lowman vino a instalar en 1906; el murmullo de los trabajadores y trabajadoras al quejarse del salario al final de un día duro de trabajo; la bocina que marcaba el horario de trabajo y la vida de la gente de Palafrugell; el llanto de los niños que llevaban a sus madres para amamantar a la misma fábrica; los tacos y las bromas que se hacían los porteadores descargando el corcho que traían desde la estación del tren; el ruido del montacargas de la fábrica, el primero que hubo en la ciudad; los comentarios generados por la presencia de nuevos productos en el economato; los gritos de un trabajador que se acababa de cortar con una máquina de perforar tapones; las correderas de las ratas entre los sacos de tapones; la llegada del telegrama que puso Enrique Vincke desde San Francisco en 1906, pocas horas después del terremoto diciendo: «Enviad tapones. Aquí faltan»; el rumor de los cientos de trabajadores hablando cuando salían a las doce del mediodía para ir a comer; las discusiones entre los propietarios Juan Miquel y Enrique Vincke sobre cuál sería la mejor manera de hacer venir al ingeniero Salvador Manich a Palafrugell; la voz grave de Joan Miquel explicando a un amigo los detalles de la moderna guardería que había contribuido a financiar junto con otros industriales.
¡Si estas paredes hablasen, ay! si estas paredes hablasen … «
En frente de la escalera de acceso, unos paneles de gran formato con fotografías históricas muestran diversos momentos de su historia.
La gran diversidad y el volumen de la producción de corcho requerían una cuidada selección de la materia prima en los patios de la fábrica. De forma que, al final, se destinase a cada fabricación el corcho más adecuado. Los beneficios de la empresa dependían en gran medida de estos procesos de selección.
Un producto que ahora nos puede parecer exótico, fue la fabricación de cascos salacot.
Retrocedemos a la nave principal (8). Con varias fotografías y objetos se introduce la actividad de las oficinas.
Las personas dedicadas a la actividad administrativa, los asientos contables, la gestión de la producción, al pago de salarios y a los proveedores, la expedición del producto, los trámites aduaneros, a las compras y ventas, etc., desarrollaban una tarea no menos importante que la propia transformación industrial. A su vez, ser un trabajador con manguitos, en otras épocas, podía ser considerado un éxito profesional en la Villa.
Arte en corcho
Para terminar el recorrido, al fondo del espacio Arte en corcho (9).
Como ya se ha señalado antes, en las áreas de producción de corcho es fácil encontrar aplicaciones artísticas, de las que se exponen una colección de muestras en el fondo de esta sala.
Espacio exposiciones temporales
La nave sur y la zona de enlace con la nave norte, en el frente oeste que limita con la fachada (10, 11), está destinada a exposiciones temporales.
Nos permite observar la escalera de caracol por la que se sube a la torre de la fachada, así como la estructura de las naves.
Edificio “Cal Ganxó”
En el exterior noroeste se alza “Cal Ganxó” (B), un edificio del siglo XIX, de estilo ecléctico con elementos modernistas y neoclásicos. La casa se la hizo construir Juan Reig Bonay entre 1897-1898, por el arquitecto Pere Brias Torrent.
Está catalogada a como Bien Cultural de Interés Local (BCIL).
Esta casa ya existía cuando se construyó la factoría Miquel y Vincke entre 1900-1904, situada a su lado. Más adelante la casa fue adquirida y adjuntada a la propiedad de la fábrica.
Hay que suponer que el nombre con el que es conocida la casa, indica que fue construida por un hijo de Sant Feliu de Guíxols («ganxons», mote dado a Sant Feliu de Guíxols por los pueblos vecinos).
Es un edificio de planta rectangular, y consta de planta baja y dos pisos. La fachada principal, en la calle Pi i Margall, se divide en tres crujías, reflejadas exteriormente por bandas verticales que imitan acolchado y en tres pisos separados por líneas de imposta. Presenta una distribución simétrica de las aberturas.
Actualmente forma parte de las dependencias del Museo, y aloja el Centro de documentación y la Administración.
Existen planes para adaptar un espacio de enoteca/vinoteca.
Bases de información
Webs
galeria d’imatges i filmacions
Webs academic
Dossier de Premsa. Inauguració del nou Museu del Suro de Palafrugell
Josep Espadalé. El Museu del Suro de Palafrugell
Josep Espadalé. El cas de la industria suro-tapera
X. Fàbregas i Comadran. Memòria oral del suro
Juan Carlos Guerra Velasco. La industria corcho-taponera en el noroeste de España: origen y evolución de una actividad de perfil artesanal (1827-1977)
Francisco Manuel Parejo Moruno. El negocio del corcho en España durante el siglo XX
Xavier Paunero i Amigó. Indústria endògena i transnacionalització. El cas de la indústris alimentaria a les comarques gironines (Tesi Doctoral)
Xavier Paunero i Amigo. Comarca del suro o districte industrial. Geografia històrica d’un model urbà de base productiva
Santiago Zapata Blanco (ed.). Alcornocales e industria corchera: hoy, ayer y mañana (Reseña)