Albarracín (Teruel). La combinación del enclave geográfico y el conglomerado urbano y las murallas, hacen un lugar único. Como ya dijo Azorín: «Visite una de las ciudades más bonitas de España, visite Albarracín».
Albarracín
Albarracín (Sierra de Albarracín, Teruel)
Comarca: Sierra de Albarracín. Provincia: Teruel. Com. Autónoma: Aragón
Coordenadas: Altitud: 1.171 msnm. Población: 1.008 habitantes en la ciudad, 1.044 en el municipio (2017).
Monumento Nacional
Visita: 2018
Índice
Albarracín (Sierra de Albarracín, Teruel)
Esta visita nos lleva a tierras de Teruel, en la zona sur-occidental del Sistema Ibérico, en un peñón sobre el río Guadalaviar, en un enclave codiciado por moros y cristianos, y sobre todo entre estos últimos en la pugna territorial entre los Reinos de Aragón y de Castilla en la Edad Media.
La ciudad de Albarracín es el lugar elegido.
Como en muchos otros casos que ya he presentado en este Blog, la decadencia hasta mediados del siglo XX ha permitido mantener intocado su patrimonio arquitectónico, histórico y popular. El interés por la recuperación patrimonial desde mediados del siglo pasado ha permitido que, actualmente, tengamos a nuestro alcance un conjunto urbano del máximo interés turístico.
En este caso, Albarracín está considerado como uno de los pueblos más bonitos de España, con lo que conlleva de atractivo turístico individual u organizado.
Empecemos haciendo un poco de situación histórica.
Un poco de historia de Albarracín
Los restos de pinturas prehistóricas, los poblados de la Edad del Bronce y del hierro, así como los celtibéricos, reflejan la continuidad del poblamiento humano en la Sierra de Albarracín a lo largo de la prehistoria. De la época romana destaca el acueducto de Albarracín-Gea-Cella, una de las mayores infraestructuras hidráulicas de la Península Ibérica.
Se considera que Albarracín nació como pequeña aldea visigoda entorno de la iglesia prerrománica de Santa María, en el lugar que hoy ocupa la Iglesia de Santa María (del siglo XVI).
Tras la conquista musulmana de la Península Ibérica, en el 711, estas tierras no tardaron en ser sometidas por los invasores norteafricanos, qué pronto apreciaron el valor estratégico del peñón del meandro del río Guadalaviar, sobre el que se asentaría Albarracín.
En torno al año 965, durante la ocupación musulmana, se desarrolla el primer recinto defensivo. Comprendía la iglesia de Santa María y la alcazaba.
Con la descomposición del poder musulmán central, Albarracín, conocida como Santa María de Oriente, paso a convertirse en un reino de una taifa independiente a principios del siglo XI, bajo el gobierno de la familia de los Banu Razin y se llamará Santa María de Ibn Razin. En 1104 paso a manos almorávides integrándola en el Reino de Valencia. A mediados del siglo XII, se integró en la nueva tarifa de Murcia.
Por parte cristiana fue patente la ambición de los reyes de Aragón y del obispo de Zaragoza de considerar a Albarracín y su tierra zona de expansión del reino, pero también entra en los planes de la política del reino de Castilla y en las ambiciones eclesiásticas del arzobispo de Toledo.
En 1170 se atribuye la independencia del señorío de Albarracín a manos del caballero navarro Pedro Ruiz de Azagra como resultado de la donación de la ciudad hecha por el rey Lobo de Murcia a cambio de sus servicios. Ello significa la implantación de un señorío independiente de ambos reinos. Tan solo dos años después (1172) se creaba el obispado de Albarracín, dependiente del arzobispo de Toledo.
Este señorío tuvo que hacer frente a las ambiciones de los aragoneses y de los castellanos en aras de su independencia.
Tras el sitio de la ciudad por Pedro III de Aragón en 1284, éste entrega el señorío a su hijo ilegitimo Fernando de Aragón, otorgándole un fuero semejante al de la ciudad de Teruel.
La indefinición y los vaivenes en el estatus de Albarracín persistirán hasta que, en 1379, Pedro IV de Aragón, tras firmar un pacto con los representantes del señorío, en el que se reconocen los fueros de la Ciudad (título que le había otorgado en 1300 el rey Jaime II de Aragón), es anexionada al Reino de Aragón.
Los Fueros pervivieron hasta su parcial abolición por Felipe II en 1598 y su desaparición total en 1707 con los decretos de nueva planta firmados por Felipe V, En ese momento se desmantela el castillo, aunque no las murallas y las torres principales del Andador y Doña Blanca.
Durante la Guerra de la Independencia se convirtió en un centro de resistencia frente al poder invasor. El ejército francés bombardeo la plaza, destruyendo todo el barrio de los tejedores, así como los batanes y molinos, resultando clave en la decadencia económica de la ciudad.
En 1833, la Sierra de Albarracín quedó integrada en Teruel, de acuerdo con la reestructuración de España en provincias.
El territorio también se convirtió en reducto de los carlistas, lo que hizo que, en 1851, durante la primera Guerra Carlista, perdiera a su último obispo, y pasando a ser regida por vicarios capitulares. Actualmente depende del obispado de Teruel.
Desde mediados del siglo XX Albarracín ha sido intensamente recuperada y rehabilitada al ser declarada Monumento Nacional en 1961. La primera fotografía que sigue muestra una perspectiva general en la actualidad y se puede comparar con la fotografía siguiente que corresponde a 1950.
Elementos de arquitectura y constructivos
La morfología urbana
Desde la perspectiva de la morfología urbana, la ciudad de Albarracín presente unos rasgos específicos.
El estar constreñía dentro de un recinto amurallado, con una limitación importante de terreno sobre el estrecho peñón rocoso, exige la intensificación constructiva típica, como en otros pueblos y ciudades de estas características. Calles estrechas y edificaciones que al ganar altura van avanzando su construcción sobre la calle hasta los aleros que casi se tocan, dejando un pequeño perfil de acceso a la luz y en la visión del cielo.
Al ser un estrecho peñón, con la necesidad de aprovechar el suelo disponible, ha llevado las construcciones hasta los límites de la pared del lado este, que es el que da acceso al recinto. Este aprovechamiento límite ha dado ocasión a la construcción de casas colgadas, de hecho, igual que en otros lugares cercanos, como Cuenca.
El color "albarracín" de las edificaciones
Lo que le confiere una fuerte personalidad es la uniformidad del color de la mayoría de las construcciones, que hacen un pueblo de tonalidad rojiza asalmonada. Aunque los materiales sean diferentes, el resultado final da una semejanza de color al conjunto de los pueblos del Parque Cultural de Albarracín, todos de ese color rojizo, en los otros casos por el color de la piedra arenisca de «rodeno» (rojo).
Se han conservado los modelos y materiales constructivos tradicionales. Son casas de irregulares muros de fábrica de mampostería y entramados de madera y tapia, utilizándose tabiques de escayola (mayoritariamente de color rojo asalmonado) y tejados de teja árabe. El yeso rojo asalmonado de Albarracín es un material de construcción popular y tradicional, compuesto por un 86% de anhidrita (que en contacto con el agua se transforma en yeso), el resto es cal, arcilla, cuarzo, hematíes y trozos de basanitas (que le otorgan el color característico). La ventaja es que es impermeable y resistente de uso en interiores y exteriores, y en paredes y pavimentos, con color natural que no hay que pintar.
Casas nobles y edificaciones populares
Los avatares históricos han hecho que se sucedieran familias nobles que han dejado su huella en palacios y casas señoriales. Sillares, portales, blasones, forjados metálicos los diferencian de las casas populares.
Como en toda población, siempre encontraremos diferencias entre las casas de los adinerados y las populares, como se puede ver en el apartado siguiente.
Elementos constructivos: balcones, porches y ventanas. Madera y forja
La madera ha sido uno de los materiales de base. Además de servir de entramado en las paredes de tapia y en las vigas, estará presente en balcones y porches
La madera en balcones y porches.
En la arquitectura de la zona, la aplicación de la forja marcará la diferencia entre clases sociales y el correspondiente poder económico.
Y también una competencia en la cerrajería de las puertas.
La ciudad de Albarracín
Es la capital de la Comunidad de Albarracín, constituida por 22 núcleos, además del propio. La ciudad se encuentra a 37 km. de la capital, en plena Sierra de Albarracín.
Dividida en tres zonas. La parte antigua y elevada es la Conoce como «la Ciudad». En la base, siguiendo la carretera, y al lado del río, «el barrio». Y más allá, en dirección a Teruel, «el Arrabal», al otro lado del río Guadalaviar. En el núcleo central sólo residen personas vinculadas a los servicios de alojamiento, mientras que el conjunto diversificado de población lo hace en el Arrabal.
El recinto amurallado: la muralla y la alcazaba
Uno de los elementos más característicos de Albarracín es su fortificación, formada por dos elementos: la muralla y la alcazaba. Del web de Patrimonio Cultural de Aragón, obtenemos parte de la información que sigue.
La alcazaba
A partir del año 965, durante la ocupación musulmana, se desarrolla el primer recinto defensivo. Comprendía la iglesia de Santa María y la alcazaba.
De la alcazaba musulmana, (AL) situada en uno de los extremos de la población, dominando el río Guadalaviar, se conservan los restos de los basamentos de la muralla y de los torreones.
Tipológicamente se le puede considerar de doble clasificación como castillo roquero y castillo urbano por su emplazamiento morfológico y en su dimensión de emplazamiento social.
Siguiendo el perfil del roquero sobre el que se asienta, se levanta el cerco amurallado, con once torres de planta circular, que en su lado oriental se encuentran abiertas hacia el interior, y un único torreón cuadrado al sur, en el tramo mural de edad cristiana y aspecto diferente, por no utilizar como aglomerante el yeso rojo de la época musulmana anterior.
El Castillo quedaba protegido por tres puertas de las que solo se conserva con claridad la puerta actual insertada en el mismo recinto.
La muralla
Al tratarse de una alcazaba, ésta está situada dentro de un recinto amurallado, que incluye a su vez las casas de la población residente.
También de finales del siglo X data la Torre del Andador (M1), que en principio fue una torre albarrana, que se incluyó en el recinto fortificado a comienzos del siglo XI, cuando el aumento de población y la conversión de la ciudad en capital de la taifa gobernada por los Banu Razin, hizo necesaria una ampliación de la muralla
A causa de la gran ampliación, el primitivo Portal de Hierro quedo dentro del nuevo recinto en el que se abrieron tres portales: al este, el Portal de Teruel, hoy desaparecido; al sur, el Portal del Agua; y al oeste, el Portal de Molina.
El Portal del Agua (M2), construido para facilitar una salida semioculta de la ciudad en caso de asedio o necesidad de abastecimiento de agua, está adosado a uno de los torreones de la muralla y protegida originalmente por la Torre de la Muela (actualmente no conservada). Consta de un arco de sillería de medio punto hacia el exterior y arco rebajado al interior. Sobre el arco se dispuso una pequeña edificación de cuerpo de guardia, con balcón hacia el exterior y galería intramuros; una escalera desde el interior del recinto permite el acceso al torreón contiguo, de planta cuadrada y gruesos muros de mampuesto rematados con almenas.
El Portal de Molina (M3) está formado por dos torreones de planta cuadrada y entre ambos un arco de medio punto de gran dovelaje de sillería.
Desde el Portal de Molina parte el lienzo de muralla que se eleva hasta al Torre del Andador.
La muralla desciende hasta la torre circular (M4)
Cuando en 1284, Pedro III conquista Albarracín, el recinto fue rehabilitado en su mayor parte.
Del siglo XIII data la Torre de Doña Blanca (M5) situada junto a la Iglesia de Santa María, en la punta sur de Albarracín. Con ella se completó el sistema defensivo de la ciudad.
Será en el siglo XIV cuando se lleven a cabo importantes obras de rehabilitación por Pedro IV. Se acondicionaron las murallas anteriores y se prolongaron hacia el noreste. Se hicieron en mampostería, con muros de 1,60 metros de espesor y 12 de altura, los torreones prismáticos están separados por unos 40 metros y tienen una altura de 16 metros. De esta etapa son los restos que hoy se contemplan.
Su importancia defensiva se perdió en el siglo XVIII, cuando Felipe V abolió los fueros de Aragón y mandó desmantelar el castillo, aunque no las murallas y las torres principales, como la del Andador o la de Doña Blanca.
En 1984 el Gobierno de Aragón inicia trabajos de restauración en el lienzo norte de la muralla y se recuperan por completo los muros oeste y sur.
El Recinto Fortificado de Albarracín está incluido dentro de la relación de castillos considerados Bienes de Interés Cultural del Patrimonio Cultural Aragonés.
El inicio de la visita. Llegada a Albarracín
Al llegar a Albarracín es aconsejable dejar el coche en uno de los parkings que hay en «el barrio».
Como primera imagen, mirando al frente en dirección oeste, se nos aparece el peñasco que forma el meandro y, encima, la visión imponente del pueblo. En la base vemos también el túnel que atraviesa el peñón, construido en el siglo XIX.
Si volvemos la vista hacia el noreste se manifiesta, también elevado, el final de la muralla exterior y, en primer término, el gran edificio de la antigua escuela de los Escolapios, hoy reconvertida en hotel.
Estas imágenes son el aperitivo de lo que nos espera a medida que vayamos ascendido hacia «la ciudad».
Rutas por Albarracín
En la exposición que sigue presentaré 6 rutas, más la visita a la Catedral, que nos proporcionarán una idea bastante completa de cómo es en la actualidad Albarracín.
En el plano están indicadas en colores las 6 rutas, acompañadas de un número romano, según el orden del recorrido seguido.
I. Calle Azagra
La subida hacia el recinto histórico la empezaremos en la calle Bernardo Zapater, junto al mayor edificio de todo el pueblo: el antiguo colegio de los Escolapios, del siglo XVIII, actualmente adaptado a hotel.
La ascensión nos la tenemos que tomar con calma por la empinada calle, o «cuesta de Teruel». Y entraremos en el recinto por el desaparecido Portal de Teruel, que era el más importante de la ciudad.
Entrando, enseguida aparecerá a la izquierda el Palacio de los Navarro de Azuriaga, también conocida como «casa Azul» por el color diferencial que le quisieron dar sus propietarios. Se trata de uno de los palacios más significativos de Albarracín. El contraste de colores será aún más evidente cuando finalizamos la visita, y nuestra retina se haya saturado del color «albarracín» omnipresente en el resto de las construcciones, junto con la piedra caliza.
Sus orígenes se sitúan en el siglo XVII, transformada en el siglo XVIII cuando la familia era la más influyente. Los elementos de tipo andaluz de su decoración se atribuyen a las influencias debidas a la trashumancia con aquellas tierras.
Seguimos por la calle Azagra y enseguida, a la izquierda, sale el callejón Calleja del Postigo y ofrece una de las primeras imágenes con todos los elementos de la arquitectura popular de Albarracín: el aprovechamiento del espacio, tanto en la construcción entre fachadas de la calle como en el avance progresivo sobre la calle a medida que se elevan los pisos de las casas, así como en la estrechez de las calles; en el color «albarracín» omnipresente; en el uso de la madera en balcones y en la construcción de las fachadas con tapia.
Esta calle comunica con «el barrio» por unas escaleras que comienzan junto al túnel. Es otra vía de acceso.
Las características de estrechez de las calles y de ocupación de los espacios superior se manifiesta más claramente siguiendo por la calle Azagra, uno de las más importantes de la villa y que nos lleva a la Plaza Mayor.
II. Plaza Mayor y Ayuntamiento
La calle Azagra desemboca en la Plaza Mayor, de forma casi rectangular.
El lado sur está presidido por el edificio del Ayuntamiento. Sus orígenes corresponden al siglo XIV, pero la forma actual corresponde a la reforma del siglo XVI. El edificio en forma de U, es porticado, con el escudo de armas de la ciudad.
La mitad norte de la plaza es el punto de partida de la red de las calles principales, que hacen de ella el punto central de la ciudad.
A la izquierda, fuera de la imagen, se inicia la calle que seguirá longitudinalmente el trazado urbano hasta la punta del peñón, el cementerio y la Torre de Doña Blanca, que el primer tramo recibirá el nombre de calle Catedral. Al frente a la izquierda sale la calle Portal de Molina, que como su nombre señala, llevaba a una de las puertas de la Ciudad. En las escaleras del centro desemboca la calle Santiago, que viene desde la Iglesia de Santiago, de la que sobresale la torre. La rampa hacia la derecha es el inicio de la calle del Chorro. Por la derecha hemos llegado hasta aquí por la calle Azagra.
La casa de la ventana esquinera (siglo XVI) está reproducida en el Pueblo Español de Barcelona.
III. Calle de la Catedral
Continuaremos la ruta por la calle principal, en este tramo calle Catedral que nos llevará a la plaza Palacio. En el siglo X aquí se encontraba la única puerta de la muralla.
El último edificio del lado izquierdo aloja la casa de los Monterde.
A la derecha se presenta el Palacio Episcopal, y luego sobresale la silueta de la Catedral de San Salvador.
Si volvemos la vista atrás en el punto de contacto de la calle con la plaza Palacio, a la izquierda, observamos la entrada de la calle Catedral, con la casa de los Monterde a la derecha, y la imagen de la muralla exterior que trepa por la montaña, con la torre del Andador en la cima.
IV. Camino de ronda oeste sobre el río Guadalaviar
Como dejaremos la visita a la Catedral para el final de todo, propongo un recorrido menos convencional por la parte posterior por el oeste siguiendo desde arriba el cañón del río Guadalaviar, en el meandro que rodea Albarracín.
Pasada la Catedral subiremos por un callejón hasta la plaza de la Seo, pasando por delante de la otra entrada a la Catedral y nos dirigiremos al fondo para tomar el camino oeste sur, fuera muralla, que hace de camino de ronda.
Hemos salido por la apertura del fondo en dirección sur. A la derecha ya se encuentra la base (7) de la alcazaba.
Bordeando el exterior de la muralla observamos el fondo del río Guadalaviar formando el meandro que rodea el peñón. Queda claro que constituye un foso natural prácticamente inaccesible para los ejércitos medievales.
En el fondo del cañón se ve un camino por el que discurre la ruta del Paseo Fluvial.
Una parte de la muralla la ocupa uno de los muros de la catedral, de la que surge el campanario.
En la fotografía se ve perfectamente el lado oeste del recinto amurallado y, en lo alto, la torre del Andador. En sus orígenes había sido una torre de vigilancia albarrana (o exenta) antes de integrarse en la última ampliación de la muralla, tal como pervive hasta hoy.
A la izquierda, extramuros, el barrio de los Palacios. Se cuenta que fue la zona de campamento de las tropas de Pedro III durante el sitio de 1284.
Por encima de la muralla se muestra el lienzo sur de la Alcazaba.
Llegamos en el extremo sur del peñón. De la muralla queda la Torre de Doña Blanca, en el fondo de la fotografía.
En primer término, el edificio del antiguo Hospital, hoy Museo Municipal.
Entrando por la calle del Museo aparece la Ermita de San Juan.
Estamos en la zona de los orígenes de la creación del Albarracín en época visigoda, ya que siguiendo hasta la punta se encuentra la Iglesia de Santa María, del siglo XVI, con finalización mudéjar, y la Torre de Doña Blanca que ya hemos visto al fondo, y el cementerio.
V. Calle de San Juan
A partir de aquí regresaremos por el lado este del peñón, siguiendo por la calle San Juan y continuando por la calle Catedral hasta la plaza Palacio, cerrando este recorrido.
En este punto estamos en la base de la Alcazaba musulmana que he descrito anteriormente.
Situados en la puerta de la ermita de San Juan, en la calle de San Juan, se encuentran las primeras casas (o las últimas si se mira desde el centro de la ciudad) de arquitectura típica.
Desde esta parte disponemos de unas vistas sobre la cara este de Albarracín y en la base «el barrio». La zona norte de la muralla exterior con la torre del Andador en la cabeza encima, y el gran edificio de los Escolapios en la base.
Avanzando hacia el centro nos iremos adentrando en el Albarracín compacto y apretado.
Al pasar frente a la Catedral a la derecha hay un gran mirador que permite ver el lado este de Albarracín. A la izquierda todo el recinto amurallado exterior. En la base una parte de «el barrio,» junto al río Guadalaviar. Al fondo, pasado el estrecho, «el Arrabal», allí donde residen los habitantes de Albarracín.
De hecho, el Albarracín turístico, lo que estamos visitando, es un pueblo museo, donde residen exclusivamente las personas indispensables para dar servicio a los alojamientos turísticos. Es como un gran hotel-museo.
VI. Portales del Agua y de Molina y Muralla
Para recorrer el último trayecto continuaremos por la calle Catedral hasta la Plaza Mayor. A la izquierda empieza la calle Portal de Molina. Es una típica calle de Albarracín, estrecha, donde los aleros de las casas parece que se toquen.
Más adelante, en un ensanche, se encuentra la Plazuela de la Comunidad, llamada así por hallarse allí la señorial mansión de esta típica institución de la Sierra.
Esta institución está integrada por la ciudad y 22 pueblos propietarios de grandes áreas de la Sierra, que se regía de acuerdo con sus fueros y privilegios medievales que reconocían el derecho consuetudinario o tradicional que estableció la explotación en común de los pastos y bosques (de esta característica de ser de todos -universales- proviene el nombre de Montes Universales), principal riqueza del país. Las instituciones y privilegios medievales quedaron derogados tras las alteraciones políticas acaecidas en el siglo XVI en Aragón, aunque la propiedad comunal de la mayor parte de los montes se ha conservado hasta hoy. La Casa de la Comunidad debe ser uno de los edificios más antiguos de la ciudad y destaca su arco de medio punto de la puerta principal y la labor de forja de sus rejas con decoración de aves estilizadas.
Este rincón permite observar una de las imágenes curiosas de Albarracín, que es la casa del abanico, bajo el modelo de aprovechamiento del espacio en altura. El nombre se le ha dado por la forma que toman los salientes de los pisos a medida que se elevan.
Desde de la Plaza de la Comunidad bajamos a la izquierda para observar el Portal del Agua, que permitía la bajada al río por el lado sur. De él se conserva su arco y una torre adosada al recinto interior, que lo defendía.
Retornando a la calle Portal de Molina llegaremos al Portal que le da nombre. La vista en la fotografía es desde el interior. En el epígrafe de descripción de la Muralla se puede ver una perspectiva desde el exterior.
El Portal de Molina, llamado así porque de él partía el camino que iba a la ciudad de Molina de Aragón. Está formado por dos sólidos torreones cuadrados y poseía un matacán, hoy destruido, para arrojar objetos a los atacantes.
En el Portal confluye con la calle Santiago. En este punto se encuentra otra de las casas típicas de la ciudad: la casa de la Julianeta. Como se suele decir, una casa de arquitectura imposible. Esta imagen es inevitable que aparezca en cualquier presentación que hable de Albarracín.
En las visitas guiadas retornaríamos hasta la Plaza Mayor por la calle Santiago, pero lo que haremos será continuar por el exterior de la muralla.
Pasado el Portal de Molina se entra al llamado barrio de la Palacios. En este terreno acamparon las tropas durante el asedio de Pere III, quien ordenó, antes de que llegara el crudo invierno, levantar unos edificios para expresar su firme voluntad de continuar el asedio hasta rendirla.
A la izquierda tenemos otra Casa de los Navarro Arzuriaga.
Lo que haremos será ascender por la derecha subiendo hacia la muralla, hasta llegar a un camino que da acceso a una «puerta moderna». Se trata de una apertura «a lol bestia», que permite acceder al interior del recinto.
Aquí dispondremos de una imagen de la parte del recinto sin construcciones.
Desde este mismo punto, girando la vista hacia la ciudad, tenemos ante nosotros una espléndida imagen del conjunto histórico hasta la punta del peñón.
En primer término, la iglesia de Santiago y en el centro la Catedral de San Salvador.
Si ponemos atención al fondo, junto a la torre de Santiago, se observa el campanario de la iglesia de Santa María y, a su lado, la torre de Doña Blanca.
La iglesia de Santiago, cuyas obras comenzaron hacia 1600 pero que tras sufrir una interrupción no terminaron hasta el siglo XVIII. Es conjetura que la advocación de Santiago se eligió por la especial amistad que los Azagra tuvieron con la Orden Militar de Santiago.
La bajada nos llevará a la calle Santiago, entre la iglesia y la casa Santiago. La tradición popular recoge que este último edificio, hoy reconvertido en hotel, fue la casa de los Caballeros de la Orden en Albarracín.
La calle termina en unas escaleras que nos llevan de nuevo a la Plaza Mayor.
La Catedral de El Salvador
La visita a la Catedral es guiada, y hay que dirigirse al Centro de Información de la Fundación Santa María de Albarracín, situado en las caballerizas del antiguo Palacio, en la calle de la Catedral, junto a la portada neoclásica de acceso el Palacio Episcopal para adquirir el ticket de entrada.
La Catedral de El Salvador merece un tratamiento específico, con lo que cerrare la visita a la ciudad de Albarracín.
La catedral domina el espacio aéreo de Albarracín con su campanario de colores. Se trata de un edificio desmesurado en relación al conjunto. Arquitectónicamente no es edificio especialmente remarcable en sí mismo, pero que acaba quedando perfectamente integrado en la morfología general, suma de la morfología física y la morfología urbana del conjunto. Digamos que redondea la topografía del conjunto, le otorga plasticidad.
Si avanzamos por la calle Catedral, al llegar a la plaza Palacio vemos a la derecha el Palacio episcopal y, detrás, aparece la mole elevada del edificio.
Del Palacio Episcopal lo que destaca es la portada neoclásica, del siglo XVIII, con el blasón del obispo Juan Francisco Navarro Salvador y Gilaberte, promotor de la obra.
La iglesia es de nave única con capillas entre contrafuertes y un coro a los pies. Su orientación es ligeramente noreste, con el claustro en el lateral norte, y forma medianera con el palacio episcopal con el que se conecta a través del claustro.
Si observamos el edificio de la iglesia en daremos cuenta de otra particularidad de la relación de la Iglesia con el entorno urbano. Se trata de una Catedral sin fachada, ya que junto a la torre se encuentra el ábside. Seguramente para mantener al máximo la orientación este de las iglesias católicas, lo que vierte sobre la calle principal y sobre la vista dominado de la ciudad, es el ábside, mientras que el coro del edificio se integra en la muralla posterior del recinto.
La Catedral de El Salvador se construyó entre 1572 y 1600, sobre un templo anterior románico y mudéjar. En su construcción participaron los maestros de Castañeda, Quinto Pierres Vedel y Alonso del Barrio Dajo.
La torre campanario, fechada en 1595, de cuatro cuerpos, tres de planta cuadrada y un remate final octogonal. Está edificada en sillería y en cada lado se abre mediante dos vanos.
El acceso principal a la Catedral se realiza por la puerta del claustro. Para salvar el desnivel entre la calle y el recinto la entrada se hará por unas escalinatas que permiten el acceso al claustro donde, al final del lado sur dispone de la puerta de acceso al templo.
Continuando por la calle, pasado el edificio sube un callejón que conduce a una segunda puerta de acceso en el lateral sur por la plaza de la Seo, ante la que pasamos en la ruta por el camino de ronda.
La nave y su claustro fueron redecoradas a comienzos del siglo XVIII en estilo barroco. Esta intervención le confirió el aspecto que hoy presenta. El claustro, explican, que fue cerrado para hacer frente a los fríos inviernos de esta región, para que el obispo pasase del Palacio Episcopal al templo.
La nave única de la Iglesia, con capillas entre contrafuertes y un coro a los pies, se cubre con bóveda de crucería policromada y estrellada de tradición gótico tardía. Se sustenta por pilastras y cornisas, de estilo barroco, que forman parte de la redecoración que en esta catedral se llevó a cabo a comienzos del siglo XVIII.
El Retablo del Altar Mayor fue realizado por Cosme Damián Bas hacia 1566.
El Retablo de San Pedro de la Capilla de Santa Magdalena, es de estilo renacentista, en madera de pino tallada sin policromar, obra del escultor Gabriel Yoly (o Joli), igual que el retablo del altar mayor de la Iglesia de San Pedro de Teruel.
Capilla de Santa Ana, Decorada en 1857 con un retablo ecléctico y las imágenes de San Joaquín y Santa Ana presentando a la Virgen en el templo.
El retablo barroco de la Capilla de la Virgen del Pilar fue realizado en 1657, incluido tras la ampliación realizada entre 1735 y 1739.
Capilla del bautismo, antiguamente Capilla de la Piedad. En la restauración aparecieron unas pinturas tardo-góticas con escenas que representan el desprendimiento de la cruz. Se datan en el siglo XV y serían de la antigua Iglesia antes de la remodelación del siglo XVI.
Junto al coro se encuentra un órgano de autor anónimo del siglo XVIII
En la sacristía contigua, capilla de las Ánimas, la sala se cubre con bóvedas nervadas de crucería con terceletes y claves decoradas con escudos y que apoyan directamente en los muros, cuyos puntos de unión lucen escudos. Preside la sala un Retablo de la circuncisión de Jesús. Los muros están decorados con pinturas murales de tonalidades monocromas que hasta el presente momento eran completamente desconocidas, habiéndose redescubierto en las últimas obras de rehabilitación.
Museos
Albarracín dispone de cuatro museos: Museo Municipal; Museo Diocesano; Museo de la Forja y Museo del Juguete, así como de la Casa Museo Pérez y Toyuela.
Fin de la visita
La combinación del enclave geográfico y de la construcción urbana combinando lo militar, las casas señoriales, lo eclesiástico y lo popular, que ha pervivido en su estructura sin intervenciones modernizadoras, hacen de Albarracín un lugar único.
El paisaje resultante es una masa arquitectónica uniformizada, amalgamando el rojo salmón del yeso y el gris de la piedra. Un «nido de águilas» como alguien definió Albarracín.
Ya lo decía hace años Azorín: «Visite una de las ciudades más bonitas de España, visite Albarracín», adelantándose a los eslóganes turísticos actuales.
Una última consideración por si desea comer en Albarracín. La ciudad está llena de restaurantes y bares donde poder reponer fuerzas, en general de cocina turística. Si desea comer cocina actual de calidad puede hacerlo en Tiempo de Ensueño, en la calle Palacios, con la huella de la María José Mena, primera chef con estrella Michelin de la provincia de Teruel. En el Post El Batán. Sierra de Albarracín podrá saber por qué lo digo.
Bases de información
Webs Academic
Turismo en Albarracín y Comarca. Acción pública local y dinámica reciente en clave de desarrollo turístico sostenible. Caludia Yubero Bernabé, María García Hernández
El señorío cristiano de Albarracín. De los Azagra hasta su incorporación a la Corona de Aragón. Miguel Ángel Motis Dolader
La arquitectura de Albarracín y su comarca en el siglo XVI. Javier Ibáñez Fernández
Estancias creativas en Albarracín: Paisajes interiores, Alejandro J. Ratia
El sistema defensivo de Albarracín. Antonio Almagro Gorbea
El proceso constructivo de la catedral de Albarracín. Antonio Almagro Gorbea
Enlace con el Post: El Batan. Sierra de Albarracín