Empezamos el recorrido por las iglesias románicas de la Vall de Boí (Lleida) Patrimonio Mundial de la UNESCO, por las de Taüll: Sant Climent i Santa Maria, i por la ermita de Sant Quirc de Taüll.
Iglesias románicas de Sant Climent, Santa Maria y Sant Quirc de Taüll (La Vall de Boí) (2)
Municipio: La Vall de Boí. Comarca: Alta Ribagorça. Provincia: Lleida. Com. Autónoma: Cataluña
Web: centreromanic
Patrimonio Mundial de la UNESCO (2000)
Visita: 2022-2023
Índice
Iglesias románicas de Sant Climent, Santa Maria y Sant Quirc de Taüll. La Vall de Boí. Lleida (2)
En la zona de Taüll se localizan las tres iglesias más alejadas en el extremo nororiental de La Vall de Boí, una zona que siempre había sido la de acceso más complicado.
Es el único caso en el que en una misma localidad se pueden visitar tres iglesias.
En esta presentación, seguiremos el orden en que las iremos encontrando al llegar a la población.
Las iglesias en el pueblo
En la Edad Media, Taüll era el pueblo más alejado desde la entrada del valle, de más difícil accesibilidad y situado a mayor altitud. De hecho, ese aislamiento y dificultad de acceso se mantuvo hasta finales del siglo XX.
En este pueblo había tres iglesias y una ermita. Una de ellas estaba dedicada a Sant Climent, situada en la entrada de la población, en la parte baja. En la parte más alta, en el interior del caserío, se encontraba la iglesia parroquial de Santa Maria, y también quedan escasos vestigios de una tercera iglesia dedicada a Sant Martí. En el sudeste, más arriba en medio del bosque, se encontraba la ermita de Sant Quirc.
Algunos historiadores creen que la existencia de tres iglesias en un mismo pueblo formaría parte de un plan de los Erill para crear un núcleo monástico de canónicos regulares , orden muy arraigada en la época (como en Sant Jaume de Frontanyà).
La población total del pueblo tenía alrededor de 200 habitantes. En las últimas décadas, el turismo ha aumentado esta cifra hasta los 284 habitantes en 2022.
Iglesia de Sant Climent de Taüll
Coordenadas: 42°31’03.3″N 0°50’55.4″E. Altitud: 1.487 msnm
Construida entre finales del siglo XI y principios del siglo XII, la iglesia de Sant Climent de Taüll fue consagrada el día 10 de diciembre del año 1123 por el obispo Ramon Guillem de Roda-Barbastro, según consta en una inscripción en la primera columna del lado del evangelio.
La estructura de la iglesia no ha sufrido transformaciones significativas desde entonces, por lo que el estado actual es similar a su aspecto original.
Durante el siglo XII, la iglesia fue decorada con pinturas murales, que hoy en día se conservan en el original en el MNAC (Museo Nacional de Arte de Cataluña).
El exterior
Como se ha indicado, la encontramos en la entrada de la localidad, aislada respecto al caserío. Es un edificio sencillo, de base rectangular irregular y cubierta a dos vertientes, con orientación canónica hacia levante. La simplicidad del edificio del cuerpo del templo recuerda el aspecto de una casa grande, casi me atrevería a decir de borda grande, por la casi ausencia de aberturas, característica de estas iglesias rurales de la Vall de Boí.
La cabecera está formada por un ábside semicircular central y dos absidiolas laterales que se adaptan a la altura de la cubierta. En el extremo de la cabecera del lado de la epístola, hay una esbelta torre cuadrada de siete niveles, exenta. Esta torre es la más alta de todo el conjunto de iglesias de la Vall de Boí.
La entrada principal se efectúa por los pies del templo, con una entrada lateral en el lado de la epístola, que da acceso al cementerio situado en esta zona meridional.
Es fácil poder observar las ocas del vecindario paseando tranquilamente por los alrededores de la iglesia.
La fábrica del edificio es toda ella de sillarejo. Se aprovecharon algunos muros de un edificio anterior del siglo XI, con sillarejo más irregular, visible en la base de algunos muros.
La fachada del pie es un gran muro sencillo, sin ninguna ornamentación, con cuatro vanos de arco de medio punto. En el centro se encuentra la portada de entrada, con un arco de medio punto de dovelas mejor labradas, que parecen haber sido colocadas posteriormente. En la parte superior existen tres ventanas que constituyen prácticamente la única fuente de luz para el interior del templo.
Los ábsides
Los ábsides son las únicas partes del edificio que muestran los elementos característicos del estilo lombardo. Presentan arcuaciones ciegas en la parte superior, con un friso de dientes de sierra sobre ellas, así como lesenas semicirculares para reforzar y embellecer la estructura.
El ábside central tiene tres ventanas estrechas con arcos de medio punto en la parte inferior, y en la parte superior hay una ventana mayor en el centro y dos óculos circulares alineados con las ventanas laterales. En el muro del templo por encima de los absidiolos hay otros dos puntos de luz, también de arco de medio punto.
Uno de los dos arcos triunfales de entrada al ábside en el interior del templo sobresale con una pequeña cubierta unida, formando un estrecho presbiterio. En la parte superior de la cubierta sobresale una pequeña espadaña.
En las arcuaciones, el friso y parte de las ventanas se utilizó piedra rojiza, que aporta cierto atractivo decorativo de color a la sobriedad del conjunto.
La talla de todos estos elementos decorativos es primitiva y, desde el punto de vista geométrico, poco precisa. En los puntos de unión entre la lesena semicircular y la arcuación, se observan unos tímidos dibujos geométricos de capitel.
El lateral septentrional, del lado del evangelio, es un muro liso, sin apertura alguna. El lateral meridional, al que se adosa el cementerio, dispone de dos puertas y una estrecha abertura rectangular en la parte central superior.
La cubierta a dos vertientes, sobre una armadura de madera, recubierta de pizarra.
La torre-campanario
El elemento externo más simbólico y característico lo constituye la torre-campanario exenta enlazada al templo por la base, por donde tiene la entrada. Con siete niveles, es la más alta del conjunto de iglesias románicas de la Vall.
La torre tiene planta cuadrada y gana ligereza a medida que se eleva, componiendo los vanos de los ventanales como un triángulo invertido.
El primer tramo de la base es macizo y continuo, sin apertura alguna. A partir del segundo tramo los ángulos quedan resaltados con lesenas, mientras que cada nivel a partir del cuarto queda definido por un friso de dientes de sierra y arcuaciones ciegas.
Las aberturas son iguales en cada lado y la mayoría son ventanas geminadas que consisten en dos arcos de medio punto separados por una columna rectangular, excepto la primera abertura que es estrecha y hace que la base sea más maciza, y la tercera que es un ventanal triforio.
Al igual que en los ábsides, la calidad geométrica de toda la arquería es muy primitiva y rústica.
La torre está rematada con una cubierta piramidal de pizarra.
En algunos puntos de la torre y en el arco exterior de la ventana grande del ábside se conservan restos de enlucido con pintura románica de color rojo. Esto hace pensar que originalmente todos los muros exteriores estarían enlucidos y pintados.
El interior
Nos hallamos frente a una planta basilical irregular de tres naves y cuatro tramos, en los que los ábsides no siguen exactamente el eje de las naves, y donde el fondo es más ancho que la cabecera.
La longitud total del templo es de unos 18,10 m; la anchura total en los ábsides es de 12.40 m, y en los pies de 13,80 m, sin que el frontal sea perpendicular a los laterales. La altura máxima exterior es de 10 metros. La torre tiene unos 26 metros de altura.
Las naves están separadas por arcos formeros que se sostienen en columnas circulares.
Recordemos primero cómo encontró a Puig i Cadafalch la cabecera en 1904 en que tomó esta fotografía, donde el retablo “protegía” las pinturas, que no habían sido encaladas, como veremos que se hizo en la absidiola de la derecha.
El ábside, de forma semicircular con cúpula de cuarto de esfera, presenta dos arcos triunfales que forman el presbiterio, de diferentes dimensiones.
De las cuatro ventanas de aspillera, sólo la central superior está abierta al exterior, aportando un escaso rayo de luz. Los óculos laterales no tienen continuidad en el interior.
Se conserva una capa de una primera pintura del ábside, muy difusa de dibujo e intensidad de color. Que estaba ubicada por debajo de las que se extrajeron.
Una proyección luminosa que se sobrepone a los restos citados permite apreciar las pinturas extraídas, presididas por el pantocrátor con Cristo en Majestad.
Las dos absidiolas de los laterales del templo también presentan forma semicircular con cúpula de cuarto de esfera.
En el lateral de la epístola, las pinturas fueron sustituidas por un retablo plano dedicado a Sant Andreu..
En ese lateral se abren tres puertas. Junto al ábside la que da acceso a la torre, y otras dos que comunican con el cementerio.
El retablo de Sant Andreu fue pintado en torno al año 1572, junto con los retablos de Santa Anna y de Sant Miquel. Sólo se conservan en la iglesia de Sant Climent la calle central; las calles laterales están en el Museo Diocesano de la Seu d’Urgell.
La imagen principal representa a San Andrés, con la característica cruz en forma de aspa y los evangelios. En la parte superior, como en otros muchos retablos, la crucifixión de Cristo corona el conjunto. La calle lateral izquierda representa su traslado a la cruz, y la derecha, su martirio. Estas dos partes están sustituidas por reproducciones fotográficas.
A pesar de ser realizado ya bien entrado el siglo XVI y, por tanto, en el momento en que ya predominaba la decoración renacentista, el retablo fue construido todavía con la forma habitual de los retablos góticos, con sólo una sencilla estructura de enmarque, el guardapolvo.
El ábside y el templo estaban totalmente encalados, con el retablo, como puede verse en la imagen de principios del siglo XX.
En el lateral septentrional, del evangelio, el muro no tiene ninguna abertura.
Dos aspilleras, una encima del ábside y la otra al fondo, aportan algo de luz a esta parte.
Detrás del altar, todavía se pueden apreciar las diferentes franjas de colores que adornaban el zócalo. En el MNAC se conserva un fragmento de esta zona, que muestra la representación de unos ángeles, que se verán al visitar el museo.
En la parte superior de la pared se representa un animal de grandes dimensiones, un perro o un lobo, enmarcado por cenefas. La decoración pictórica prosigue por los muros y los arcos de los ábsides, de la que quedan unas pocas muestras.
Este ábside albergaba un retablo dedicado a San Miguel (1572) y un frontal de altar románico dedicado a Sant Climent. El retablo se conserva en el Museo Diocesano de la Seu d’Urgell, mientras que el frontal de altar está en el MNAC.
Las pinturas que quedaban del ábside las veremos más adelante, en su visita al MNAC.
En el pie del templo se ubica la portada principal de acceso.
La separación entre naves es a base de arcos formeros soportados por columnas con el fuste construido con sillares. En la parte superior una cenefa dentada a modo de collarín.
No hay capiteles y las columnas se terminan con ábacos simples, redondeados en la parte inferior para ajustarse a la columna y dar paso al arranque de los arcos.
La cubierta del templo es sostenida por una cercha de madera que puede apreciarse en toda su extensión, tal y como se conservaba a principios del siglo XX, y que corresponde a la estructura primitiva original.
Las pinturas
La singularidad de estas iglesias románicas, y especialmente Sant Climent de Taüll, son las pinturas originales que han llegado hasta nuestros días.
No hace falta repetir que la capa exterior de estas pinturas que todavía se conservaba a principios del siglo XX, fue extraída y trasladada a Barcelona.
En el caso de Sant Climent, del revestimiento policromo que debió decorar todo el interior de la iglesia, incluyendo los ábsides, paredes y columnas, sólo quedan las pinturas del ábside central, de una de las absidiolas y algún otro fragmento.
La decoración pictórica de la Iglesia de Sant Climent fue realizada por dos grupos diferentes de pintores. El primero se encargó del ábside central y de los pilares, mientras que el segundo grupo pintó el ábside de la izquierda.
El primer pintor o taller del ábside central, creó la obra más importante y representativa de la pintura románica: el pantocrátor de Cristo en Majestad. Esta figura es la más recurrente e icónica del arte románico.
Pero, por debajo de la primera capa estaba, en el caso de Sant Climent, lo que se llama la “capa profunda”, que se mantuvo in situ, como ya he señalado. Por este motivo, todavía podemos observar los restos de la pintura mural anterior en la capa final, que nos permiten ver las huellas de la pintura original.
Las diversas decoraciones pictóricas que se superponen en el ábside de Sant Climent de Taüll revelan la evolución y la elaboración progresiva de las pinturas. Desde simples líneas blancas iniciales hasta la pintura definitiva, puede observarse el proceso histórico en diversas fases.
La comparación de las tres imágenes siguientes muestra las grandes fases de este proceso histórico.
A la izquierda de las tres imágenes se encuentran las pinturas originales románicas que todavía se conservan en los muros, así como los vestigios de la capa profunda que fueron arrancados en 1920.
En el centro se encuentran las pinturas originales románicas que se conservan en los muros de la iglesia, así como la proyección de las pinturas que fueron trasladadas y que actualmente se conservan en el MNAC.
A la derecha se muestra una reconstrucción hipotética de todo el conjunto pintado en 1123, basada en el estudio de la composición y la iconografía de las pinturas. Esta reconstrucción nos da una idea de cómo podría haber sido la totalidad de las pinturas en Sant Climent de Taüll en aquella época.
Estas imágenes nos permiten ver la evolución de las pinturas y el impacto que han tenido las acciones de conservación y traslado en la preservación de este patrimonio artístico.
En la presentación actual del monumento de Sant Climent de Taüll, se utilizan diversas técnicas de proyección para mostrar las secuencias y etapas de las pinturas románicas. A través de estas técnicas ”proyecto mapping”, se recrea virtualmente el aspecto original de las pinturas y se explica su evolución y su restauración.
En el interior de las ventanas se conservan pinturas geométricas originales. Estas pinturas son del mismo estilo que las observadas en la parte exterior del edificio.
La imagen muestra los restos de pintura en las columnas de separación de los ábsides junto a la proyección. Estas pinturas en las columnas proporcionan una visión de cómo el interior del edificio estaba ricamente decorado y cómo cada elemento arquitectónico era tenido en cuenta en el conjunto de la decoración mural.
El proyecto Mapping
El punto culminante de estas secuencias es la presentación del proyecto mapping con una proyección para crear una experiencia inmersiva. Ha sido concebido para interpretar visualmente la estructura de estas pinturas y el proceso hipotético de realización y resultado final de cómo debía ser el conjunto original completo.
Vale la pena organizarse para asistir a una sesión de esta presentación, que tiene una duración de unos diez minutos, con un horario a consultar,
En las siguientes fotografías se muestran algunos momentos clave de la presentación mapping.
En la siguiente imagen se puede observar la proyección de las pinturas conservadas en el MNAC sobre el que se abre su emplazamiento original en el ábside. Esta proyección se repite secuencialmente durante el horario de visitas diarias.
Las pinturas originales en el MNAC
Un recorrido por la parte del arte románico del Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) nos permite apreciar los originales de las pinturas que fueron extraídas a principios del siglo XX. Centrémonos en las pinturas de Sant Climent de Taüll.
Lo primero que hace interesante la presentación museística, es que se han reproducido la forma y las dimensiones de las zonas de los templos donde se alojaban las pinturas.
Las fotografías muestran la reproducción de la nave central, del lateral del evangelio y de la forma de las columnas y arcos formeros, así como los ábsides de los que se dispone de pinturas. Todo a escala natural.
Pinturas del ábside central y de su arco triunfal
En general, los historiadores coinciden en reconocer la influencia bizantina en las pinturas románicas, que se explica a través de la pintura lombarda, así como también se considera que existe influencia de la miniatura mozárabe.
La pintura más destacada es el pantocrátor con Cristo en Majestad (Maiestas Domini).
El pantocrátor con Cristo en Majestad está rodeado del tetramorfo, que son los símbolos de los cuatro evangelistas: San Mateo representado como un hombre, San Juan como un águila, San Marcos como un león y San Lucas como un toro. Estos símbolos son característicos de la iconografía cristiana y se encuentran representados a menudo en las pinturas románicas.
Ciertamente, el pantocrátor con Cristo en Majestad es considerado una de las imágenes más icónicas de todo el arte románico.
Debajo del pantocrátor, hay un semicírculo con columnas y arcos que rodean diversas representaciones de los apóstoles y la Virgen María. Cada figura está identificada con sus nombres en la parte superior, indicando claramente su identidad.
En los arcos preabsidiales, que actúan como presbiterio, existen dos círculos centrales. Uno de ellos representa la mano de Dios bendiciendo (Dextera Dimini) y el otro con el Cordero de Dios (Agnus Dei).
Sobre el arco de la izquierda se representa la figura del pobre Lázaro.
Pinturas del ábside del lado del evangelio
En el ábside septentrional, el del Evangelio, podemos ver a cinco de los seis ángeles que originalmente ornaban este ábside. Estos ángeles son de calidad técnica y artística bastante menor respecto al ábside central, obra de otro pintor, al que se le atribuye también el mural de la iglesia de Santa María de Taüll con el Juicio Final.
Al inicio del texto ya hemos podido visualizar la Inscripción original conmemorativa de la inauguración del templo en 1123, pintada sobre la columna más cercana al altar en el lado izquierdo.
En el MNAC también se conservan algunos elementos muebles de la época, como el banco presbiteral, del que ya hemos visto una reproducción en la iglesia de Boí.
A pesar de que en la carátula del MNAC no se atribuye directamente a la iglesia de Sant Climent, es probable que la lipsanoteca, o relicario, de madera policromada de finales del siglo XI – inicios del XII, proceda de esta iglesia. En estos recipientes se guardaban las reliquias de los santos y normalmente se depositaban dentro de los altares.
Otros elementos en la iglesia
Era habitual que el frontal y los laterales de los altares estuvieran recubiertos por pinturas. El frontal del altar de Sant Climent está depositado en el MNAC, aunque no está expuesto. Sin embargo, puede observarse en los fondos del catálogo del museo. Se trata de una pintura sobre madera al temple con relieves de estuco con restos de corladura, datada de la segunda mitad del siglo XIII. Está dedicado a Sant Climent y su martirio.
En su lugar actualmente se encuentra la siguiente pieza.
En la entrada del templo se encuentra una sencilla pila de agua bendita.
Elementos museísticos
Distribuidas por el recinto podemos observar diversas piezas originales de la iglesia de Sant Climent.
Una parte de ellas son esculturas exentas que formaban parte del patrimonio de la iglesia.
La imagen de Cristo como Salvador Coronado, fue tallada y policromada en el siglo XIII y muy probablemente presidía el altar mayor. A principios del siglo XX, estaba situada en medio del retablo.
La Virgen María fue tallada entre los siglos XII y XIII. A principios del siglo XX, se encontraba dentro de un pequeño templo de madera en la iglesia de Sant Climent. Por sus características es posible que esta imagen provenga de la vecina iglesia de Santa Maria, donde habría sido venerada hasta el siglo XVIII. En ese momento habría sido sustituida por una imagen barroca y la figura románica trasladada a Sant Climent.
El Cristo en la Cruz es una magnífica muestra de escultura románica. Estas cruces a menudo se utilizaban en procesiones y actos litúrgicos.
Conserva una espléndida policromía especialmente en la parte trasera de la cruz. No es seguro cuál es la iglesia de origen de esta talla, puesto que las noticias históricas no son concluyentes.
También se expone una reproducción de uno de los bancos del presbiterio, un mueble medieval muy singular, probablemente entre los siglos XIII y XIV, de tres hornacinas divididas por columnas. Está construido en madera de pino, y profusamente calado y tallado en relieves, con restos de pintura en rojo. El banco original ya se ha indicado que se conserva en el MNAC.
Alrededor del año 1572 se pintó el retablo de Santa Anna, junto con los de Sant Andreu y de Sant Miquel. Sólo se conserva en la iglesia de Sant Climent la mesa central de este retablo; la mesa lateral derecha esté en el Museo Diocesano de la Seu d’Urgell.
La imagen principal representa a Santa Ana, la madre de María, la Virgen. En la parte superior, Dios Padre bendice desde el cielo. En la parte inferior, Jesús aparece como Ecce Homo frente a los símbolos de su martirio.
Santa Ana está representada sentada en un trono. En su regazo, está su hija, la Virgen María, de tamaño mucho más pequeño, y en su regazo, aún más pequeño, su hijo el Niño Jesús.
El retablo de San Antonio de Padua fue construido hacia finales del siglo XVII. Actualmente sólo se conserva la estructura arquitectónica del retablo.
Su composición es la habitual de los retablos barrocos de esta época, con un piso inferior o predela decorado, columnas en los laterales y un frontón en la parte superior. El cuadro que centraba el retablo representaba una de las leyendas atribuidas al santo: la aparición de la Virgen María y el Niño Jesús en su habitación. San Antonio iba vestido con el hábito franciscano y llevaba un lirio en la mano, símbolo de pureza.
Desgraciadamente, no se ha conservado el retablo barroco del altar mayor. Permitiría apreciar la transformación de sensibilidades religiosas y estéticas con el cambio de períodos históricos.
Iglesia de Santa Maria de Taüll
Coordenadas: 42°31’13.0″N 0°50’49.4″E. Altitud: 1.513 msnm
De la misma época que la iglesia de Sant Climent es la de Santa Maria, al parecer, consagrada un día después que Sant Climent, el 11 de diciembre de 1123, por el mismo obispo Ramon Guillem de Roda-Barbastro.
Es la única iglesia de todo el conjunto situada dentro del núcleo del caserío, por encima del cual vemos sobresalir la torre-campanario. Es la iglesia parroquial de Taüll.
Como iglesia parroquial, ha experimentado mayores modificaciones a lo largo de los años debido al uso cotidiano y la adaptación a los cambios conceptuales, litúrgicos y estéticos. Especialmente durante la época moderna, en el siglo XVIII, se realizaron modificaciones como el añadido de un cimborrio, una cubierta de crucería y la reconversión de la planta basilical en una sola nave, convirtiendo las naves laterales en capillas. Estos cambios han sido revertidos en las reformas más recientes para devolver la iglesia a su estado románico original.
El exterior
Pese a su ubicación dentro del caserío, no crea centralidad. Sería simplemente un edificio más, eso sí mayor, si no fuera por los ábsides y el campanario. Está orientada canónicamente a levante.
Es el único caso en que la torre parte del interior del templo, sobresaliendo por el interior de la cubierta.
Toda la construcción es de sillarejo. Los muros exteriores del edificio son lisos, sin ninguna ornamentación escultórica, y sólo hay tres pequeñas ventanas de arco de medio punto para la iluminación: una, algo mayor, sobre la portada a los pies de templo, y dos más pequeñas en el muro de mediodía.
El muro de la fachada de los pies en forma de cabecera, sobre el que descansan los dos faldones del tejado a dos vertientes, recubierta de pizarra. En él está situada la portada principal, y consiste en una simple abertura con arco de medio punto formado por dovelas simples.
Además, hay otra puerta secundaria en el muro de mediodía.
Los ábsides
Lo que le da el aspecto de iglesia es su cabecera triabsidal. El ábside central mayor y elevado. Las dos absidiolas por el exterior están tan adosadas al ábside central que no llegan a tener la forma semicircular, mientras que en el interior quedan perfectamente definidas. Como corresponde, la altura de estos ábsides es menor y ajustados a la pendiente del tejado.
Durante el siglo XVIII, se incorporó un cimborrio, que todavía estaba presente a principios del siglo XX como puede verse en la siguiente fotografía. En las restauraciones del siglo XX, la iglesia se devolvió a la forma original, eliminando este añadido, tal y como se puede apreciar actualmente.
El estilo lombardo de los ábsides es inconfundible, con las arcuaciones ciegas, las lesenas, en este caso rectangulares, y el friso de dientes de sierra bajo el alerón del tejado.
En el exterior, podemos observar aberturas de saetera con arco de medio punto: tres en el ábside mayor y una en cada absidiola de formato diferente.
Las ventanas del ábside central presentan características especiales: su distribución no es simétrica; los arcos son de doble derrame, mientras que el hueco son dos paredes paralelas; por último, las dos ventanas laterales no están abiertas en el interior (podría ser que las necesidades del programa pictórico de la cúpula del ábside obligaran a tapiarlas, me pregunto).
Las ventanas de los absidiolos son claramente de doble derrame.
En comparación con Sant Climent, las arcuaciones son mucho más elaboradas y siguen una regularidad geométrica, y por lo general toda la fábrica de los ábsides.
Una parte de la construcción, para la que no se ha encontrado explicación, son los óculos ciegos en el interior de las arquivoltas del ábside central. Este elemento es único en todo el valle.
También aquí, como en Sant Climent, se utilizó piedra rojiza como contraste decorativo.
Lamentable el momento en que el propietario tuvo la idea -y se permitió- construir esta edificación sobresaliente e invasiva sobre la estructura del templo.
La torre-campanario
Del lateral de mediodía, junto a la epístola, sobresale desde el interior del templo la torre campanario. Por encima del muro del edificio sobresalen cuatro cuerpos. El primer tramo tiene una ventana de arco de medio punto, mientras que los otros tres cuerpos tienen ventanas geminadas con columnas interiores rectangulares. En esta torre, todas las ventanas geminadas tienen iguales dimensiones.
Las arcuaciones ciegas lombardas definen cada tramo, y sólo el último está separado por un friso de dientes de engranaje. Los ángulos de la torre en forma de lesena.
Como en la torre de Sant Climent, en el campanario había decoraciones pictóricas de motivos geométricos de color rojo combinados con el blanco del enlucido.
La cubierta de la torre es de tipo piramidal y está hecha de pizarra, como es típica de la zona.
El interior
La planta del templo es del modelo de basílica de cuatro tramos y tres naves separadas por columnas, que sustentan arcos formeros. Sus dimensiones exteriores aproximadas son de 25 metros de largo por 15 de ancho.
La base y la disposición de los ábsides son irregulares, sin que coincidan los ejes de los ábsides con los de las naves. También la torre tiene una base irregular, algo romboidal.
La cubierta está a dos vertientes, sobre una estructura de madera vista.
La forma irregular de la planta, especialmente el muro de la torre, se debe al aprovechamiento de los restos de una construcción anterior.
La presencia interior de la base cuadrada de la torre en el segundo tramo desde la entrada hace que entre el segundo y tercer tramo desaparezca una columna y el arco deba ser mayor.
En la visión actual, el cuadrado de la base de los arcos se apoya directamente sobre el círculo del pilar.
Un botón a disposición del visitante, situado en el muro de la torre, permite la iluminación eléctrica del templo. Esto permite apreciar el tipo de claridad que había en estos espacios con sus escasas aberturas cuando no había velas encendidas.
Es interesante comparar el estado actual, rehabilitado al “estilo románico”, de cómo se encontraba a principios del siglo XX, después de las sucesivas reformas, especialmente en el siglo XVIII.
En ese momento, las pinturas del ábside se encontraban detrás del retablo barroco. Las columnas estaban rodeadas por una columna cuadrada que aparentaba ser la base del muro, mientras el cimborrio iluminaba lo que podríamos llamar el crucero del templo. El techo de madera fue sustituido por una bóveda de arista.
Excepto las pinturas, todo blanqueado. A diferencia de ahora, no había ninguna piedra visible.
La fotografía debe ser posterior, después de haber retirado el retablo, dejando visibles las pinturas del ábside.
La cabecera está formada por un presbiterio con dos arcos triunfales de diferente tamaño, y ábside semicircular con cúpula de cuarto de esfera.
Las pinturas del ábside mayor, con Santa Maria en un pantocrátor, son unas de las más importantes del románico catalán. En el templo se encuentra una reproducción debida a R. Millet realizada en 1960, mientras que el original fue extraído y trasladado al Museo de Arte de Barcelona a principios del siglo XX, junto con otras pinturas murales, como veremos a continuación.
En la cúpula se representa a la Virgen María con el Niño y la adoración de los Reyes o Epifanía.
Los absidiolos tienen la misma forma semicircular con cúpula de cuarto de esfera, de dimensiones mucho más reducidas.
No hay restos de pintura en ellos, pero son muy importantes todos los restos de mural del lateral de la epístola, el baptisterio, la puerta y algunas columnas.
Toda la pintura que se trasladó a Barcelona ha sido reproducida, con lo que, disponemos de uno de los ejemplos más completos de cómo sería el interior de un templo y el ambiente que un feligrés de la época debía respirar.
No nos detendremos en observar las reproducciones, que dejaremos por la visita al MNAC, mientras que la secuencia de fotografías nos mostrará el aspecto del templo en su forma y en la presencia de la pintura mural.
En el centro del muro de mediodía se abría una entrada lateral.
El cubo de la base de la torre rompe la nave lateral. Por esta parte se accede al campanario.
Queda a los pies un espacio que será reservado a baptisterio.
La entrada al templo desde la calle es directa. La fotografía permite observar la estructura de madera de la cubierta en su estado actual.
Como se ha señalado, a la derecha de la entrada, el recinto que queda entre la torre y el muro estaba destinado a baptisterio. A la derecha se encuentra la pila bautismal, y una pila más grande que servía para guardar el aceite. El aceite se utilizaba con las lámparas para iluminar la iglesia.
La pila del agua bendita era el otro elemento imprescindible a la entrada al templo.
Las pinturas y los originales en el MNAC
La visita complementaría al Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC), permite admirar las pinturas originales de la iglesia de Santa Maria de Taüll.
Como sabemos, una de las contribuciones museísticas más interesantes del MNAC es la disposición de las pinturas sobre unas estructuras arquitectónicas que reproducen a escala real los templos de donde provienen.
La falta de pinturas en el muro del evangelio permite que la entrada a la reproducción del recinto eclesial se realice por una rampa que desciende por la que sería la nave lateral. Este descenso nos ofrece una elevada perspectiva del recinto y las pinturas, aumentando así su atractivo.
En las dos fotografías siguientes, podemos comparar la iglesia de Taüll con la copia de las pinturas, con la reproducción del templo en el MNAC donde se han dispuesto las pinturas originales.
Se accede a la sala por los pies del templo, con la reproducción perfecta de la planta, incluida la estructura de la torre.
Parece evidente que la decoración de los dos templos de Taüll formó parte de un programa conjunto de enriquecimiento de los interiores, que hay que imaginar patrocinado por la alta nobleza local.
En Santa Maria, la unidad del programa iconográfico revela que se trata de un proyecto único, aunque se aprecia la presencia de varias manos en su ejecución.
De los dos grupos de pintores que realizaron Santa Maria, se considera que la decoración de la cabecera de gran calidad se debe al maestro principal de Sant Climent, aunque sin llegar a su excelencia. Este pintor o taller se relaciona con otros conjuntos pictóricos de la Península, como Berlanga, Maderuelo y Gormaz.
Todo el resto de pinturas, tanto en el mural lateral como en la contrafachada, pertenecen a la acción de un taller de pintores mucho más limitado, cuya actividad se reencuentra más allá de la frontera aragonesa (Susín, Almazorre).
Pinturas del ábside
Los expertos consideran que se trata de una iconografía de notable complejidad, fruto de una reflexión teológica meditada. El ábside central está presidido por una Epifanía, que se combinaba con una representación perdida de Cristo en Majestad en la bóveda adyacente.
En la franja superior, a ambos lados de la ventana, los Apóstoles. Por debajo, hay una franja con medallones circulares que contienen motivos zoomórficos y, en su base, un friso con pinturas de cortinajes.
En el centro del doble arco triunfal absidal se puede ver el Agnus Dei, o Cordero de Dios, y, en el lateral, Abel vestido de pastor ofreciendo un cordero. En el lateral el arcángel Gabriel con serafines.
Pinturas de la nave
Todo el resto de las pinturas que llenan el conjunto de la nave y las columnas se considera que fueron pintadas posteriormente, y obra de otro artista. J Gudiol supuso que este artista podría ser un hombre del país que, al contacto con los dos maestros que pasaron por Taüll, se atrevió a decorar lo que ellos no terminaron, lo que se demostraría en su falta de práctica en la ejecución de las partes puramente ornamentales, en la copia invertida de epígrafes y en la ejecución de un vestuario que no entiende. Sin embargo, el infantilismo primitivista que impregna su temario no quita valor a que, gracias a su audacia y ardor decorativo al enfrentarse con el lirismo narrativo de las composiciones, consiga una superación altamente emotiva como fruto de sus esfuerzos de imaginación.
La pared de la epístola está organizada en dos registros historiados: en el inferior hay un ciclo del Nuevo Testamento (donde se repite el tema de la Epifanía), mientras que el superior, muy dañado, está dedicado a las vidas de santos. La franja inferior está formada por motivos ornamentales y representaciones de cortinajes.
De derecha a izquierda, el ángel revelando a Zacarías (muy borrado) el nacimiento de Juan Bautista. En el intradós de la puerta se representan dos peces mirando una cruz. Al otro lado de la puerta, la narración continúa con la nominación de Juan Bautista, el Precursor.
Después está representada María con el Niño recibiendo la adoración de los Magos.
Los Magos, simultáneamente en la representación, visitan a Herodes, que es la primera de las figuras de la izquierda.
Entre la base de la torre-campanario, con la puerta de acceso, y el muro de los pies, queda una capilla que podría corresponder al baptisterio.
En el muro testero se despliega un Juicio Final, de donde desapareció la figura central de Cristo como juez cuando abrieron la ventana de iluminación sobre la portada. Esta ventana no queda reflejada en la reproducción del MNAC, seguramente por no pertenecer al momento original.
En la parte superior, ángeles y benditos que se le dirigen. Debajo, junto al arco, Sant Miquel con unas balanzas y unas almas ardiendo en el purgatorio.
La pared del fondo de la zona del baptisterio estaba destinada al Infierno, con unos seres monstruosos atormentando las almas desnudas de los condenados.
En el centro de la pared lateral está representada la lucha entre David y Goliat, que simboliza la lucha entre el bien y el mal.
Las columnas y el intradós de los arcos también estaban decoradas con pinturas. Según los restos que han llegado hasta nosotros, puede observarse que algunas columnas presentaban cenefas helicoidales de colores, mientras que otras mostraban representaciones de santos.
El intradós de los arcos formeros fue ornamentado con representaciones de profetas.
Otros elementos en la iglesia
En el MNAC también se conserva el frontal restaurado de un altar lateral. Los frontales de talla no eran raros en época románica. Generalmente los personajes se esculpían aparte y se acoplaba después, con clavos, a la superficie del frontal. Así, los volúmenes escultóricos permitían aproximarse a los resultados estéticos de la orfebrería, cuya imitación es constante en este tipo de muebles. En este caso, la excelente calidad de la talla denota la presencia de un escultor hábil, si viene alejado de las corrientes más conocidas de la escultura ribagorzana en madera. En cambio, la nitidez de formas y las vestimentas estereotipadas le hacen parecer versado en el trabajo de la escultura en piedra.
El frontal del altar mayor muestra un tema que se inspira en los círculos con animales de la pared del ábside trasero.
La talla en madera con restos de policromía del Descendimiento de Santa María de Taüll data de la segunda mitad del siglo XII a principios del siglo XIII.
Los Descendimientos catalanes tienen la singularidad iconográfica de incluir las figuras de los dos ladrones crucificados junto a Cristo. Del grupo de Taüll se conserva precisamente la figura del ladrón bueno, Dimas, así como las de María y José de Arimatea, que sostiene el cuerpo de Jesús muerto. La expresión lacerada de Cristo, los brazos articulados y los pies cruzado y clavado en la cruz con un solo clavo, revelan una datación muy tardía, o bien que la talla fue objeto de una drástica transformación en épocas posteriores.
En este Descendimiento faltan los personajes de la derecha: San Juan, Nicodemo y el ladrón malo, Gestes.
El retablo barroco
Con buen criterio, se ha conservado dentro del templo el retablo barroco del siglo XVII que tapaba las pinturas románicas del ábside mayor. Dedicado igualmente a la Virgen. Ahora ocupa una posición lateral a los pies de la nave del evangelio.
El contraste de estilos nos permite darnos cuenta de cómo, a lo largo del tiempo, se han producido cambios de mentalidad en torno al propio hecho religioso, tal y como se refleja a través de la iconografía que sustenta los oficios religiosos.
En la parte superior del retablo encontramos la representación del arcángel San Miguel, con San Pablo a la izquierda y San Pedro a la derecha. En la parte inferior vemos a la Virgen Inmaculada, con San Juan Evangelista a la izquierda y San Isidro a la derecha.
Ermita de Sant Quirc de Taüll
Bien de Interés Cultural (BIC) (1992) (No está incluida en el catálogo de Patrimonio Mundial)
Coordenadas: 42°30’49″N 0°51’10″E. Altitud: 1.626 msnm
A poco más de un kilómetro arriba de Taüll se llega al Pla de l’Ermita, un ressort turístico creado en los años 80 del siglo pasado.
Se puede dejar el coche en el aparcamiento de la entrada, o bajar hasta la plaza de la Ermita, y caminar entre 500 y 200 metros, según el camino elegido, en dirección suroeste para llegar a la ermita de Sant Quirc de Taüll, en medio del bosque.
Como se puede observar en la fotografía, la ermita de Sant Quirc de Taüll es una pequeña capilla con un tamaño aproximado de 12 metros por 6 metros.
Está orientada canónicamente hacia levante y se diferencia de una borda principalmente por la presencia de un ábside semicircular en la cabecera. No tiene ninguna torre o espadaña que sobresalga de la estructura.
La fábrica del edificio de un primitivo sillarejo, y en partes casi de mampostería, en la que se manifiesta una discontinuidad en el proceso de construcción muy evidente.
En varios puntos, los muros se asientan directamente sobre la roca viva.
La ermita presenta una cubierta de dos vertientes para la nave principal, mientras que el ábside está cubierto con una estructura semicónica, todo revestido de pizarra.
En ninguna de las partes del edificio se puede observar ninguna influencia del estilo lombardo característico del valle.
La única fuente de luz natural ingresa a través de una aspillera central situada en el ábside, proporcionando una iluminación puntual en su interior.
La puerta de entrada situada en el lado sur de la ermita tiene un arco de medio punto. La jamba no tiene ninguna columna de soporte. Hay unas losas sin trabajar que hacen de bases en las que se asienta el arco formado por dovelas irregulares, y una chambrana también de carácter rústico.
Se puede apreciar claramente cómo las rocas se utilizan como cimiento de los muros de la ermita.
En la última rehabilitación, se ha convertido una gran abertura que existía en el muro septentrional en un amplio ventanal con vidriera, que permite ver gran parte del interior de la ermita.
Se supone que esta apertura de arco de medio punto daba acceso a una capilla anexa al edificio, pero no existe constancia documental de esta capilla.
En el interior se puede observar el techo de madera que ha sido reconstruido, el presbiterio que se avanza mucho sobre la nave, con el suelo formado por losas de piedra, y un banco corrido siguiendo el muro lateral.
Parece que también hay una pila bautismal.
En la panorámica sobre el valle, podemos apreciar los tejados de Taüll.
Bases de información
Sant Climent de Taüll
Webs
Projecte mapping
Webs academic
WHC. Nomination Documentation: Catalan Romanesque Churches of the Vall de Boí (2020)
Chordá, Frederic. Dios renovador del universo en el ábside de Sant Climent de Taüll
Pagès i Paretas, Montserrat (2013). Sant Climent de Taüll: noves pintures, nova lectura
Marquès Balagué, Mercè (2016). Sant Climent de Taüll: La restauració de les pintures murals i les aportacions a l’estudi del monument (Tesi doctoral)
Íbar i Torras, Elsa, Riu-Barrera, Eduard i Tarrida i Sugranyes, Eva. Sant Climent de Taüll # 1123. Noves estratègies de restitució i divulgació del patrimoni a la Vall de Boí
Guardia, Milagros i Lorés, Immaculada (2020). Sant Climent de Taüll i la vall de Boí
Castellà Figuera, Cristina i Grifoll Menéndez, Laia (2009). El conjunto románico del valle de Boí: patrimonio mundial en un entorno rural
Santa Maria de Taüll
Sant Quirc de Taüll
