La importante presencia ibera en la Bética presenta un extraordinario ejemplo en el Poblado ibero de El Cerro de la Cruz en Almedinilla (Córdoba).
Poblado ibero de El Cerro de la Cruz (Córdoba)
Poblado ibero de El Cerro de la Cruz. Almedinilla. Córdoba
Municipio: Almedinilla. Comarca: La Subbética. Provincia: Córdoba. Com. Autónoma: Andalucía
Teléfono: 957 703 317
Coordenadas: 37°26′09″N 4°04′54″O
Bien de Interés Cultural, categoría Zona Arqueológica
Visita: 2018
Índice
Poblado ibero de El Cerro de la Cruz. Almedinilla. Córdoba
El poblado ibero de El Cerro de la Cruz es una de las joyas que nos ofrece el pueblo de Almedinilla, que se complementa con la sala de la primera planta del Museo Histórico-Arqueológico, donde se muestran objetos procedentes de las excavaciones arqueológicas del poblado.
El poblado está localizado a poco más de un kilómetro del Museo, al sudeste del pueblo, mientras que el Museo se ubica en la zona de Fuente Ribera.
En el Post sobre Almedinilla efectué una presentación general de ambos ámbitos. Aquí es el lugar para efectuar una presentación más pormenorizada.
Quiero señalar que una parte importante del contenido de este Post se basará en la ficha de descripción que efectúa el Patrimonio Inmueble de Andalucía, así como en los paneles informativos del yacimiento y del Museo.
La cultura ibera
Enlace con el Post: Los pueblos iberos
Los historiadores y geógrafos grecorromanos dividieron a los íberos en distintos pueblos con características propias, extendiéndose desde Huelva hasta el Languedoc francés, aunque participaban de dinámicas históricas y hechos culturales comunes. Eran ciudades independientes unas de otras, que controlaban un territorio más o menos amplio donde se ubicaban otras poblaciones, pudiendo formar coaliciones para defender intereses comunes.
Puede verse el Post Los pueblos iberos, donde efectúo una presentación genérica sobre estos pobladores históricos de la Península.
El pueblo ibero que se asentó en estas tierras de Almedinilla fue posiblemente el descrito por los grecorromanos como bastetano (que ocupó las sierras Béticas y Subbéticas andaluzas) pero muy relacionado y en contacto con el turdetano (que se encontraba en el valle del Guadalquivir y la campiña) y con influencia púnica.
Después de la victoria de Roma sobre Cartago en el año 206 a.C., el sur y el levante peninsular pasa de las manos cartaginesas a las romanas (incluyendo esta zona en su provincia ulterior, y posteriormente en la Baetica) aunque las revueltas y levantamientos indígenas fueron frecuentes, como lo demuestra la sublevación de Culchas y Luxinio, o la propia de Viriato.
El poblado y el Museo
En esta presentación optaré por ofrecer un tratamiento conjunto del contenido de ambos ámbitos, buscando vincular las distintas estancias del recinto con los objetos que probablemente pueda corresponderles, según las cartelas descriptivas que los acompañan en el Museo.
El yacimiento de El Cerro de la Cruz se ubica en el área geográfica de la Sierra de las Subbéticas. Ocupa uno de los típicos anticlinales calizos que conforman la orografía de esta zona.
La fase de ocupación de la zona excavada corresponde al siglo II a.C., es decir, un poblado indígena de la baja época ibera que convive ya con la ocupación romana.
El Cerro de la Cruz constituye uno de los más interesantes poblados de esta época de la provincia de Córdoba que han podido estudiarse científicamente. Los 650 metros cuadrados de superficie excavada lo convierten en uno de los escasos ejemplos de asentamientos de baja época excavados de manera intensiva en toda Andalucía, a lo que debe añadirse su buen estado de conservación.
Señalar que el yacimiento arqueológico se halla protegido con una cubierta para preservar su conservación.
Las excavaciones
Las primeras excavaciones arqueológicas en El Cerro de la Cruz fueron llevadas a cabo en septiembre de 1866 por Louis Maraver y Alfaro, y el 1903 por Pierre Paris y Arthur Engels.
A raíz de los hallazgos de las necrópolis de El Cerro de la Cruz y del descubrimiento de la Dama de Elche en 1897 se comienza a hablar de “cultura ibérica” original y diferenciada.
En aquellas épocas el Estado español no tenía legislación que protegiera el patrimonio histórico-arqueológico adecuadamente y los materiales de estas excavaciones se dispersaron por diferentes museos del mundo.
Las distintas campañas de excavación arqueológica, han puesto de manifiesto que se trata de un poblado fortificado, oppidum, de la Baja Época Ibérica, dispuesto en terrazas escalonadas que han sido directamente excavadas en la roca, aprovechando su superficie.
Los resultados de las últimas excavaciones confirman la destrucción violenta que sufrió el poblado a finales del siglo II, con niveles de incendio muy potentes, abandono del poblado. Esta destrucción permitió, asimismo, en muchos casos, recuperar estructuras de habitación completas de enorme importancia para los estudios de tipo microespacial y la reconstrucción de la vida doméstica del poblado, dado que conservaban la totalidad de su ajuar doméstico, no recuperado ni removido tras el incendio a gran escala que causó la destrucción. Incluso con la documentación de cadáveres de la época en estos niveles de incendio o sobre el pavimento de las calles (restos óseos con huellas claras de cortes de espada).
Además, el sitio arqueológico posee una fase emiral, correspondiente a una pequeña alquería islámica del siglo IX-X, y un conjunto de trincheras y construcciones de una de las posiciones del Frente que durante la Guerra Civil (1936-39) se estableció en la localidad. (No visitable)
La sociedad ibera de El Cerro de la Cruz
La sociedad del poblado de El Cerro de la Cruz estaba dominada por guerreros, evolucionando desde estructuras principescas a otras más y estratificadas y propias de la ciudad.
Los guerreros, no obstante, debieron de tener un papel dominante en la ciudad ibérica, con jefes o Reyes Locales, aristocracia militar, y una infantería que debió simultanear otras actividades como la agricultura y ganadería.
Instituciones como la fides y la devotio vincularían al individuo con el jefe de forma muy directa.
Por otra parte, el acceso a la riqueza es posible para grupos de población numerosos, lo que nos está hablando de una” clase media” más o menos desarrollada.
Las relaciones sociales se fundamentan en el parentesco dónde la mujer parece tener un estatus social importante, aunque vinculada a lazos matrimoniales.
El urbanismo del poblado
El poblado ibero de El Cerro de la Cruz fue una ciudad fortificada, oppidum, de entre 6 y 8 hectáreas que ocupó El Cerro y los llanos que se extienden hacia el sur, por tanto, la zona excavada que se ofrece a la visita es solo un fragmento de la antigua ciudad.
Desde estas alturas se controlaban los pasos naturales y se divisaban yacimientos ibéricos como Iliturgicola (Fuente Tójar).
El poblado tenía una muralla (aún sin excavar) que protegía el caserío y desde lo alto de El Cerro se controlaban los pasos naturales.
Posee un urbanismo complejo y planificado caracterizado por diferentes terrazas artificiales escalonadas, que se realizaron para salvar la pendiente de El Cerro a partir de grandes muros de aterrazamiento.
Entre muro de contención y muro de contención de estas terrazas se disponían calles estrechas (por donde actualmente se sitúan las pasarelas) abriéndose a ellas las viviendas y lugares de trabajo que suelen repetir la combinación de almacenes, zona de molienda, telares y aljibes.
La casa ibera
A la entrada del yacimiento se ha recreado un fragmento del poblado ibérico según los datos ofrecidos por la excavación con su disposición en terrazas artificiales y escalonadas qué son salvadas con grandes muros de contención. Las viviendas aquí recreadas no responden exactamente a las documentadas en la excavación del yacimiento, ya que las originales parecen ser más complejas, con habitaciones anexas que se van añadiendo al espacio principal.
Desde esta calle se accede a dos viviendas de similares características, ambas con una especie de porche a cielo abierto (con posible cubrición liviana). En estos porches se sitúan los aljibes para almacenar el agua de lluvia, las zonas de trabajo (molienda) y posiblemente los hogares de fuego para el cocinado de alimentos.
Técnicas constructivas
Las técnicas constructivas de las viviendas de El Cerro de la Cruz se repiten en los diferentes sectores excavados: zócalo de piedras y alzado de tapial o ladrillos de adobe, con enlucidos de barro y restos de cal en las paredes.
Se han conservado en muchos casos paredes de hasta los 2 metros de altura.
En algún caso se ha podido documentar, a partir de las huellas dejadas por las vigas, la existencia de una segunda planta o un altillo que serviría como zona de dormitorio.
Las cubiertas de las viviendas eran de cañizos y ramajes protegidas con capas sucesivas de barro y cal.
Igualmente, se ha constatado la existencia de los huecos dejados por puertas y ventanas con aljibes para el agua, almacenes y zonas de molienda.
Las actividades productivas
Como es la norma en la sociedad ibera, en los poblados se practican todas las actividades económicas y sociales que componía aquella cultura. Según ello, se efectúan actividades agrícolas, artesanales y comerciales. De igual forma, se atiende a la reproducción social y se cumplen unas normas de comportamiento ante la muerte y el enterramiento.
En relación con el exterior, se deberán atender a las tareas de caza y a la defensa o ataque frente a enemigos exteriores, lo que requerirá un instrumental o armamento para ejecutarlas.
Agricultores
La agricultura y la ganadería eran las actividades principales de los moradores de El Cerro de la Cruz.
La agricultura, de base cerealista, se nos presenta a través de las herramientas agrícolas, los molinos de piedra manuales para la molienda del grano y los recipientes de cerámica para el almacenaje de frutos, vino y aceite.
Las excavaciones arqueológicas han ofrecido restos de huesos de cabras y ovejas que nos hablan de la importancia que hubo de tener la ganadería en El Cerro de la Cruz.
Los íberos también fueron afamados jinetes.
El caballo era un animal simbólico y aristocrático que aparece como escultura sobre las sepulturas, exvotos y empuñaduras de falcatas. Durante las excavaciones arqueológicas se encontró una espuela, y arreos de caballo.
Las extensiones de bosques serían en aquel entonces muy abundantes, siendo la caza un componente importante en la dieta de los pobladores de El Cerro de la Cruz.
Huesos de jabalí, cabra hispánica y sobre todo de ciervo, encontrados en las excavaciones de El Cerro de la Cruz, nos indica la importancia de la caza en aquellos tiempos, y el medio ambiente boscoso que debió reinar.
Las dos imágenes que siguen muestran el esquema de un molino, según la representación de Quesada, Kavanagh y Lanz.
Artesanos
Los ámbitos que cubría la artesanía ibera comprendían la cerámica, el trabajo en metal, la orfebrería y el textil.
Cerámica
Fueron grandes alfareros, siendo los primeros en extender el uso del “torno de alfarero” a raíz de los contactos con las colonias fenicias y griegas.
En las dos fotografías que siguen puede verse una reconstrucción de un taller de alfarero adaptado a la pendiente del terreno para construir un altillo.
Elaboraron unas cerámicas que en El Cerro de la Cruz presentan una de las tipologías más completas para estos momentos. Es una cerámica típica de bastetana, de personalidad propia y gran perfección técnica.
Destacan los grandes recipientes decorados para almacenaje, los distintos tipos de ánforas Ibero- púnicas, ollas, urnas, tapaderas, lucernas, ungüentarios, vasos tulipiformes, vasos caliciformes, o los platos de borde vuelto.
Metal y armas
Se destaca que fueron grandes maestros en el trabajo del hierro, sobresaliendo en la fabricación de herramientas para el trabajo del campo y, sobre todo, de armamento, siendo famosas en el Mediterráneo sus espadas y falcatas realizadas con gran perfección técnica y elaborada decoración.
De los restos hallados en el yacimiento sobresalen por su interés las falcatas con nielados de plata, cuchillos, soliferro y peines, datados en los siglos V y IV a. C.
Orfebrería
Como orfebres trabajaron el oro, la plata, el bronce y las piedras preciosas con gran maestría, destacando en el empleo del granulado, la filigrana y los damasquinados.
Textil
Las excavaciones arqueológicas de El Cerro de la Cruz nos han permitido conocer la gran maestría que como artesanos tenían los íberos.
Sus lanas y tejidos fueron muy apreciados en todo el Mediterráneo.
Del proceso de elaboración de tejidos se han encontrado en el yacimiento fusayolas para hilar, así como pesos para los telares verticales.
Comerciantes
Como parte de las transacciones comerciales los íberos adoptan la moneda al contacto con las colonias que griegos y fenicios tenían en la Península Ibérica.
El Cerro de la Cruz estuvo alejado de la ruta comercial principal de la antigüedad, el Guadalquivir, pero desde el centro de Andalucía y como zona que conecta al interior con la costa, debió de procurar al poblado una importancia estratégica.
Guerreros
Entre el armamento que utilizaban los guerreros ibéricos destaca la falcata, espada de hierro y hoja curva con empuñadura desmontable con forma de animal (caballo, lobo, grifo…) y decoración de damasquinados en plata.
Cada empuñadura de falcata tenía el tamaño de la mano de su dueño y a su muerte se doblaba para inutilizarla, colocándola junto a las cenizas del difunto.
El armamento se recuperó en el transcurso de las excavaciones de L. Maraver.
La muerte y la religión
A través del estudio de la iconografía se sabe que los iberos veneraban a una serie de divinidades como Hércules Melkart, Tanit, Astarté, Démeter.
También una diosa que surge de una flor, y otra que amamanta, ambas asociadas a un ave: la misma que aparece damasquinada en plata en la falcata de Almedinilla que he presentado en el apartado de orfebrería.
Las esculturas de toros, leones, lobos, caballos, carneros y animales fantásticos, como el grifo o la Esfinge, aparecen sobre tumbas con un carácter protector del difunto y propiciatorios de una regeneración.
Los íberos también poseían santuarios en cuevas, generalmente vinculadas a fuentes y manantiales, dónde se han encontrado multitud de exvotos (figurillas de bronce, barro o piedra).
Muchas de las cuevas de la Subbética cordobesa pudieron haber sido santuarios ibéricos como el caso de la cueva de la murcielaguina en Priego. También poseían templos como el documentado en Torreparedones (Castro del Río).
Necrópolis
Las necrópolis ibéricas de El Cerro de la Cruz y los Collados se excavaron durante los años de 1866 (L. Maraver y Alfaro) y 1903 (P. Paris y A. Engels). En la actualidad se desconoce su ubicación exacta.
En estas excavaciones se exhumaron 253 tumbas de incineración, pero la información que dejaron de ellas (asociación ajuar- tumba, localización exacta, recogida de restos vegetales y animales, huesos humanos, morfología de incineraciones…) fue escasísima.
Asimismo, en la necrópolis de El Cerro de la Cruz se encontró abundante ajuar bélico.
Enterramientos y tumbas
El ritual más extendido entre la cultura ibera fue la cremación del difunto en pira funeraria “ustrinum”. El difunto era quemado con sus vestimentas y una vez reducido a cenizas estas se introducían en urnas de cerámica.
La mayor parte de las tumbas eran un agujero en el suelo (cubiertos o no con lajas de piedra) dónde se depositaban las urnas y los ajuares.
Dentro de la urna, y más frecuentemente alrededor de ella, se dejaban los ajuares (espadas, lanzas, objetos domésticos…), así como los recipientes (platos, vasos…) con las ofrendas de alimentos.
Fueron frecuentes los banquetes funerarios con libaciones (seguramente de vino o leche con miel) en honor del difunto “simposia” en donde la vajilla empleada se terminaba destruyendo y situando en un agujero “silicernium”, como depósito votivo, junto a la tumba.
A estos banquetes se podían asociar combates rituales y sacrificios.
La inhumación se reservaba solo para algunos niños, bajo las viviendas en los poblados.
Las expresiones funerarias ibéricas son fruto de una aristocracia que se hace enterrar con ricos ajuares, expresando sus privilegios hasta en la muerte.
Esta costumbre se va extendiendo al resto de la sociedad y por ello el estudio del mundo funerario permite conocer mejor las características de la sociedad ibérica en vida.
Guerra y destrucción
Como he señalado al principio, de los indicios obtenidos en las excavaciones se deduce que el asentamiento de El Cerro de la Cruz sufrió una violenta destrucción.
Durante las excavaciones arqueológicas se documentó un estrato ceniciento que cubre todo el yacimiento y que responde a un incendio violento fechado a finales del siglo I a.C.
El hecho de haber quedado todo el material sepultado (sin que existieran rebuscas posteriores) y el que no se volviera edificar en el mismo lugar, ha hecho pensar que el incendio se debió a un ataque violento relacionado con el afianzamiento del poder de Roma en la zona, posiblemente en relación con las guerras lusitanas y las revueltas de Viriato contra Roma.
Ello ha permitido en los últimos años de investigación documentar restos humanos en el nivel de incendio y otros tendidos en la calle del poblado con huellas de muerte violenta, lo que corrobora esta interpretación.
Fin de la visita
La existencia de un asentamiento ibero en El Cerro de la Cruz se documenta académicamente desde mediados del siglo XIX. El tipo de praxis arqueológica de aquella época, más interesada en el coleccionismo museístico que en la interpretación global de los yacimientos hizo perder mucha información, al extremo de que no se conoce exactamente cuál fue la localización de la necrópolis.
Al mismo tiempo, la falta de protección del patrimonio de aquellos momentos permitió que muchos de los objetos hallados se dispersasen por el mundo, que actualmente imposibilita su catalogación.
Lo que actualmente es encomiable es el esfuerzo que hace el Ayuntamiento de Almedinilla por proteger y potenciar su patrimonio.
Patrimonio que merece la pena ser admirado in situ y en la instalación museística que lo potencia.
Bases de información
Webs
Poblado ibero de El Cerro de la Cruz
Poblado ibero de El Cerro de la Cruz. Patrimonio
Museo Histórico-Arqueológico de Almedinilla
Museo Histórico-Arqueológico de Almedinilla
Web Academic
F. Quesada Sanz. Notas sobre el armamento ibérico de Almedinilla
D. Vaquerizo Gil, F. Quesada Sanz, J.F. Murillo Redondo. La cerámica ibérica del «Cerro de la Cruz» (Almedinilla, Córdoba)
F. Quesada Sanz, E. Kavanagh de Prado, M. Lanz Domínguez. Los molinos del yacimiento del Cerro de la Cruz (Almedinilla, Córdoba): clasificación y análisis de los ejemplares de época ibérica y emiral
Enlace con el Post: La Era. Almedinilla, La Subbética
Enlace con el Post: Almedinilla
Es un artículo extraordinario, les felicito por el interés y la veracidad de sus descripciones
Hola F. Martínez Saura.
Me alegra enormemente su opinión. Mi pretensión es que los Posts tengan algún interés para quien los lea.
Gracias.