Sant Feliu de Guíxols (Girona) es la síntesis de un proceso histórico visible desde la Edad Media cristiana en el Monasterio y la Porta Ferrada, su vocación marinera y comercial, la industrialización del corcho y el turismo, de la que resulta un entorno urbano de fuerte personalidad.
Sant Feliu de Guíxols y Monasterio (Girona)
Sant Feliu de Guíxols y Monasterio. Baix Empordà. Girona
Comarca: Baix Empordà. Provincia: Girona. Com. Autónoma: Cataluña
Coordenadas: 41°46′50″N 3°01′50″E. Altitud: 4 msnm. Población: 22.097 habitantes (2020)
Web: ajuntament
Última visita: 2019
Sant Feliu de Guíxols y Monasterio. Baix Empordà. Girona
Una vez situados en la Costa Brava, desde el punto de alojamiento en el Hotel-Restaurante Casamar, podemos dirigirnos en dirección sur para recorres las villas costeras. En esta ocasión el punto de visita será la villa de Sant Feliu de Guíxols.
Se trata de una localidad, actualmente de más de 20.000 habitantes, con una historia que arranca de un primer asentamiento íbero. A lo largo del tiempo, ha ido combinando las actividades agrícolas y pesqueras con la actividad comercial, facilitada por su función de puerto marítimo, y un posterior importante impulso industrial en el siglo XIX. Por fin, desde principios del siglo XX, se desarrolló una progresiva dedicación turística, primero en acoger residencias de veraneo de las burguesías de Girona y Barcelona y, posteriormente, con el turismo de playa.
La particularidad de Sant Feliu de Guíxols, como también puede constatarse en Palamós, es que el peso del turismo y las residencias secundarias no constituyen una especialización absoluta, como puede ser el caso de Playa de Aro, sino que el urbanismo turístico hace evolucionar un urbanismo históricamente asentado a lo largo de dos mil años, siguiendo la evolución de las primitivas necesidades agrarias primero, las religioso-defensivas de la edad media, en la edad moderna del comercio naviero, la industrialización textil y corchera y, finalmente la turística.
Es, por tanto, un ejemplo de urbanismo con bases y personalidad histórica.
El territorio
En el límite meridional de la comarca del Baix Empordà se localiza el municipio de Sant Feliu de Guíxols, situado en la zona marítima de la sierra de Les Gavarres, núcleo montañoso de poca altura, alrededor de 500 m, con formas redondeadas de material muy erosionado de pizarras, calizas y granitos.
Estamos en el límite meridional del ámbito de la tramontana (característico viento del norte).
La vegetación, dominada por pinares y alcornoques, hizo posible la expansión de la industria del corcho por la comarca. (Véase el Post: Museo del Corcho)
No pierde población, a pesar de que parece haber llegado a un cierto nivel de estabilización: 18.403 habitantes en 2000; 21.975 en 2010 y 22.097 en 2020.
Un poco de historia
La historia de Sant Feliu de Guíxols arranca de un poblado íbero al este de la bahía, en el espigón de Guíxols o Fortim (A) desde los siglos V-IV a.C.
Por lo que se dice, en el siglo I d.C. los pobladores se desplazaron a poniente de la bahía, junto a la riera y bajo la montaña de Castellar (B).
Parece que los romanos no habitaron esta playa porque no abría camino a ninguna comarca. Tampoco hay documentación sobre los primeros siglos, durante los periodo visigótico y musulmán.
Fue el rey franco Lotario I, nieto de Carlomagno, quien fomentó un monasterio benedictino que ejercía de fortificación, con siete torres que guardaba el monasterio y la más famosa, la del fum (humo), por las ahumadas que en ella se hacían para señalar la aparición de los corsarios. Debía vigilar esta zona de costa.
La fecha de fundación del monasterio es discutida, antes de la primera noticia documentada, que data del año 968.
En un primer momento la ocupación del territorio se limitaba al monasterio-castillo y el núcleo rural externo a su lado, dedicado a la pesca y la agricultura.
Al cobijo del monasterio se fue expandiendo un pueblo, en los intervalos de paz y sosiego, al otro lado del arroyo (C). Con su expansión progresiva, se convirtió en la villa de Sant Feliu, reconocida oficialmente en 1181. Los habitantes tenían que estar al servicio del mantenimiento y defensa del monasterio-castillo.
El comercio y el tráfico en la playa lo convirtió en un núcleo próspero y vital, lo que fue motivo de constantes enfrentamientos entre el abad y el pueblo, en disputa por sus derechos respectivos.
En un primer momento, Sant Feliu se convirtió en el puerto de Girona, especialmente en relación con los puertos italianos.
En el siglo XIV existía una clara estructura urbana a ambos lados del arroyo: poniente el monasterio y su arrabal, levante un núcleo fuertemente amurallado (C), con un arrabal llamado Tueda.
Su importancia marinera se puso de manifiesto en su participación en la conquista de Mallorca con Jaime I, ya en el siglo XII. Para Francisco y María José Sala: “El modo de hablar de aquellos isleños es más semejante al de esta villa que al de los otros pueblos del Principado». Más adelante, también destacó su participación en la batalla de Lepanto, en el siglo XVI, con 80 capitanes.
En 1354, con Pere IV, se convirtió en villa real y considerada como «calle» de la ciudad de Girona, con varios privilegios. Debía tener más de un millar de habitantes.
En el siglo XIV se levantó la torre de la Guardia, como torre de vigilancia, en la cima de la montaña de Sant Elm (F). Durante los siglos XV y XVI se fortificó la torre y se permitió construir una capilla dedicada a San Telmo.
En 1493, Fernando el Católico, concedió un Real Privilegio para construir un muelle en el puerto.
Hasta el siglo XVII no se produce un importante crecimiento de Sant Feliu de Guíxols, que se reflejará en la expansión urbana, especialmente en el arrabal de Tueda (D). A pesar de las destrucciones derivadas de la guerra en 1652, que arrasaron el barrio, en pocos años se rehízo y se dobla en número de viviendas.
Los conflictos bélicos con Francia y la Liga de Augsburgo de finales del siglo XVII comportaron el derribo de las murallas y de la torre y la ermita de Sant Elm por parte de los soldados franceses, a las órdenes del Duque de Vendôme, en 1696.
A partir de finales del siglo XVIII se produce una bonanza económica importante, centrada en las actividades relacionadas con la pesca y sus derivados, la confección de redes para la exportación, los astilleros y la expansión de la industria del corcho, con la consecuente expansión urbana, sin la constricción de las murallas. Sant Feliu pasaría de unos 1.600 habitantes a principios de siglo a más de 5.000 a finales de siglo.
A lo largo del siglo XIX, la guerra de la Independencia y las guerras carlistas, en que iba adaptándose como localidad fortificada, también afectaron al núcleo urbano.
Sin embargo, Sant Feliu de Guíxols fue emporio de la industria del corcho durante muchos años. Esta industria creó la fisonomía contemporánea de la ciudad y un núcleo burgués de una distinción indudable.
Al mismo tiempo, se iba haciendo necesaria la modernización de la red de comunicaciones para facilitar los transportes de mercancías y personas. Entre 1887 y 1892 se construyó una línea de ferrocarril de vía estrecha entre Sant Feliu de Guíxols y Girona, «el Feliuet», de 39 kilómetros. También fue un incentivo para atraer turismo de sol y playa. Se clausuró en 1969, ya en pleno auge del automóvil particular. El trazado del recorrido se ha reconvertido en Vía Verde, conocida como la Ruta del Carrilet II, hasta Girona.
En los primeros años del siglo XX se inicia la construcción de viviendas en la zona de la playa de Sant Pol (G).
También posee grandes condiciones para el turismo. Josep Pla la veía como: «Una pequeña ciudad completa, bellísima, la más grande de la Costa Brava, excelentemente urbanizada, de clima mitigado, de una amabilidad encantadora no sólo en el trato de sus habitantes, sino en las mismas cosas que uno se siente rodeado. Es una ciudad limpia, cuidada, muy abierta, simpática. sus alrededores son de una belleza incomparable.”
Actualmente, las primitivas funciones industrial y portuaria quedan desbordadas, sobre todo al llegar el verano, por el turismo, que multiplica su población y le da un ritmo de vida urbana.
Esta función turística dio lugar, a partir del principio del siglo XX, a la expansión de barrios residenciales y hoteleros, en forma de numerosas «urbanizaciones», desde la primitiva urbanización de Sant Elm, en el Castellet a ponente, hasta la playa de Sant Pol, al este, que enlaza con la urbanización de S’Agaró, aunque esta pertenece al municipio de Castillo de Aro.
Sobre la base de estos antecedentes, para Josep Pla, Sant Feliu es un ejemplo típico de superposición de dos culturas: la feudal y la comercial.
Recorrido por Sant Feliu de Guíxols
Efectuaré un recorrido que comenzará en el Monasterio (B). Cruzaré la villa medieval (a, b, c) y el ensanche de época moderna (d, e, f), retornando por el paseo de Mar (E). Subiré a la ermita de Sant Elm (F), para disfrutar de las vistas sobre la Villa y la Costa Brava. Para terminar en la playa de Sant Pol (G).
El Monasterio de Sant Feliu de Guíxols y la Porta Ferrada
Bien Cultural de Interés Nacional: Monumento
Las dos perspectivas aéreas del Monasterio de Sant Feliu de Guíxols (B), que nos permite ver Google maps, perspectivas desde el norte y sur respectivamente, muestran lo que queda del complejo del Monasterio: la iglesia gótica, alguna torre medieval, y las ampliaciones del siglo XVIII.
El conjunto era un monasterio-fortaleza con un gran carácter estratégico y defensivo, que contaba con una muralla defensiva (queda una de las puertas de entrada al recinto monástico: el arco de Sant Benet) y una serie de torres, camino de ronda, almenas y matacanes.
El plano muestra las etapas constructivas de la edificación actual. Lo que han desaparecido son las murallas que rodeaban el Monasterio.
En el lugar del monasterio de Sant Feliu de Guíxols hay vestigios de un establecimiento romano y de una necrópolis creada en torno a un mausoleo de los siglos IV-V. Encima se encuentran las construcciones prerrománicas de las torres del Fum y del Corn (cuerno), así como la fachada conocida por Porta Ferrada.
La fecha de inicio del Monasterio se sitúa alrededor del siglo VIII, aunque no hay ninguna noticia escrita del Monasterio hasta el año 968.
El 1117 el monasterio fue adscrito a la abadía de la Grassa, en el Languedoc, pero pronto recuperó la autonomía. La población que creció entorno fue favorecida por la concesión de franquicias por parte del abad a sus habitantes en 1181.
La abadía fue abolida en 1835, en el momento de la desamortización. En aquellos momentos, el Monasterio fue incendiado y destruida su biblioteca
Desde el exterior el conjunto ofrece una perspectiva magnificente.
La Porta Ferrada y la Iglesia
La Porta Ferrada habría sido una parte de un primitivo edificio noble no religioso al que se añadiría posteriormente una iglesia románica y las torres de defensa.
La arquitectura de la Porta Ferrada consiste en un pórtico de tradición mozárabe con arcos de herradura y una galería superpuesta a modo de triforio, la construcción probablemente sea de finales del siglo X.
A ambos lados se sitúan, a la derecha la torre del Corn y a la izquierda la torre del Fum.
La parte baja, conocida como Lo Signe, era lugar de ceremonia donde se firmaban documentos, espacio representativo e importante en la vida monástica. La parte superior, el abad Bernat de Torroella (1433-60) la habilitó como dormitorio consistente en seis pequeñas celdas.
Esta construcción es un ejemplo de arquitectura culta y muy elaborada de la que no hay muchos ejemplos en Cataluña y es la estructura más emblemática del monasterio.
Por la parte posterior de la Porta Ferrada se adosó la primera iglesia románica. El espacio de la Porta Ferrada se convertiría en claustro del Monasterio -entendido como espacio para la meditación Independientemente de la estructura arquitectónica que tuviese- añadiendo la galería superior.
Desde sus torres y vigías, se descubría de lejos la llegada de los atacantes, ya fueran árabes, tropas de otros nobles que le disputaban al abad propiedades importantes como el castillo de Benedormiens en Castell d’Aro, monjes de monasterios enfrentados (como ocurrió con el ataque de los monjes del monasterio de la Grassa en 1118) o los ejércitos franceses.
A la izquierda sobresale, esbelta, la torre del Fum.
La Iglesia que pervive fue construida cuatro siglos después de la fundación del monasterio, en los siglos XIV-XV, con la ampliación gótica del templo, con dos nuevos tramos, el crucero y tres ábsides semicirculares.
En un recorrido por el exterior norte se observa, en los pies de la torre del Fum, un ámbito, ahora descubierto, donde se alojaban los silos de recogida de los tributos de los aldeanos. Los veremos con más claridad desde la torre.
Por el lateral del evangelio está la entrada a la actual iglesia parroquial. Se manifiesta claramente el espíritu de fortificación de la construcción.
En este ángulo está situada la torre de Tramuntana o de los reyes.
A pesar de que la Iglesia estaba cerrada, me parece interesante aportar una perspectiva general del recinto interior gótico.
Arco de Sant Benet
Antes de entrar en el Monasterio, efectuemos un vistazo al Arco de Sant Benet (1747). Puerta de entrada al recinto amurallado del monasterio benedictino, del siglo XVIII y de estilo barroco. Hoy queda en medio de la plaza debido al derribo de los muros que cerraban el monasterio. El modelo de monasterio benedictino era el de un edificio compacto cerrado que agrupaba todas las dependencias de la clausura monástica en torno a un patio o espacio con porches (claustro).
Visita interior al Monasterio
Por detrás del arco sobresalen las dependencias barrocas del Monasterio, construidas en la primera década del siglo XVIII. Por esta puerta barroca se accede a la visita al recinto en el que se aloja el Museo de Historia y el Espacio Carmen Thyssen.
Dentro de las dependencias el primer recorrido será el circuito de las torres medievales del Monasterio.
Subiendo a la primera planta, pasando por el interior de la torre del Corn, para situarnos en la planta superior de la Porta Ferrada. Se puede observar la particularidad de los primitivos capiteles románicos.
Torre del Fum y panorámica
La torre del Fum del siglo X, es de planta semicircular. Desde aquí se hacían señales de humo para avisar a la población de peligros inminentes por mar.
La parte recta del semicírculo da al interior, y se adapta al muro de la iglesia, pero queda separada con un espacio de escaleras que llevan, primero a los cimientos, donde hay una construcción cuadrada y con un muro de tradición romana que se asocia a una tumba señorial romana y, más arriba, al hueco interior de la torre.
Una escalera metálica funcional permite el acceso a la azotea de la torre que constituye un mirador, con unas magníficas vistas de la Villa, el entorno y el propio Monasterio.
Comenzando la panorámica en dirección noroeste vemos, a los pies, la plaza del Monasterio y el edificio del nuevo Teatro Auditorio Municipal Narcís Masferrer, de finales del siglo XX, según proyecto de Juan Tarrús, Jordi Bosch y Santiago Vives.
En dirección este, el edificio redondeado señala el extremo noroeste de la muralla de la ciudad medieval de la que, en el interior de las casas, aún se conserva algún vestigio poco relevante.
La dirección este y sur habría sido la correspondiente a la función de vigilancia. La villa actual y la ampliación del templo de los siglos XIV-XV han hecho perder la visión sobre el horizonte marino.
En la espalda aparece los pies del templo, la torre del Corn y la ampliación barroca del monasterio.
La torre del Corn, de planta rectangular, era desde donde se hacía sonar un cuerno, también para avisar a la población de la presencia de enemigos.
Silos
Al pie exterior de la torre se pueden ver un conjunto de silos redondos.
En el Monasterio había una serie de construcciones que servían para recaudar de los aldeanos los derechos señoriales del monasterio, y para poder realizar la cocción del pan, la venta del vino y del aceite, etc.
Entre estos espacios, en los silos de forma redonda era donde almacenaban el aceite y el vino, que eran accesibles para la gente de la villa. En la zona de clausura los monjes tenían una bodega para su uso.
Por último, a base de la Porta Ferrada permite contemplar su estructura mozárabe.
El Museo de Historia en el Monasterio
En el interior de las dependencias barrocas primer accederemos a la sede principal del Museo de Historia.
Se explica la evolución de la ciudad y su relación con el Monasterio guixolense en el ámbito El Monasterio y la villa. Además, contiene el espacio El corcho y la exposición de Josep Albertí.
Espacio Carmen Thyssen
La otra oferta importante es el Espacio Carmen Thyssen. Se trata de un centro dedicado a exposiciones temporales que se inauguró el verano de 2012 con la exposición Paisajes de luz, paisajes de sueño. De Gauguin a Delvaux.
En el momento de la visita la muestra que se exhibía era: Iconografías. De Sorolla a Picasso y Valdés.
No está permitido hacer fotografías del Espacio expositivo.
Villa medieval y ensanche
Pasamos a recorrer la villa medieval y el ensanche (C, D).
Lo primero que me parece interesante señalar es que nos encontramos ante una villa medieval con una morfología urbana ortogonal, alejada del modelo que estamos más acostumbrados a visitar.
Lo habitual es asociar una villa medieval a un conjunto de calles «laberínticas» resultado de una adaptación a un terreno montañoso, en la falda de un castillo encaramado, a reminiscencias de una morfología sarracena previa, o siguiendo el trazado de un camino principal más o menos sinuoso. (Pals, Ujué, Medinaceli, Alcaudete, Montefrío, Vilanova de Prades o Castrillo de los Polvazares).
En cambio, en Sant Feliu de Guíxols, sobre un terreno plano, la estructura es perfectamente ortogonal, con todos los cruces de calles a 90o, dentro de un recinto amurallado cuadrangular.
La recreación histórica de la villa medieval, y la pervivencia del trazado urbano primitivo que se conserva perfectamente, nos ofrecen una imagen totalmente particular. Este modelo de trazado urbano se prolongó en la expansión de los ensanches de época moderna, con un trazado de la línea marítima perfectamente rectilíneo, al que se ha adaptado exactamente el paseo del Mar.
Como sabemos, las murallas fueron derribadas en 1696 por soldados franceses a las órdenes del Duque de Vendôme.
Plaza del Mercado
Entraré por la travesía de les Voltes (a), para llegar a la plaza del Mercado (b)
Estamos en el corazón de la Villa. La primera referencia a la plaza aparece en un documento del año 1231. Era un lugar espacioso, en parte porticado y de forma más o menos rectangular, donde confluían las calles estrechas de la ciudad medieval. El 1323 un privilegio real concedió a la Villa la celebración de un mercado semanal. La plaza se convirtió así en el corazón comercial de Sant Feliu. A partir de 1407 el Consejo de la Villa se reunía en la Torre de Sant Bernardí, conocida desde entonces como la Torre del Consejo. La plaza se convirtió, así, en la sede de la Administración local, función que ha mantenido hasta el día de hoy.
La plaza se convirtió en el centro comercial de la ciudad y se construyó el mercado municipal cubierto.
El Ayuntamiento
Situado en la plaza del Mercado se encuentra el edificio del Ayuntamiento (1). Se levantó en 1547, cuando se reconstruyó la casa conocida como de Sant Bernardí, ampliándose en un piso en 1579. A mediados del siglo XX, los arquitectos Avel·lí Cimadella y Joan Margarit procedieran a la remodelación actual.
En la fachada hay un escudo con fecha de 1763, que recuerda que durante este siglo se mejoró el edificio. En 1847 se levantó la torre del reloj.
De planta cuadrada y ocupando toda una manzana, da la espalda al paseo del Mar, como veremos al recorrer este paseo. La fachada principal da la plaza del Mercado, donde se sitúan algunos de los elementos originarios como las ventanas adinteladas con el guardapolvo, la galería superior o el alero. Elementos que demuestran un estilo gótico tardío bajo cánones renacentistas.
Podríamos decir que la ampliación de la parte posterior ha sido diseñada en un estilo neutro.
El Mercado Municipal
Con el fin de aumentar las condiciones higiénicas de los puestos de venta de pescado y carne, en 1929 se construyó el Mercado cubierto (2), con espacio para los puestos de venta y cámaras de hielo en el sótano.
Tal como está escrito en una de las paredes laterales, el edificio fue proyectado por el arquitecto Joan Bordás i Salellas, y construido por el maestro de obras Narcís Franquesa.
Calle Clavé
El eje principal, paralelo a la línea de mar, era la calle Clavé (c), que aún conserva su función comercial.
Rambla Antoni Vidal
La Rambla Antoni Vidal (d), separa lo que era el recinto amurallado del antiguo arrabal de Tueda, siguiendo el muro de levante, de mar a montaña, constituyendo el eje principal de la villa actual.
Aquí encontramos algunos de los edificios emblemáticos de la pujanza económica vinculada, sobre todo, al corcho.
Museo de Historia del Juguete
En el número 48 de la Rambla Antoni Vidal, en un palacete novecentista catalán, se ubica el Museo de Historia del Juguete (3), que dispone de un fondo de más de 3.500 piezas fechadas entre los años 1870 hasta 1980, la mayor parte de fabricación española.
Casa Viader
En el número 43 de la misma Rambla Antoni Vidal, un edificio residencial modernista del arquitecto Pedro Pacual Baguer construido en 1902 por el que fue impresor y editor, Octavi Viader i Margarit (1864 a 1938).
Destaca la ornamentación de la fachada, donde el elemento más notorio de esta decoración es un gran relieve floral que abraza la losa del balcón del primer piso. Cabe destacar también las aberturas elípticas de la planta baja, con filigrana de madera. Han conservado el cartel de la antigua imprenta.
Calle Mayor
En el otro lado de la Rambla Antoni Vidal, se entra en el antiguo arrabal de Tueda (el actual barrio de Tueda está situado más al este). Sigo por la calle Mayor (e), continuación de la calle Clavé, hasta la rambla del Portalet.
Rambla del Portalet
Cruzando el antiguo arrabal de Tueda, se llega a la rambla del Portalet (f) con un conjunto de edificaciones en que domina el novecentismo y el modernismo, y donde las más modernas se integran con gran dignidad arquitectónica.
Casa de La Campana
Destaca la Casa de La Campana (5) en el nº 9-11, edificio modernista del arquitecto Bernardí Martorell Puig. Promovido por el barcelonés Josep Roca Rabell en 1911. Es un edificio singular, caracterizado por un balcón corrido de ladrillo visto, con finas columnas y detalles cerámicos.
Casino La Constància
En la acera de enfrente, haciendo esquina con el paseo dels Guixols, destaca el particular edificio amarillento del Casino La Constància o Casino dels Nois (Muchachos) (5).
En 1889, el arquitecto General Guitart i Lostaló proyectó este edificio con reminiscencias árabes. El Casino dels Nois (como se le conocía) aglutinaba artesanos, obreros, gente del mar y pequeños burgueses liberales, contrapuesto con el otro gran casino, el Guixolense, llamado popularmente de los Señores, de carácter conservador. El edificio actual todavía contiene la misma estructura: sala de juego, sala de baile, escalinata y biblioteca.
Este estilo neoárabe, o de orientalismo musulmán, tuvo bastante influencia en Cataluña durante la segunda mitad del siglo XIX.
Paseo del Mar
Tras el derribo de las murallas en 1696, las construcciones se fueron orientando hacia la calle del Mar, constituyendo el nuevo frente marítimo de la Villa, que hoy se conoce como Paseo del Mar (E).
En la época de mayor auge de Sant Feliu, entre finales del siglo XIX y principios del XX, la burguesía local fue localizando edificios residenciales sustituyendo las primitivas casas marineras.
El resultado es ser uno de los mejores paseos marítimos de la Costa Brava.
Casa Patxot
La primera edificación, en la esquina paseo del Mar, 40-41 / Rambla Portalet, 3, corresponde a la Casa Patxot (7), construida en el período 1911, obra de Albert Juan Torner.
Es fruto de la reforma realizada entre los años 1917 y 1920 de la casa preexistente, propiedad de Rafael Patxot Jubert, meteorólogo, escritor y mecenas. En 1896, Patxot había instalado el llamado Observatorio Catalán de Astronomía, desde el que él mismo contemplaba el cielo y donde después trabajó Josep Comas i Solà.
La fachada principal, que vierte en el paseo del Mar, mezcla influencias novecentistas y modernistas. El elemento más destacado es el gran panel de cerámica del coronamiento. Es un reloj de sol circular flanqueado por dos figuras tradicionales: un segador y un pescador. Abajo podemos leer: “Lo ritme van seguint de les estrelles” (El ritmo van siguiendo de las estrellas).
Continuando el recorrido por el paseo, se llega a la conclusión de que ha sido una lástima que los edificios históricos de dos pisos, con carácter y estilo arquitectónico, se hayan y se estén sustituyendo por edificios de 6 pisos, de arquitectura impersonal y anodina.
Casa Sibils y casa Ribot
Pasada la rambla Vidal aún se mantienen dos casas con interés.
A la derecha de la fotografía, la casa Sibils (8), ocupando el nº 21, de 1892.
A la izquierda, en el nº 19-20, la Casa Ribot (9), del arquitecto Pere Pascual i Baguer, de 1904.
Llegados al nº 8-12, encontramos la parte posterior del edificio del Ayuntamiento (1), que ya hemos visto por la plaza del Mercado, correspondiente a la reforma de los arquitectos Avel·lí Cimadella y Joan Margarit de mediados del siglo XX.
La playa y el puerto
Podemos terminar el paseo por la Villa acercándonos a la playa y, si se tienen ganas, hacer un chapuzón.
A levante se perfila el puerto, donde se combina la actividad pesquera con la comercial y la deportiva. Dispone de una capacidad de 430 amarres para naves de hasta sesenta metros de eslora.
Aunque en este puerto conviven la flota artesanal de artes menores con las de cerco y palangre, la mayor parte de las descargas son de pescado azul (sardina y anchoa). La subasta de pescado azul se realiza a las ocho de la mañana de lunes a viernes.
En las fotografías siguientes se puede apreciar la perspectiva de la bahía de Sant Feliu, con el frente marítimo y el puerto.
El puerto queda a resguardo del Puig de les Forques (78 msnm), que hacía de puerto natural.
Hay que señalar que, a lo largo del litoral del término municipal de Sant Feliu se encuentran hasta 12 calas y playas. En ellas que se puede practicar todo tipo de actividad náuticas: natación, kayak, windsurf, submarinismo, snorkel.
Ermita de Sant Elm y mirador de la Costa Brava
Saliendo del núcleo urbano es aconsejable subir hasta la cima del Castellar, en el promontorio de Guíxols o del Fortim (99 msnm).
Donde estuvo el castillo, se edificó la ermita de Sant Elm (F) en 1723, reedificada en 1923, en el contexto de la ciudad-jardín de la urbanización de la montaña de Sant Elm (balneario, fuentes y jardines, chalets modernistas), impulsado por el industrial Pere Rius i Taulet.
La ermita había sido, desde el siglo XV, una fortificación estratégica para el litoral de Sant Feliu, derribada por los franceses en las guerras de finales del siglo XVIII.
Desde el mirador (desde donde se puede contemplar la costa desde Palamós hasta Tossa de Mar), el escritor y periodista Ferran Agulló se inspiró para bautizar este litoral como Costa Brava.
El mirador de Sant Feliu es uno de esos casos en que la vegetación que ha ido creciendo a su entorno impide disfrutar de las vistas que se prometen. Desdibuja la afirmación de Josep Pla de que Sant Elm es el mejor mirador del puerto de Sant Feliu de Guíxols.
Mirador de la Costa Brava
Lo que sí permite es disponer de una amplia panorámica sobre el segmento de la Costa Brava más virgen en el recorrido hasta Tossa de Mar, por una carretera de cornisa.
Aunque se hayan construido algunas urbanizaciones, las vistas y el paisaje mediterráneo de la Costa Brava en este recorrido son maravillosos.
Playa de Sant Pol
Me desplazo ahora a la bahía o Playa de Sant Pol (G), más allá del Puig de les Forques, que cierra por el lado este Sant Feliu de Guíxols. Con edificaciones Bien Cultural de Interés Local (BCIL).
Casa Estrada y casa Girbau Estrada
Destaca la casa Estrada, popularmente conocida como el Chalet de les Punxes. Fue construida entre los años 1890-1912, promovida por Pedro Mártir Estrada, siendo uno de los primeros chalets construidos en la playa de Sant Pol.
Al lado, se localiza la Casa Girbau Estrada y, detrás de éste, la Casa Domènech-Girbau, construidas en 1910, obra de Josep Goday Casals.
Estos dos últimos chalets manifiestan un estilo de transición entre el modernismo y el novecentismo. La fachada, que no es simétrica, tiene como elemento dominante una marquesina que sirve de terraza del segundo piso. Cabe destacar también los esgrafiados con escudos y guirnaldas.
Si se ha decidido acercarse a la playa de Sant Pol, hay que aprovechar para hacer un recorrido por la urbanización de S’Agaró.
Festival de la Porta Ferrada
No quiero terminar sin mencionar el Festival de Porta Ferrada, iniciado en 1958, es el festival de verano con más tradición de Cataluña, con propuestas abiertas a todas las disciplinas artísticas, que tiene lugar todos los veranos en los meses de julio y agosto.
Fin de la visita
Finalizo aquí este recorrido por la villa de Sant Feliu de Guíxols.
El Monasterio ha sido uno de los elementos destacados de la visita, y ha permitido ver un papel histórico religioso-defensivo que tuvieron algunas de estas instituciones; sería un ejemplo de castillo-convento anterior a las órdenes militares, aunque ahora los restos no permitan apreciarlo en toda su magnitud. En el caso de Sant Feliu dio lugar a la creación de una Villa con importantes resonancias históricas en la Edad Media y principios de la moderna.
Su articulación como villa marítima fortificadas ha mostrado elementos de interés muy particulares.
La industrialización, alrededor sobre todo del corcho, dio lugar a configurar una localidad con una fuerte presencia de una burguesía local que, dentro de la etapa de influencia artística modernista y novecentista catalana, ha dejado interesantes edificios de estos estilos. He presentado un cuantos, pero en un recorrido detenido por la villa histórica podremos reconocer muchos otros de gran interés.
El turismo de los últimos años ha aportado su impacto, sobre todo en la reconversión de la fachada del paseo del Mar, así como expandiéndose por el término municipal en numerosas urbanizaciones de residencia secundaria, de las que sólo he insistido en la playa de Sant Pol y, por extensión en la de S’Agarò, aunque perteneciente a otro municipio.
El resultado es, una localidad donde el turismo no ha llegado a desplazar la cultura local, arraigada en una tradición agraria, pesquera e industrial, que otorga a Sant Feliu de Guíxols una personalidad propia.
Bases de información
Webs
Sant Feliu de Guíxols
Monasterio
Museo de Historia de Sant Feliu de Guíxols
Webs academic
Gerard Bussot i Liñon. Carrers, cases i arquitectes. Sant Feliu de Guixols. Dels inicis fins el 1931
Francisco y María José Sala. Memorias históricas de la villa de San Feliu de Guíxols desde su fundación hasta el siglo XIX de la era cristiana
Marc Auladell Agulló. Torres, muralles i fossats. El sistema defensiu medieval de Sant Felíu de Guíxols (S. XIV-XV)
Miquel Borrell i Sabater. Les lluites pel poder municipal entre el monestir i la vila de Sant Felíu de Guíxols: la insaculació de l’any 1803
Isidoro Gil Dalmau. Sinopsis cronológica de los sucesos principales de la historia del monasterio de San Felíu de Guíxols
Albert Plà. Monasterio de Sant Felíu de Guíxols, método referencial y permanencia innovada
Ángel Jiménez. El Sant Feliu industrial en una exposició
Gerard Bussot i Liñón. La indústria surera a Sant Feliu de Guíxols i el seu capital estranger (humà i financer), en els segles XIX-XX